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Shuka and Aika, soft. Mención de autismo y ligera opresión a la casta (género en pocas palabras)
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Saito Shuka, 16 años, Omega autista.

Saito... Hm, Shuka...

Saito era una Omega aunque bastante inteligente para las castas promedio, le gustaba estar sola, de verdad que si.

Su familia era demasiado ruidosa o tal vez era demasiado tonta a sus ojos, ella de verdad que no comprendía y aunque intentaba comprender, sus padres siempre le recalcaban estrictamente que debía comportarse y no estar tan cerca de sus hermanos Alfa.

¿Por qué? Shuka no creía que aquello fuese mal visto o incorrecto; tenía bien claro que los tiempos eran diferentes y los licántropos eran mucho más libres en la actualidad.

O tal vez, sus padres eran demasiado anticuados para esas cosas y no les parecía correcto, ver a una Omega extravagante o un Alfa tímido pero Shuka, la pequeña Shuka le encantaba encerrarse en su propio mundo.

Le gustaba leer libros, sobre todo referente a las nubes, siempre veía formas que le contaban una historia y le divertía mucho más que estar en casa.

Pues claro, Saito recurría a un parque cercano, memorizando el camino, iba a la misma hora y al mismo columpio, tenía calculado perfectamente cuando iniciaría el verdadero espectáculo ante sus ojos.

Sentándose suavemente, comenzó a mecerse en el columpio balanceando sus pies de adelante hacia atrás, tirando la cabeza hacia atrás a la par que cerraba los ojos; uno, dos y tres...

Abrió los ojos sintiendo la brisa y el pequeño vértigo en su pecho, ya acostumbrada, se fijó en el movimiento lento de las nubes dando paso al sol, quien finalizaba su espectáculo.

A Shuka le gustaba llegar cuando el "show" se acababa, cuando los pequeños rayos de sol se debilitaban, dándole paso a las matices y mezcla de colores, las nubes ahora ligeramente visibles, dándole paso a un hermoso ocaso.

Río como una niña pequeña, su corazón llenándose de felicidad por la carcajada de la Omega producto del bonito espectáculo a sus ojos.

Shuka adoraba esas tardes, en donde su cabello volaba producto del viento, donde sus ojos se iluminaban producto del lindo atardecer, dándole un tono más claro a sus ojos.

Y bonito ante una tímida Omega, ah claro, siempre hay otra historia que contar desde otra perspectiva ¿no?

Bien, Kobayashi Aika era una Omega, algo tímida, no contaba con muchos amigos a su alrededor pero siempre se le acercaban por su rico aroma a fresas y aquello no le gustaba en absoluto, para nada.

Una tarde huyendo de clases, las clases, Aika no era una persona que le agradase de verdad que no, siempre le enseñaban que los Alfas dominaban la pirámide y la de cabellos negros quería armar su propia revolución, aunque demasiado tímida para levantar la voz y esperar a que la regañen.

No supo donde pero atravesó una pequeña arboleda, donde escuchó el chirrido de unas cadenas, algo curiosa se acercó, siendo llamada por el aroma particular de galletas recién horneadas.

Se asomó y casi tropieza al creer que había algo más para apoyarse, pero justo una bonita vista dio a sus ojos oscuros; frente a ella se encontraba lo que deducía una Omega por su agradable olor, le hacía sentir en casa por alguna razón.

Pero aquella Omega estaba sola, balanceando las piernas y tirando la cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos, aquella escena la encontró curiosa, se quedó observando un poco más sin razón hasta que la de cabello corto, tomó impulso mucho más determinada y se mecio, soltando risas infantiles, su cabello revuelto por el viendo y sus lindos ojitos siendo iluminados por el ocaso.

Aika adoró la vista; desde ese día no paró de venir al lugar sólo para ver a la bonita Omega con olor a galletas.

Claro que aquello no acabó ahí, Shuka era inteligente por lo que sentía constantemente el aroma a fresas, aunque un poco empalagoso para ella que le provocaba arrugar la nariz, ya con el tiempo se fue acostumbrando.

Saito no quería dar el paso pero la Omega sólo parecía quedarse tiesa como boba viéndola, algo linda pero boba para la Omega.

Así que ese día se armó de valor, moviendo sus ojos desde el atardecer hasta la Omega pelinegra.

Los ojitos brillantes por el ocaso chocaron con los ojitos brillantes como una galaxia llena de estrellas.

Shuka se sintió bastante ansiosa por lo que apretó sus puños contra las cadenas, sus nudillos volviéndose blancos por la presión, aquella situación siempre le provocaba pánico, mucho más que aquel pequeño intercambio pareció leer más de lo debido y Shuka no quería entrometerse en la alma de aquella Omega, para nada.

- Disculpa... ¿Te gustaría sentarte conmigo? -alzó la vista, fijándose en su cabello brillante, Shuka no se atrevió a ver los ojos contrarios pero si pareció ver como una extraña cola peluda se balanceaba efusivamente detrás de la Omega, la imagen era linda.

Vio el cabeceo frenético, antes de que la más alta se acercara corriendo a sentarse a su lado, Shuka aún sentada en el columpio, se empujó con las puntas de los pies, intentando mantener un espacio, tímida y bastante incómoda por la Omega con sus ojos de galaxia estrellada.

Aika pareció darse cuenta por lo que, detuvo su acción y se quedó estática, ¿la había incómoda? Demonios, ella lo había arruinado de nuevo ¿verdad?

- Uhm... No te preocupes -Shuka murmuro y Aika la miro encantada, su vocecita le parecía bastante adorable-. Sólo... me cuesta socializar -aclaró, Aika ladeo la cabeza analizandola un poco, si bien, la Omega le pareció linda y con acciones bastante curiosas, jamás se puso a cuestionar el porque de ello.

¿Tal vez, por qué Aika era tonta? Sí, es probable, al parecer la otra Omega evitaba su mirada a toda costa, así que Aika aunque curiosa, no preguntó más.

- Me llamo Kobayashi Aika -finalmente habló, Shuka arrugó las cejas murmurando algo en voz baja antes de asentir en reconocimiento, al parecer.

- Saito Shuka -hizo un pequeño asentimiento de cabeza y siguió con lo suyo, balanceo los pies ahora un poco más tranquila con la Omega.

Aika la observó un poco más, curiosa por el comportamiento pero formó una sonrisa, finalmente había conocido a la Omega con olor a galletas.
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mE INSPIRÉ, DIOS, AAAAH, pues aquí estamos, Kyanshuka, sisi, incluso me dieron ganas de hacerle una historia aparte ajdksks pero ya veremos, espero les haya gustado sisi.

Aunque cortito espero que si les guste y eso, me inspiré viendo el ocaso y recordando algo, yaya, mucho blah, blah, ahora si los dejo sisi.

Gracias por leer<3.

- Aure.

Iridiscencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora