Día 7

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Asustado?, no.

Nervioso?, no,

Confundido?, si.

Definitivamente estaba confundido, aquellos sentimientos que tenía no podían estar mas revueltos en su cabeza, ni siquiera entendía cómo funcionaba aquello; sentir la calidez envolver todo su pecho hasta tal punto en que comenzaba a sofocarse, era algo que no sabía cómo "curar", jamás se había sentido de esa forma, ansioso y desesperado al mismo tiempo, buscando entender el significado de todo esto.

Sin embargo ya era tarde, había roto aquella barrera de odio y rencor que impedía ver de otra forma a aquel humano. Y eso era lo peor de todo, puesto que ese odio poco a poco se transformaba en algo diferente, algo que él, siendo el dios de los océanos jamás podría aceptar.

Se levantó finalmente de aquella cama tan incómoda en la que no le quedó de otra más que dormir, incluso si no lo necesitara, puesto que los dioses no dormían, esta vez el cansancio mental lo había derrotado; la habitación de su tonto hermano menor siempre había sido de las peores de acuerdo a sus delicados gustos, si bien era grande, no alcanzaba el tamaño de la suya ni en sueños, sin mencionar que zeus siempre tenía la costumbre de dejar su ropa sucia tirada cada vez que tenía a una de sus tantas aventuras con sus adoradas doncellas.

-tan descuidado como siempre-pensó con repulsión, pero al mismo tiempo sintiendo un ligero pinchazo en su corazón, lleno de melancolía al recordar a su hermanito, lo cual inmediatamente lo obligó a sacudir la cabeza con negatividad tras haberse sentido de esa forma tan poco típica de él...tan afectuoso.

El hecho de extrañar a zeus, incluso sabiendo que lo primero que haría al salir de esa dimensión probablemente sería matarlo, lo volvía a hacer que se sintiera aun mas confundido de lo que ya estaba.

Y todo por culpa de un viejo, que había iniciado todo.

Después de haberse decidido a salir de aquella habitación, pudo notar, al pasar por el enorme espejo que había en el escritorio, que su su cabello estaba hecho un desastre, que su ropa estaba bastante arrugada y sobre todo que sus hermosos ojos azules yacían rodeados por un tenue y sombrío color negro que representaban sus ojeras.

Si en otro universo el no hubiese sido un dios, seguramente habría parecido que tuvo una resaca.

Sin embargo, no había tiempo de siquiera preocuparse por ello, tenía mas problemas de los que ocuparse, y uno de ellos estaba apunto de aparecer frente a sus narices.

Salió de la habitación, no sabía exactamente qué es lo que haría a partir de ese momento, puesto que sabía que tarde o temprano se toparía de nuevo con el samurai, así que no tuvo de otra más que ir directamente a encararlo; él era un dios, no un maldito cobarde, o al menos eso se decía en su mente durante todo el camino hacia la habitación en la que seguramente estaba durmiendo el humano, SU habitación. El pensamiento de poder verlo mientras aun dormía, ahí mismo en su cama, con su cabello revuelto y esparcido en las almohadas, con su ropa holgada dejando a la vista sus bien formados pectora...

Golpeo su frente, molesto consigo mismo por aquellos pensamientos que no hacían más que torturarlo tanto de forma psicológica como físicamente, sintiendo un ligero cosquilleo en aquella zona baja que amenazaba con despertarse.

-idiota-habló en voz baja, sin saber si el insulto era para sí mismo o para el moreno..aunque lo más probable, debido a todo ese orgullo que tenía el dios en ese momento, era para sasaki.

Finalmente, después de tanto murmurar cosas negativas y sin sentido, llegó a su habitación; sin siquiera tocar, abrió la puerta, aunque no con la rudeza que tenía planeada aplicar, sino más bien de una forma suave y lenta, asomando poco a poco su rostro, en un intento de ser cuidadoso para no despertar al moreno.

Viviendo con un tirano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora