Capítulo 3

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¡Venganza!

En California las cosas no iban muy bien, de hecho, se podría decir que iban muy mal. Mike Wheeler había llegado a la ciudad hacía apenas unos dos días, estaba feliz de poder ver de nuevo a su novia, y también le alegraba ver de nuevo a su mejor amigo: Will Byers.

Esa tarde habían ido a patinar como forma de pasar el rato. Mike y Jane conversaban divertidos, ambos iban agarrados de la mano. Tras ellos, Will observaba todo a su alrededor, sin prestar mucha atención a lo que hacían sus amigos. No recordaba cuándo había sido la última vez que pisó ese lugar, él casi no salía de casa, pero, a decir verdad, extrañaba esas tardes eternas de juegos de Calabozos y Dragones con Mike, Dustin y Lucas. De cierta forma, encontrarse en la pista de patinaje lo devolvía a los tiempos antiguos, aunque de una manera muy distinta.

—Vengo aquí muy seguido, me invitan a muchas fiestas. —dijo Jane. En su rostro se plasmaba una gran sonrisa, estaba emocionada.

—Aahh tienes que usar calcetas con los patines. —comentó Will tras observar el calzado de Mike. éste llevó las manos a su cabeza, ¿cómo había podido olvidar eso?

—Puedes comprar unas por allá. —Jane señaló uno de los mostradores del lugar, Mike se puso en pie y se dirigió hasta el lugar mencionado.

—¿Por qué le mientes? —preguntó Will. Estaba nervioso, ¿hacía cuánto tiempo que no pasaba el rato con Mike?

—¿Eh? ¿De qué hablas? —la chica continuó abrochando sus patines, totalmente dispuesta a disfrutar un rato luego de todos los problemas por los que había pasado ese año.

—Mike, ¿por qué le mientes? —esta vez Jane se tomó el tiempo de mirarlo—. ¿Te invitan a muchas fiestas aquí?

—Eh... Una vez vine a una. —a chica bajó la mirada con vergüenza.

—Sí, del trabajo de mamá, y eso no lo mencionaste.

Ambos jóvenes permanecieron en silencio por unos segundos que parecieron eternos. Su incomodidad fue rota cuando Mike tomó asiento en medio de ellos, observando el color fosforescente de sus calcetines nuevos.

—Vean esto, pedí verde vomito, y me dieron verde vomito —dijo, entusiasmado. Jane le dedicó una sonrisa, y Will no supo qué decir. Quizás estaba arruinando la salida de sus amigos—. Bien, vamos.

Mike tomó de la mano a Jane, y ambos patinaron con dificultad hasta la pista. Will iba detrás de ellos, había una sensación extraña que lo atormentaba, se sentía de cierta forma vacía, se sentía como un estorbo o algo sobrante en ese momento de diversión. Quizás debió de quedarse en casa dibujando, cualquiera cosa sería mejor para él.

(...)

Por otro lado, Eddie se encontraba sentado en medio del almacén, en sus manos tenía un billete de cinco dólares que había encontrado entre las porquerías que guardaba Rick en ese basurero. Jugueteaba con él, haciendo dobleces sin sentido, hasta que recordó cómo se hacía un avioncito de papel. No hallaba qué hacer, todo era tan aburrido, ni siquiera había podido dormir bien, tenía sueño y simplemente no lograba conciliarlo.

—Eddie, ¿me copias? —el muchacho nombrado por la radio se sobresaltó al escuchar una voz ajena a la suya.

—¡Mierda, Dustin! ¡Me asustaste! —se quejó, dejando de lado el avión que había hecho con el billete.

—Lo siento. Creo que no te vamos a poder visitar esta tarde. —Eddie frunció el ceño, por él estaba bien, se quejaría si no tuviera comida, pero la tenía.

—Está bien, pero probablemente termine muriendo del aburrimiento aquí adentro —se quejó—. Amigo, este lugar es un asco, una rata podría comerme en cualquier momento.

In My Darkest Hour    ♡Steddie♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora