Dia 4

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Estaba muy relajada durmiendo hasta que sentí que alguien me miraba, al abrir los ojos estaba Eddie mirándome y jugando con mi pelo, estaba recostada en su pecho, MUY cerca de su boca.

Sonrió al verme despierta. –Buenos días bella durmiente- saludo, su pelo despeinado y su voz algo ronca me gustaron.

–¿Qué hora es?- me estiraba por toda la cama.

–Como a las 10- contesto.

–¿No tienes hambre?- estaba muriendo de hambre.

–Ya comí, tu mamá me dio de desayunar- vi los platos en el mueble y me quede de okey pero luego me di cuenta que MI MAMÁ ME VIO DORMIR SUPER ABRAZADA CON EDDIE, mi mamá suele molestarme con ese tipo de cosas todo el tiempo.

–Voy a bajar para desayunar- avise y fui a la cocina  preparé algo rápido como un omelet de huevo con verduras y un cafe.

Eddie estaba sentado en la sala viendo una serie animada.

Al terminar de cocinar me uní a él, solo me senté a su lado, solo comí y lave los platos.
 
Por el resto del día nos quedamos en el sillón comiendo cualquier cosa que esté en el refrigerador.

A las 4 de la tarde llegó mi mamá con comida rápida, sentí que mientras comía mi mamá me miraba mucho y no solo a mi si no también a Eddie, eso me ponía demasiado nerviosa.

Yo y mi mamá estábamos terminando de comer. –Oye, hija, ¿te puedo preguntar algo?- eso siempre me ponía nerviosa, no me gusta decir sobre mi vida amorosa a la gente y menos a mi mamá.

–¿qué pasó?- mi técnica era contestar como si no hubiera pasado nada.

–¿Dormiste bien, verdad?- la quiero tanto.

–Si, bien ¿porqué?- Yo sé que va a hacer un chiste malo sobre lo que vio.

–No solo pregunto, es que te veía muy cómoda- dijo con este tono de broma que usan la mayoría de mamás.

–Gracias mamá- conteste sarcásticamente.

–Voy a salir, vengo en un rato- y solo se fue.

Las siguientes horas Munson durmió en el sillon. Se veía tan adorable.

–Creo que ocupo cambiar mi vendaje-  dijo adormilado.

–¿Quieres que te ayude?-.

–Si, por favor- se sentó y fue por vendaje y algo de alcohol.

Se subió un poco la camisa y quite su vendaje, la herida era muy fea, pero estaba cerrada con puntadas en casi todo su torso.

–Si se ve mal ¿verdad?- sonrió.

–Algo así- respondí.

Con algodón empecé a limpiar un poco el abdomen y si, si era algo incómodo porque yo estaba en su torso y tendría que bajar un poco más y él me miraba y hacía sonidos, eran de dolor pero se pueden mal pensar. Tarde un poco pero todo salió bien, le puse una venda nueva y bajo su camisa.

–Gracias- se recostó otra vez pero uso mi regazo como almohada.

Era acogedor estar ahí, su respiración y cómo abrazaba mis muslos.

–¿Quieres ir arriba?- pregunte y él sólo contestó con el sonido de la nariz, lo ayudé a levantarse y subir.
Lo recosté sobre la cama y rape con una manta, me acosté a su lado. –¿Quieres algo? Te ves mal- el asintio lento y cerro sus ojos.

La doctora nos había dado medicamento por si se sentía mal, se lo di con un poco de agua.

–Ven para acá, Margaret- agarro mi mano antes de que me fuera. 

Me senté al lado de él –No me voy a ningún lado- se hizo a un lado y me recosté con él pero este me abrazaba.

Munson me agarraba por la cintura, con sus manos frías y boca en mi cuello, sintiendo su respiración.

Era agradable, también relajante, era una forma de saber qué seguía vivo. Pase la tarde a su lado despierta hasta que llego mi mamá, comimos y así fueron todos los días.

Sweetheart || Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora