CAP. CUARENTA Y UNO

5.9K 496 39
                                    

Adrián Maxwell


Estaba sentado revisando algunos mensajes de la oficina mientras esperaba a que Loren regresara para poder desayunar juntos, ya que las niñeras se habían despertado antes.

—Así que esto es lo que has estado haciendo todo este tiempo, maldito imbécil.

Al levantar la mirada, sentí mis manos temblar. Mi padre estaba parado frente a mí, rodeado de hombres con caras sumamente molestas. Me maldije varias veces antes de levantarme de golpe.

—¿Cómo me encontraste? —pregunté, tratando de sonar calmado, pero el tartamudeo en mis labios me delataba.

—Parece que no has entendido quién soy —espetó, dando un fuerte golpe en la mesa con la palma de su mano—. ¿Acaso quieres que te lo recuerde?

—Vete, por favor, no es el lugar. Yo te hablaré cuando pueda...

Dio otro golpe, haciéndome sobresaltar.

—¡¿Quién demonios te crees para darme órdenes?! —gritó mientras se acercaba para intimidarme—. ¿Vas a explicarme en qué momento te casaste? ¿Qué clase de desgraciado eres para no haberme invitado?

Sentí la sangre helarse en mis venas. Loren, en el marco de la puerta, observaba la escena con los ojos muy abiertos, paralizada por el miedo. Mis pensamientos se aceleraron mientras intentaba encontrar una forma de calmar la situación.

—No es lo que parece... —empecé a decir, tratando de mantener la voz firme—. No estoy casado con ella, es mi novia.

Su mirada se suavizó apenas un poco, pero no lo suficiente como para aliviar la tensión en el aire.

¿Qué le diría? ¿Que había buscado a mi hermana menor desde que tuve independencia, y después me enamoré de ella, me casé y la embaracé? Era enfermizo y asqueroso de mi parte, pero después de confirmar que Alessandro era un bebé completamente sano, dejé de preocuparme por lo que había hecho, de igual manera, ella jamás recordaría con exactitud mis palabras.

—¿Tu novia? ¿Eso soy para ti? —preguntó ella con un pequeño tic en el labio inferior y los ojos cristalizados por las lágrimas.

«Mierda, es una pesadilla».

Aparté a mi padre con una mano y tomé a Loren con fuerza de la muñeca, sacándola de la cocina. Tal vez estaba ejerciendo más dolor del que ella podía soportar, pero en ese momento no me importó; solo quería mantenerla lejos de él, muy lejos, antes de que descubriera quién era.

—Me estás lastimando, Adrián —chilló mi tierna esposa mientras la forzaba a subir las escaleras—. ¡Suéltame!

Pero no lo hice hasta que llegamos a la puerta de la habitación de los niños, quienes recientemente se habían vuelto a dormir, algo que agradecí.

—No puedo explicarte ahora, cielo, pero necesito que no salgas bajo ninguna circunstancia, ¿de acuerdo?

Ella intentó cuestionarme, pero antes de que pudiera responder alguna de sus preguntas, la empujé dentro de la habitación, cerré la puerta con fuerza y puse el seguro. Loren golpeó un par de veces la puerta, pero la ignoré y bajé rápidamente las escaleras.

Había pasado meses evitándolo, dejando de traficar con su mercancía y asegurándome de que nadie más en la empresa lo hiciera. Estaba limpio: sin drogas, sin tabaco ni alcohol. Solo quería una segunda oportunidad para ser un hombre normal que cuidaba de su esposa e hijos, y se mataba en una oficina para llevar lo necesario a casa, pero para Christopher Moore, el temible Christopher Moore, no había peros. La única manera de salir del negocio era con una bala en la sien, como mamá cuando intentó dejarlo porque la golpeaba hasta hacerla sangrar y tuvo que huir con el amor de su vida, el cual, terminó decapitado tras cuatro años de estar escondidos, como lo había hecho yo con Loren estos últimos meses.

RESPUESTAS SIN SALIDA [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora