1. Matar al diablo (2022) [parte 4]

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CUATRO.

Al otro lado de la línea de emergencia de la CDAD, la operadora que había respondido a la llamada de William se impulsó hacia atrás con su silla, llevándose las manos a la cabeza y mirando inquietamente a los compañeros de al lado; cómo quien acaba de descubrir la solución a un problema que lo había estado atormentando durante horas y quisiera gritarle al mundo: «Eureka».

—Lo encontré —dijo la operadora con una sonrisa nerviosa. Tras pensarlo unos segundos, su sonrisa se borró—: ¿Y ahora que debería hacer?

La respuesta se la dieron sus compañeros más veteranos. Ella iba a guardar la información de contacto que se almacena en la computadora cada vez que alguien hace una llamada y enviarla a cualquier superior disponible en la sucursal más cercana de la CDAD. La información viajaría de mano en mano hasta llegar a las oficinas principales en el cuartel general ubicado en Washington D.C. Ahí, la información sería recibida finalmente por Eva Watson, la subdirectora general de la comisión, una esbelta mujer de apariencia inofensiva a simple vista, pero con una sonrisa inexplicablemente intimidante. Lo más importante es que sus ojos brillaban en el mismo color celeste que los de William.

Cuando la información llegó a sus manos, Eva se revolvió de alegría en la silla de su oficina mientras los demás agentes la miraban con disgusto, pero no les parecía ya algo extraño, pues ya conocían su inusual comportamiento. Varios de ellos la catalogaban como una completa desquiciada y no paraban de preguntarse cómo era posible que alguien así subiera a un puesto tan importante, aun sabiendo lo buena que era cazando demonios. En realidad, no solo era muy buena cazadora, era la mejor, siendo llamada incluso como la mujer nacida para matar demonios. Claro que para muchos era raro pensar en que una mujer joven y delgada como ella tuviera el poder que tenía, sin embargo, todo en ella era un misterio; comenzando porque las personas que la conocían desde ya hace muchos años jamás habían notado que envejeciera un solo año, a tal punto de correrse el desmesurado rumor de que ella era el mismísimo Diablo. 

MATAR AL DIABLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora