Capítulo VI

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Los cuerpos empiezan a pesar, a estar cansados, pero mientras hay música hay ganas de seguir disfrutando, de querer pasarlo bien y no querer marcharse. Raoul está sentado en una de las mesas donde fue la comida, hablando con las amigas de Cristina, riéndose y sacándose fotos. Porque los novios tuvieron el gran detalle de poner una cámara fotográfica de usar y tirar en cada mesa, para que a lo largo de la ceremonia fueran sacándose fotos de los momentos más divertidos para recordarlos, el caso es que la mayoría de las cámaras tienen casi todas las fotos, así que ellos ni cortos ni perezosos las cogieron todas y están gastándolas, haciendo el tonto.

Raoul se pone lo más serio que puede cuando ve a Agoney salir por la puerta que da acceso a la zona de baile.

-Os estuve buscando por dentro. - Habla Agoney acercándose a donde está el grupo.

-Hemos venido a descansar un poco, - hace una pausa. -Mis pies no aguantan un baile más. - Dice Belén.

-¿Necesitas algo?

-No, gracias. Aquí, Raoul - lo señala con la cabeza -ya fue a buscarme algo de beber.

-¿Tú quieres algo? - Le pregunta dirigiéndose a él.

-No, estoy bien así. - Contesta Raoul un poco vergonzoso después de los gestos que tuvieron dentro, mientras sonaba la música.

»Trajeron pizzas, ¿no queréis un trozo? -Pregunta en general.

Las chicas niegan con la cabeza, pero la cara de Raoul es completamente diferente.

-Raoul, estabas diciendo hace un momento que tenías hambre. - Habla Almudena. -Vete con Agoney a cenar algo.

-No, de verdad, estoy bien aquí. - Lo mira de reojo. -Cuando llegue a casa como algo.

-Ay, que pesado eres. -Suspira. -Venga, vete. - Le empuja por el hombro Belén.

Y sin mirar mucho a Agoney camina al lado de él, quién lo lleva hasta el fondo de la pista de baile donde están las cajas de pizzas y donde la música no es tan alta. Cuando llegan, varias de las cajas están abiertas con trozos de pizza dispares por ahí, Raoul coge uno de ellos y se lo mete en la boca, para darle un buen mordisco. Es la mano de Agoney la que le tiende una servilleta para que se limpie y no se manche.

-¿Todo bien? - Pregunta Agoney ante la frialdad que nota ahora mismo con el chico que tiene enfrente.

Raoul asiente con la cabeza porque tiene la boca llena y prefiere no hablar. Además tampoco sabría qué decirle. Porque claro que está todo bien, más que bien si no fuera porque tiene unas ganas locas de dejarse llevar por una vez en su vida y besarlo. Besarlo con todo el cosquilleo que le entra por el cuerpo cuando lo tiene cerca, no como el beso que le dio en la comisura como si se fuera a romper. Pero él no es así, él nunca es de hacer locuras, Raoul lo estudia todo antes de hacer nada. Y si lo hizo en ese momento fue porque estaba pasándolo bien, disfrutando y no siendo tan él.

»¿Te molestó lo que te hice antes?

"Ojalá haber sido capaz de seguirte el juego cuando me mordiste el labio" Es lo que Raoul piensa cuando por fin se atreve a mirarlo a los ojos, después de haberse comido la porción de pizza que tenía en la mano.

-No, tranquilo. Fue la euforia del momento, está todo bien. - Intenta disculparlo cuando Agoney en ningún momento lo hace.

-Raoul - Le pone una mano en el brazo. -No fue por la euforia del momento. - Y, sin dejar de mirarlo a los ojos, vuelve a hablar. -Yo quería hacerlo. - Se acerca un poco más a él. -Quiero. - Comienza a decir mientras acerca su cara un poco más a la contraria, rozando los labios al hablar. -Quiero besarte.

Con EscalasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora