Capítulo 30

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.:: The Sweetest Thing ::.

#30

Durante estos últimos ocho días hemos logrado transformar el Pent-house de Takayama en un salón de fiesta. Está quedando mucho mejor de lo que imaginé y no me ha parecido tan tedioso decorarlo. Es más, me encanta el toque femenino que Sakura le ha impregnado a cada detalle. El cristal le da un realce especial, se muestra como una clara señal de presuntuosidad y elegancia barroca, propia del anfitrión y los invitados.

Estoy tan sorprendido con ella... no pensé que la niña de pañuelos estridentes y jeans rasgados y que me trajo un horario de colores con fragancia a rosas -fragancia que aún no logro asimilar y que me parece detestable- sea la encargada de dar vida a este espacio. Realmente se lució.

Y no... no he vuelto a mencionar lo del arreglo floral, no sé quién se lo ha mandado, aunque tengo sospechas. Yamazaki tiene sus propias conjeturas, pero no me importan, no quiero recordar ese momento porque inexplicablemente se me erizan los pelos de la nuca. No quiero sentirme así, no tengo por qué.

Hemos empezado la semana muy bien. Estamos arreglando el proyecto de los Kobashibawa, colocando los planos en el folder A2, imprimiendo los 3Ds y la memoria descriptiva cuando Kaito hace su aparición. Está rondando otra vez mi atelier. Y si algo detesto, aparte de que me interrumpan cuando estoy pintando o tomando café, son los tipos sinvergüenzas, captadores de jovencitas.

El muy cínico me saluda como si fuéramos grandes amigos, como si mi exasperación de tenerlo aquí fuera nada.  Estúpido. Trae una caja pequeña entre sus manos y en cuanto ve a Sakura se dirige hacia ella:

—Buenos días, Kaito-san.

—¿Recibiste mi mensaje, Sakura?

Ella debe asentir, no lo sé, me hago el disimulado.

Pero... ¿cuál mensaje? ¿las putas flores?

Prefiero no pensar en ello y prosigo a ordenar los documentos, la impresora hace un sonido que ahora me parece encantador. Es mejor que la voz de ese sujeto.

—Sé que faltan unos días, pero no me pude contener —escucho decir con voz enérgica.

¡Oh, Dios! —Hay un golpe seco y automáticamente miro hacia dónde están, un par de metros más allá.

¿Qué mierda? Mis ojos se abren como platos.

Sakura ha dejado caer el escalímetro en la mesa y ahora se tapa la boca con las manos, le están brillando los ojos. Está entusiasmada, incluso embelesada por el reloj plateado que Kaito le está regalando y que resplandece aún más por el reflejo de la luz.

Mis manos se convierten en puños de rabia. ¿De cuándo acá mi oficina se ha convertido en una feria?

No. No.

Me acerco a ellos rápidamente. Voy a hacer que este tipo salga de acá, no con sutileza, ¡por supuesto que no! Quiero tirarlo al suelo. Mi oficina siempre ha sido terreno minado para cualquier idiota, y ahora, cualquier idiota se viene a meter con flores, chocolates y relojes, ¿con permiso de quién?

—No puedo aceptarlo, Kaito-san.

Mi pecho se contrae al escuchar esas palabras.

—Pensé que te gustaría —le objeta con voz queda. Frunce el ceño y para su sorpresa, estoy a su costado, observando la escena entre confundido y enojado.

—Sí, e-está muy b-bonito —Sakura me mira—, pero... No es correcto.

«¡¡Toma esa Kaito!!», grito eufórico para mis adentros. En serio, anhelo gritar a viva voz mas tengo que disimular, guardar la compostura, ser el adulto que soy...

The Sweetest Thing | Sakura y Shaoran |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora