Capítulo VII

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Está sentado en su cama de la habitación con un papel en la mano, cuando las chicas se asoman por la puerta.

−Raoul, ¿estás bien? − Pregunta Almudena desde la puerta.

−¿Y Agoney, dónde está? − Pregunta Belén sin dejar que el otro chico responda.

−Se ha ido − Contesta mirando el papel. −Me ha...

−¿Cómo que se ha ido? − Vuelve a hablar Belén, caminando hasta sentarse al lado de Raoul.

−Me ha dejado esto − levanta el papel doblado que tiene en las manos para que lo vean. −Es su número de móvil. − Miente.

−Bueno pues luego le hablas y nos cuentas que le pasó para que se fuera así, sin despedirse. − Dice Almudena antes de dar media vuelta y salir de ahí.

−Venga, vamos a desayunar − dice Belén levantándose y animándole a que él también lo haga.

−Ahora voy.

Cinco minutos más tarde, se levanta de la cama, guarda el papel en el bolsillo del pantalón y va hacia la cocina a desayunar. Tiene mucha hambre y es lógico y normal, lleva muchas horas sin meter nada al cuerpo, pero a la vez tiene el estómago revuelto.

−¿Conseguiste hablar con él? − Pregunta Belén, sirviéndole un café.

−Sí – vuelve a mentir. −Que tuvo una urgencia y se tuvo que ir.

Y aunque mienta, no lo hace del todo, pero tampoco es capaz de contar la verdad. Está en una tesitura en la cual nunca se encontró. Nunca tuvo un lío de una noche en la que cuando despierta al día siguiente el chico no está y le ha dejado una nota.

Después de dejarlo con su primera y única pareja formal, si daba la casualidad de que ligaba alguna vez, nunca los dejaba quedarse a pasar la noche. Siempre los invitaba a irse, porque para Raoul, dormir en su cama con alguien es una cosa muy íntima y no le gusta compartirla con cualquiera.

Y aunque la noche pasada no durmieron juntos, con esa nota en su mano, no sabe qué hacer.

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Agoney está mirando el móvil una vez más antes de volver a embarcar en el avión que lo llevará a Tenerife, pero no tiene ningún mensaje, ni tampoco ninguna llamada perdida. No sabe si hizo lo correcto o no, pero no le gustó nada que ayer al salir de la ducha, Raoul no estuviera en su cama y cuando salió para buscarlo encontrarlo durmiendo en el salón. Él no hizo nada, él no le forzó a hacer nada, lo que pasó fue porque los dos quisieron y que se haya comportado así después de todo, no le ha gustado. Por eso se fue de la casa antes de amanecer, no quería que ninguno de los dos tuviera que pasar por una situación incómoda.

Raoul, en cambio, piensa diferente. Él se fue a dormir al salón porque sabía que si se quedaba en la habitación, iba a pasar algo más y él no quería que pasara nada más entre ellos. Y sabe que si no pasó nada más, fue por él. Pero ayer mientras se duchaba por fin fue capaz de reconocer que lo que siente cada vez que ve a Agoney es algo que no puede controlar, pero a la vez tiene el presentimiento de que no puede dejarle entrar en su vida porque está seguro de que sería un auténtico caos.

Ahora sentado en la terminal del aeropuerto de Mallorca donde ya se encuentra para volver a su casa, se regaña porque tiene que hacer algo y no lo puede alargar más, además siente la necesidad de hacerlo. Así que sacando el papel que había guardado por la mañana en el bolsillo, lo vuelve a leer.

Siento muchísimo si te arrepentiste de lo que pasó,
que sepas que yo no lo hago. 654.758.596.

Ahí estaba otra vez la nota de su puño y letra que Agoney le había dejado sobre su cama, ojalá saber estudiar a las personas por la manera que tienen de escribir, porque ahora mismo podría descubrir más cosas de él.

Con EscalasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora