𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗗𝗢́𝗦

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Loren Philips.

Pero antes siquiera de rozar nuevamente nuestros labios, la culpa me invadió. Al instante, me aparté unos centímetros para evitar que mis sentimientos se intensificaran.

—No, alguien podría entrar. Es mejor mantener la distancia —dije.

David soltó un suspiro algo abrumado y asintió.

—Tiene razón, es mejor tomar un poco de distancia por el momento  —respondió apenado.

Regresé a mi asiento y bajé la mirada al recordar las palabras de Adrián que atacaban cada aspecto de mi vida.

—De hecho… alguien nos vio salir del baño  —murmuré molesta.

—¿Qué?—Cubrió su rostro con ambas manos con algo de frustración en su tono de voz—. ¿Cómo se llama? Podemos pagarle para que no hable y tendremos más cuidado.

—Ya habló con alguien sobre eso —lo interrumpí.

—¿Con quién?

Frunció el ceño.

—Mi ex esposo, son amigos desde hace mucho tiempo. Ayer tuve una charla con él y no salió nada bien —expliqué algo nerviosa.

—Maldita sea, ¿puedo saber qué le dijo?

—Me está presionando para que regrese con él o hará muchas cosas malas al respecto, no tengo otra opción.

Nos quedamos unos segundos en absoluto silencio, hasta que hizo la pregunta que aún dudaba en responder.

—¿Aún lo sigue amando?

La situación se volvía más complicada, pero no podía ocultar la verdad.

—Ha pasado poco desde que descubrí sus mentiras, y aún está en mí el recuerdo de los tiempos felices que compartimos. El proceso es algo lento  —admití, observando la mezcla de dolor y nostalgia en sus ojos.

—Lo entiendo. Después de tantos años juntos, descubrir la traición del hombre al que amaba fue un golpe muy duro —Suspiró—. ¿Quiere otro abrazo?

Extendí mis brazos y me levanté nuevamente para acercarme a él.

—¿Por qué me sigues hablando con tanta seriedad?

Me parecía extraño que en momentos me dijera Loren y después Doctora.

—Es cuestión de respeto, Doctora Loren. En mi país, el respeto nunca debe perderse —murmuró mientras me rodeaba con sus brazos.

—Según tus documentos, naciste en Yongin. ¿Por qué estás aquí?

—No tolero el estrés y la competencia exagerada en Corea. Vine de intercambio y aquí estoy desde hace una década —Sonrió.

—Me hubiera gustado conocerte antes —confesé.

—No creo que hubiera funcionado. En aquel entonces era diferente, muy inmaduro. Me gustaba embriagarme hasta quedar en el suelo, y tenía fama de mujeriego —explicó.

—¿David Johnson, mujeriego? No puedo creerlo —Lo miré incrédula.

—Ahora conoce un poco más de mí.

—De acuerdo, siéntate. Comencemos con la sesión.

Lo solté para que pudiera ocupar su sillón, mientras yo regresaba a la mía, acomodando mi libreta y bolígrafo en mis manos.

—Estoy listo —respondió.

David se sumergió en sus pensamientos, compartiendo sus emociones. Su mirada reflejaba nostalgia y un toque de tristeza.

RESPUESTAS SIN SALIDA [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora