Capítulo 16

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.:: The Sweetest Thing ::.

#16

—¡¿Qué?! —Eriol suelta la sartén.

—¡¿Qué hiciste qué?! —grita Mei-Ling desde la sala. Detiene su rutina de entrenamiento para fusilarme con la mirada.

—Me dijeron que sea sociable.

—Sí, que trates de entablar conversación con ella, ¡no que la mates de un infarto! —exclama el lentudo, sacudiendo la cabeza.

Mei-Ling se acerca y me da un puñetazo en el brazo.

—¡Aunch!

—¿Y cómo se te ocurre llamarla por otro nombre? ¡Eres un idiota!

—¡Détente, Dájǐ-Xin!

Puso cara de desdén ante mi insulto.

—Si yo fuera ella, ya te hubiera dado de patadas. —Y me lanza otro golpe, esta vez en la nuca. Por Dios que alguien agarre a esa mujer.

—Te puede denunciar —apunta Eriol.

—¡¿Qué?! —Trato de no atragantarme con el crostini.

—Tendrás que disculparte, amigo.

Hago una mueca. No debe importarme lo que piensen ellos, ni tampoco la neófita pues sólo fue una broma y a pesar que ella me destrozó la oficina e invadió mi espacio, hay algo... en mi interior que no me deja tranquilo, que me dice que sí debo disculparme.

—Eres un caballero inglés, Xiao, y debes portarte como tal. Recuerda eso.

—Sería una gran ocasión para que cumplas con el reto que me debes. —La boca de Eriol se abre en una amplia sonrisa. La mierda. Conozco esa sonrisa—. ¡Porque no cuenta lo del parque! No seguiste las reglas y, aceptémoslo, fue estúpido e infantil.

—¡¿Qué?! —Vocifero—. ¡Pero si fui sociable! ¡Listo! Reto cumplido.

—¡Jamás!

—¿No te fue suficiente que me acercara a esa chica en el parque?

—¿Y no te fue suficiente que la dejaras plantada por una tontería? Eso no vale.

Refunfuño.

Sí que vale. Y además, sí iba a cumplir el reto. Nunca falto a mi palabra. Sólo que... cuando Meiling y Eriol escogieron a su supuesta «víctima», la examiné de lejos y me pareció una señorita agraciada de larga cabellera negra y ojos claros cuyo matiz comprobé cuando me acerqué a donde estaba, eran del color del Zafiro. Nos saludamos muy cordialmente, sólo debía invitarle un helado, pero en cuanto vi que le entregaban un barquillo de menta, salí corriendo, despavorido. ¡Odio el sabor a dentífrico! Ciertamente hay gente rara en Tokio.

—Ni piensen que haré algo más.

—Tienes que disculparte.

—¿Y si no lo hago? ¿Me vas a denunciar?

—Has actuado con alevosía y premeditación.

Frunzo el ceño.

—Tengo un primo que es policía y trabaja en la oficina de Investigación criminal de Tokio. —Se cruzó de brazos con aquella arrogancia propia de los Reed—. Podría acusarte.

—¿Tienes familia aquí? —pregunto extrañado—, ¿no eres acaso descendiente del duque de Greenwich? ¿En Reino Unido?

Pone los ojos en blanco y se deja caer en el sillón.

The Sweetest Thing | Sakura y Shaoran |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora