Viviendo con un tirano.

Día 3

Un día más en esa desconocida dimensión los mantenía juntos a ambos, humano y dios, algo que jamás en la tierra y el universo hubiese sido visto como posible, es decir, de todo lo que se había dado hasta el dia de hoy, los enfrentamientos que se dieron entre cada humano y dios dentro del ragnarok, jamás se le ocurriría a alguien, por más ingeniosa que fuese esa persona, agrupar al dios con la peor personalidad junto al humano más agradable de los reunidos en aquel campo de batallas.

-por qué con él?-era lo único que cruzaba por su mente,

El dios no lo entendía. Sabía que esto era obra de algún dios, podría asegurarlo con certeza, y curiosamente no le sorprendía que lo hayan metido en aquel lugar, ya que para poseidón enemigos sobraban, sin embargo, a pesar de eso, no podía comprender a qué querría llegar el imbécil ese que se atrevió a jugarle esa trampa, forzandolo a pasar quien sabe cuantos días con un viejo que no podía ni ver en pintura y que solo quería degollar, peor aun, que tenia que aguantarse las ganas de hacerlo, puesto que lo necesitaba para salir de esa dimensión.

Sí, definitivamente debía admitirlo, la basura enemiga jugó bien sus cartas, consiguiendo arrinconarlo hasta este punto.

Sin lugar a dudas lo mataría y lo cortaría en pedazos una vez que saliera de ese lugar.

-mhn

Los planes de asesinato que el dios del mar había estado programando en su mente durante un buen rato, fueron interrumpidos con aquel sonoro cuchicheo proveniente de la otra entidad que yacía a su lado.

Poniendo atención en aquello, levanto un poco su cabeza para observarlo mejor y darse cuenta de lo bien dormido que seguía. Aquel hombre sin lugar a dudas, y a juzgar por la tonta pequeña sonrisita que estaba haciendo, estaba teniendo un agradable sueño.

-idiota, cómo puedes dormir tan tranquilo teniéndome a tu lado?-pensaba el rubio gruñendo a sus adentros, sin embargo sus brazos seguían en su labor de darle todo el calor posible al samurai.

Abrazandolo por la espalda, ambos recostados, permanecían inmóviles, encajando de forma perfecta en aquella posición; pero aquello no duraría lo suficiente para ambos, pues el dios se había percatado, al mirar bien y con demasiado detenimiento, del relajado rostro del humano.

La fiebre había disminuido lo suficiente para que el samurai quisiera sentir un poco más el aire fresco, a lo cual poseidón, sin titubear comenzó a safar su agarre alrededor del moreno, permitiéndole tener un poco más de espacio personal.

-Eres débil por enfermarte tan fácilmente, pero eres fuerte por recuperarte tan rápido.-pensaba, mientras lentamente y para su propia sorpresa, con cierto toque de delicadeza, intentaba separarse completamente del cuerpo ajeno.

La mañana pasó rápido para sasaki después de haberse levantado también, sin embargo, ni cuenta se había dado en que momento lo habían dejado solo en la habitación. Se sentía mucho mejor que ayer sin duda y aquello era gracias al rubio.

-Tengo que agradecerle por lo menos.-decía en voz poco audible, aun con cierta confusión por las acciones tan extrañamente "amables" que el rubio había hecho desde ayer en la noche.

Sasaki se pasó la tarde buscando al dios de los tiranos por todo el palacio, eran tantas las habitaciones, que de vez en cuando, se detenía en una de ellas para beber un poco del agua que corría por pequeñas pero bien elegantes y decorativas mini fuentes que había en algunas de estas.

Finalmente, sabiendo que aquella sería la última de todas que había en el palacio, y que sin lugar a dudas, por ese estilo con tonos azules y dorados que tenía la enorme puerta, era nada más y nada menos que la habitación del hombre que buscaba, se atrevió, aunque estando un poco lejos de ésta en caso de que fuese pateada como la última vez que lo hizo el rubio, a tocar la entrada con la mayor cordialidad posible para no hacerlo enojar por su interrupción.