💚 Damian Wayne

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—¿Estas seguro acerca de esto? —preguntaste con nerviosismo.

Un suave apretón en tus muslos te hizo mirar hacia abajo. Damian te sonrió y su mirada pasó de tus ojos a tu feminidad.

Tus rodillas crearon pequeños cráteres en el colchón junto a su cabeza y tus manos se extendieron por la pared para mantenerte erguida.

—Está bien. ¿Alguna vez te he descarriado? —preguntó.

Innumerables veces, no es que todo no saliera bien al final. De alguna manera tenía un punto. Te abstuviste de poner los ojos en blanco, con el estómago revuelto ante la vista debajo de ti. —¿Pero y si te asfixio? —no dejabas los nervios a un lado.

Su sonrisa se iluminó—. No podría pensar en una mejor manera de morir, que entre tus lindas piernas —dijo sin vergüenza.

—Cierra la boca —tus mejillas ardieron por su respuesta. Miraste hacia otro lado que sirvió de poco, considerando la vista que tenía de tu intimidad. Casi cerraste las piernas antes de darte cuenta de que aún tenías su cabeza entre ellas.

Apretó tus muslos de nuevo—. ¿Vas a sentarte o qué? —volvió a preguntar.

—Yo... —suspiraste y sacudiste la cabeza, incapaz de formar palabras. A pesar de su confianza, todavía te aferraste al poco miedo que tenías aún—. Se paciente.

Él se rió de tu exasperación. Empezaste a bajar y Damian sopló aire en tu feminidad, haciéndote temblar.

Ante tu ceño fruncido, él solo sonrió y levantó las cejas. Estaba tratando de sacarte de quicio. Y estaba funcionando.

Rezando para que realmente lo aplastaras, te sentaste parcialmente, manteniendo suficiente espacio para que él respirara si se movía lo suficiente.

Aparentemente, ustedes dos no estuvieron de acuerdo con eso, ya que tiró de tus muslos. Perdiste el equilibrio y te sentaste completamente sobre él. Congelada y rígida, trataste de levantarte de nuevo.

Pero él mantuvo un fuerte agarre para sujetarte. Te sonrojaste, sabiendo que él no podía respirar en esta posición, pero pronto derritió tus preocupaciones.

Damian primero husmeó en tu raja, sus labios se separaron para soplar más aire dentro de ti.

Te hizo retorcerte y, a su vez, te apretó los muslos. Su lengua salió disparada, lamiendo una raya. Llevó su atención a tu clítoris, mojando el capullo con la parte plana de su lengua. El calor de su aliento solo enfrió la saliva húmeda que ahora te cubría.

Tu cabeza colgaba hacia abajo, los gemidos rastrillaban a través de ti. Seguro que sabía cómo usar su boca.

Tus ojos se cerraron una vez que cerró sus labios alrededor del capullo, lamiendo y chupando. Involuntariamente empezaste una cadena de gemidos fuertes.

Era implacable. Diligente, tan despiadado con tu feminidad como lo fue en el campo de batalla.

Deberías haber sabido que su bocota podía hacer más que soltarte comentarios sarcásticos. No mostró signos de detenerse, dejándote chocar contra su rostro con un abandono imprudente.

La presión dio un nuevo giro cuando su lengua se deslizó más allá de tu entrada, el músculo húmedo empujó contra tus paredes. Tus manos se deslizaron por la pared del dormitorio, las piernas temblando alrededor de su cabeza.

Bajaste una mano, tomando un puñado de sus cabellos negros. Damian tarareó en tu interior, encendiendo tu cuerpo en llamas, más caliente que mil soles.

Luchaste para encontrar apoyo en la pared. En cambio, tu mano volvió a caer sobre su pecho mientras tirabas de su cabello, montando su rostro.

Cogió el ritmo, lamiendo todo lo que le diste y echaste la cabeza hacia atrás. Tus caderas rodaron más rápido, tratando de empujarte más cerca de él.

Cuando no pudiste soportarlo más, Damian te apartó de él, con la boca aún unida a tu feminidad. Rebotaste en el colchón, retorciéndose, tirando de su cabello mientras tu orgasmo te golpeaba en oleadas. Él estuvo allí en cada paso del camino, sosteniéndote por los muslos y manteniéndote pegada a él.

Tu mitad inferior sufrió un espasmo, incluso cuando él se apartó. Damian sopló aire en tu sensible feminidad, riéndose de tu debilidad contra la nada.

Sus ojos se elevaron hacia tu expresión nerviosa y se limpió la boca y la barbilla con el dorso de la mano. Sus labios brillaron, manchados con una parte de ti.

—Te dije que no me asfixiaría —mencionó.

Dejaste caer tu cabeza sobre el colchón, poniendo un brazo sobre tus ojos. De alguna manera, eso te quitó toda tu energía y no hiciste nada del trabajo.

Tus respiraciones salían trabajosas, sin embargo, una calma te invadía. Damian se abrió camino hasta tu lado, besando tu cuello y barbilla. Lo apartaste débilmente.

—Eres un inútil —le dijiste aún cansada.

—¿Estás pidiendo más o es una orden? —interrogó con una sonrisa arrogante.

Cerraste las piernas instintivamente—. Dame un respiro.

Él se rió—. Bien, bien —besó tu sien, su mano fue cayendo a tu cadera—. Lo hiciste genial.

No dijiste nada, lo único que pudiste darle fue una débil sonrisa cansada.

—Ahora acuéstate boca abajo, aún no hemos terminado —te ordenó en un tono mandón.

No ibas a quejarte, admitías que ibas a pasártela bien con él.

Este chico iba a ser tu muerte.

BatBoys x Reader One Shots (traducciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora