VIII. Inesperado encuentro

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Habían pasado varios días desde que nuestros protagonistas partieron del castillo de Askr a la aventura. La mejoría de Kiran con respecto a sus sentimientos encontrados por Freyr era notable; las pesadillas se habían esfumado, y podía hablar con él sin sentirse bajo presión. Aún así, la ansiedad perduraba e incluso iba en aumento. Lo que Kiran lo lograba entender era... ¿Por qué?
La joven esperaba a Freyr junto a una fuente. Se detuvieron en una aldea para comprar alimentos, pues ya comenzaban a escasear. El soberano de Ljósálfheimr se había ofrecido personalmente para hacer las compras, pues quería aprender... Por su cuenta. Kiran esperaba que no tuviese mayores problemas y, por encima de todo, que no arrasara con la bolsita de monedas que le entregó. Sabía que no lo haría a propósito, pero ese era todo el dinero que llevaba encima.
Desvió la mirada en todas las direcciones, buscando la ya familiar silueta de su compañero. Pero no lo vio en ningún lado, y ya había pasado un buen rato desde que se marchó.

  - Aquí, Kiran

La joven miró hacia adelante y se llevó un susto de muerte al verlo tan cerca. Se apoyó en los bordes de la fuente mientras jadeaba. ¡Ni siquiera lo había escuchado acercarse!

  - No vuelvas a acercarte de esa forma, por favor- Imploró -O me va a dar un infarto...- Freyr asintió con la cabeza -¿Qué conseguiste en los mercados?

El soberano de Ljósálfheimr dejó sus bolsas de compras junto a la fuente. Kiran las abrió para examinarlas minuciosamente y llevar la cuenta de la comida que tenían.
Arrugó la nariz al captar el apestoso aroma a putrefacción.

  - Freyr... ¿Qué es esto?- Preguntó la joven al sacar algo. Era un trozo de masa ovalado cubierto de moho.

  - El vendedor dijo que era pan, aunque no estaba muy seguro de si debía lucir así

Kiran puso los ojos en blanco. Freyr podía ser muy sabio y toda una deidad respetada tanto en Ljósálfheimr como entre los humanos... Pero desconocía completamente cosas tan cotidianas como aquella. Eso la sorprendió y enterneció en partes iguales. No era su culpa, al fin y al cabo. Él no necesitaba comer por necesidad, y seguramente nadie en Askr se molestó en enseñarle ese tipo de cosas. Esa responsabilidad caía en sus hombros ahora mismo y, por alguna razón que desconocía —o más bien, prefería ignorar—, estaba emocionada con ello.
Mientras continuaba revisando la comida, desechando gran parte por estar en mal estado, la joven miró al soberano de Ljósálfheimr.

  - Bien, todo lo que ves ahí- Señaló la bolsa de tela con la comida en mal estado -Es lo que no puede salvarse. ¿Dónde compraste estas cosas? ¿Queda dinero?

Freyr entregó la bolsita. A Kiran le sorprendió que aún quedara la mayoría del dinero. Luego, miró de un lado al otro, como si estuviera intentando recordar de dónde había venido. La invocadora reprimió un suspiro.

  - No importa. Ven conmigo- Tomó su mano, recogiendo las compras del suelo -Te enseñaré algo que seguro te resultará útil durante tu estadía en Askr

  - Como tú desees, invocadora. Cualquier saber que desees compartir conmigo es bien recibido- Inclinó la cabeza en señal de aprobación.

Condujo a Freyr de regreso al mercado del pueblo, y él la siguió en silencio. No parecía perturbado por haber cometido un error como aquél.
Ambos se detuvieron junto a un puesto donde vendían fruta tropical. Kiran se volvió hacia Freyr.

  - Mira bien las frutas que hay aquí- Tomó un mango -Es así como deben lucir, ¿entiendes?

El dios cabra recibió la fruta. La palpó con ambas manos e inclinó la cabeza.

  - Normalmente la comida... Vegetal en buen estado es colorida. Cuando es demasiado dura le falta madurez, y cuando es café está demasiado madura- Prosiguió la joven -Y...

яεαℓι∂α∂ σηιяιcα  (Freyr x Kiran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora