Esa tarde Hawkins parecía estar demasiado tranquilo, los rayos del sol eran bastante agradables, y por un momento, Jason creyó que todo lo sucedido esos días había sido únicamente una pesadilla horrible. Él había vivido toda su vida en aquel pueblo, y lo más malo que había escuchado, probablemente fue la desaparición de Will Byers hacían ya tres o cuatro años atrás. No entendía qué estaba sucediendo. Sentía que su cordura estaba a punto de perderse; ni siquiera pudo darse el tiempo para lamentarse por la muerte de su novia, y ahora se encontraba ahí, dentro de su vehículo, manejando hasta la casa de uno de los integrantes del “Hellfire Club” para buscar al asesino de Chrissy.
Estaba decidido a vengarse de ese mal nacido, y se encargaría de dejarle en claro que Hawkins no era un pueblo que perdonara a las mentes enfermas como lo era la suya. No estaba dispuesto a dejar que ese hijo de puta se saliera con la suya, se iba a arrepentir de sus acciones.
—¿Jason? ¡Jason! —lo llamó uno de sus amigos, que iba en el asiento de acompañante—. Acabas de pasar la casa del raro, ¿qué te sucede? ¿Estás bien?
Jason frenó de inmediato, sacudió su cabeza suavemente y volvió la mirada al chico a un lado suyo.
—Lo siento, yo… Estaba pensando algunas cosas, pero estoy bien. —una sonrisa desganada se formó en su rostro, que fue suficiente para tranquilizar a su amigo.
Gracias a su descuido tuvo que retroceder hasta quedar afuera de la casa que le habían dicho pertenecía a ese raro amigo de Munson. La cortina del garaje estaba corrida hacia arriba, y a simple vista pudieron ver a tres chicos tocando instrumentos; estaban en el lugar correcto, y quizás su venganza sería consumada en ese mismo instante, acabando con todo.
Un intercambio de miradas silenciosas, que Lucas evitó con recelo, fueron suficientes para que todos bajaran del auto y se encaminaran hacia la vivienda. Los chicos que los vieron llegar detuvieron la melodía que estaban tocando al notar que se dirigían a ellos.
—Llegaron temprano ¿eh? El show es la próxima semana. —informó Gareth, un chico de cabellos castaños y rizados, que había estado tocando la batería minutos antes. Jason lo miró burlón.
—Ah, ¿lo que tocaban era música? —Gareth le dedicó una mala mirada, que Jason ignoró—, estamos buscando a Eddie Munson, es parte de su banda, si es que así se le puede llamar-
—¿Qué les importa? —lo interrumpió el rizado.
—Tenemos asuntos pendientes. —ambos chicos intercambiaron miradas desafiantes, y permanecieron en un tenso silencio que duró por varios segundos.
—¿Lucas? ¿Qué haces con estos patanes? —preguntó Gareth apenas se percató de la presencia del nombrado. Sinclair bajó la mirada, apenado. Jason giró hacia él y lo observó con recelo.
—¿Los conoces, Sinclair? —interrogó el rubio.
Lucas permaneció en un largo silencio. Al parecer llevar una doble vida ante sus compañeros de equipo había sido una mala idea, y el que lo descubrieran había sido más temprano que tarde, a menos que inventara una buena excusa.
—Conocen a mi hermana —dijo, sonriendo internamente. Tal vez se había librado por esa ocasión—. Trataron de reclutarme a su…
—Lucas, ¿qué te pasa? —preguntó uno de los chicos, extrañado por la actitud de su amigo.
—Estamos buscando a Eddie, amigo. —finalizó. Luego buscaría una explicación para ello.
—Pues no están ciegos ¿o sí? No está aquí. —dijo Gareth, molesto.
Para ese momento, Jason comenzaba a desesperarse. Estaba completamente seguro de que esos frikis estaban escondiendo al líder de su culto porque sabían lo que Munson había hecho y lo estaban encubriendo. Decidió que la manera más fácil de sacarle información a esos idiotas iba a ser utilizando la fuerza bruta, así que, sin pensarlo mucho más, alzó su brazo y cerró su mano en un puño, soltando un golpe directamente al rostro del rizado frente a él, que cayó al piso gracias al impacto.
Lucas lo observó todo, impactado. No esperaba que las cosas se dieran así. Inmediatamente Gareth se reincorporó, Jason lo tomó del cuello de la camisa y lo acercó a él.
—¡¿Dónde está?! —gritó alterado. En sus ojos se reflejaba la furia misma, y Gareth pudo presenciarlo de cerca.
—¡No lo sé!
Aquel garaje decorado con posters de bandas de metal e instrumentos musicales dio lugar a un frenético forcejeo entre Jason y Gareth, siendo este último sometido por el más alto. Jason lo tomó con fuerza y lo empujó, el rizado cayó al suelo, derribando la batería que fungía como su instrumento.
Jason caminó hasta él, dejándolo sin tiempo para ponerse en pie o recuperarse. De forma amenazante, y con la intención de ser lo más cruel posible, el capitán del equipo de baloncesto colocó su pie sobre la mano del contrario, aplicando fuerza, haciendo que Gareth se quejara del dolor.
—¡No puedes tocar la batería con una mano rota! —dijo entre dientes, totalmente molesto. Pisó más fuerte la mano del rizado, escuchando los tronidos que provocaba su pie, asumiendo que eran los huesos rompiéndose.
—¡Dustin!
—¡¿Qué?!
—¡Dustin Henderson! —al escuchar tal confesión, Lucas se preocupó. Ahora uno de sus amigos había entrado al juego, y no dudaba que Jason y sus secuaces fueran capaces de ir a buscar al chico.
—¡¿Qué?!
—¡Dustin Henderson! ¡Él también estaba buscando a Eddie, tal vez lo encontró! —confesó Gareth, sintiendo su mano arder.
—¿Viste? No fue tan difícil… Ahora, ¿dónde podemos encontrar a Dustin?
Las cosas cada vez se estaban poniendo peor con el pasar de las horas, y comenzaba a creer que ya todo se estaba saliendo de control. Estaba seguro de que el “hablar las cosas” de Jason, no iba a ser como tal una plática, ni mucho menos un interrogatorio amable.
(…)
California.
Después del incidente con el patín no hubo más que una cena insípida en la que ninguno puso mucho de su parte para prestar atención a lo que Joyce les estaba contando. La mujer les avisó que tendría que hacer un viaje de trabajo, y eso también incluía a Murray como invitado; ellos no lo discutieron, de hecho, Jonathan parecía encontrarse en otro mundo, Argyle —su extraño amigo— se encontraba igual que él. Will permanecía pensativo, pero fue el único que prestó la suficiente atención al aviso de su madre. Mike ni siquiera había tocado su plato de comida, y en su expresión había un rastro muy notorio de frustración. Jane tampoco había tocado su plato, ella estaba molesta y triste, así que, tras pasar un buen rato —que le pareció bastante incómodo— sentada a la mesa con su familia y amigos, decidió que lo mejor sería retirarse a su habitación.
A la mañana siguiente los ánimos no eran para nada distintos. La tensión del día anterior continuaba presente en el ambiente, y todos los habitantes de la casa parecían estar dispersos, cada quien en su asunto.
Jonathan se había encargado de preparar el desayuno, que consistía en unos wafles con jugo de naranja. Mike y Will fueron los únicos que bajaron a comer, puesto que Joyce había salido bastante temprano, y Jane se negaba a salir de su habitación.
Con todo lo sucedido la noche anterior, había algo que rondaba la mente de Mike, y no había encontrado el momento oportuno para hablar de ello con Will. Tras juguetear unos minutos más con su tenedor, el pelinegro se dispuso a hablar.
—Will… —lo llamó. El mencionado volvió su vista a él, pues había estado observando atentamente la televisión.
—¿Qué pasa?
—Ayer en la pista me dijiste que Ce no me había estado diciendo toda la verdad, ¿a qué te referías con eso? —Will bajó la mirada, apenado. Quizás ese tema no le correspondía a él, es decir, únicamente lo había mencionado para evitar que Angela y sus amigos le hicieran algo malo a Ce.
—Ah, eso… Bueno, supongo que Angela y Jane no son tan amigas como pensábamos, es todo. —Mike entrecerró los ojos, dudoso, pero no quiso indagar más.
—Bien, como sea, voy a llevarle esto a Once.
Mike tomó el plato de comida que pertenecía a su novia, para luego subir las escaleras y perderse en el pasillo. Will permaneció sentado en el comedor, y a los pocos minutos Jonathan también tomó asiento, colocando una tasa de café y un plato con wafles en la mesa.
—Oye, esta tarde podemos ir a los videojuegos, Argyle dijo que había un local no muy lejos de aquí. —propuso el mayor, entusiasta. Will le dedicó una gran sonrisa, y asintió varias veces.
—¡Seguro! Y luego podemos comer pizza, mamá dejó dinero. —Jonathan confirmó con un asentimiento. Le alegraba ver a su hermano feliz, es decir, desde que se habían mudado a California, pocos eran los días que podían observar su radiante sonrisa y ese brillo de emoción que caracterizaba su mirada.
Antes de que Jonathan pudiera llevar la tasa a sus labios para dar un sorbo a la bebida caliente, el timbre de la entrada resonó en el lugar; los hermanos intercambiaron miradas, y de inmediato una sonrisa juguetona apareció en el semblante de Will.
—¿Cuánto apuestas a que a mamá se le olvidó algo? —dijo. Jonathan negó.
—Oh no, yo no voy a apostar por eso. —estaba claro que perdería.
El mayor se levantó de la mesa y se dirigió a la puerta de entrada, giró la manija esperando encontrarse con aquella expresión apenada de su madre, que seguro habría olvidado algo tan importante como su bolso o sus llaves. Cuál fue su sorpresa cuando ante él aparecieron dos hombres con el uniforme de la policía. Uno de ellos le dio los buenos días y le mostró su placa.
—Buscamos a Jane Hopper, ¿están sus padres o tutores? —dijo el oficial, con un tono tan serio que logró intimidar al mayor de los Byers. Al notar que Jonathan no volvía, Will caminó a la entrada y se colocó a un lado de su hermano.
—Ah, no… Su madre no está, pero yo soy su hermano. —Jonathan estuvo a punto de decirles que Jane no se encontraba en casa, o cualquier otra cosa, hasta que notó que uno de los oficiales llevaba su mirada al interior de la casa.
—¿Tú eres Jane Hopper? —preguntó el oficial. Ambos giraron hacia el interior, donde pudieron observar a Jane, que los miraba con preocupación.
ESTÁS LEYENDO
In My Darkest Hour ♡Steddie♡
FanficUna historia más de esta pareja. "-Gracias por estar ahí en mi hora más oscura, Steve..." ADVERTENCIA Este escrito puede contener escenas +18.