Herencia [D. L.]

Capítulo 8: Muerto.

—Oh, pero parece que olvidas a una persona —dijo Kino con malicia.

—¿Quién podría ser?

—Ja, hablas como si no lo supieras, pero también sabes que hay alguien que siempre odió a Karlheinz —mirándola fijamente continuó—, Richter.

Subaru lo observó unos instantes antes de responder: —Lamento informarte que él no pudo hacerlo.

—Interesante, como él te ayudó ahora lo defiendes.

—Eso no tiene nada que ver con esto. Richter no pudo haberlo asesinado.

—¿Por qué estás tan segura de eso? —interrogó.

—Por el simple hecho de que Richter ya está muerto.

Se hizo un silencio sepulcral durante unos instantes, la cara de Kino reflejó una clara incredulidad pero no habló hasta que recobró la compostura.

—¿Lo mataste? —dudó.

—No.

—¿Entonces cómo murió?

—Al parecer fue asesinado por los cazadores en un desacuerdo, ellos mismos fueron cooperativos y me entregaron sus cenizas hace poco más de un año —respondió sin mucho pesar sentándose sobre su ataúd.

—¿Cazadores entregando las cenizas de un vampiro? Eso sí es interesante —entre

—Mn...

Subaru ni siquiera se molestó en seguir el juego de Kino, la noche empezaba a ceder ante el amanecer provocando que la sensación a somnolencia invadiera la habitación.

—Si no tienes nada más que decir, vete —le dijo a Kino tras un pequeño bostezo.

—Tan fría, aunque vine especialmente para verte después de diez años, así es como tratas a tu hermano mayor —se quejó—. Mi corazón duele, Subaru.

—No es mi problema, además... estoy segura que nos veremos más tarde, aún no se ha leído el famoso testamento.

—¿Testamento? ¡¿Karlheinz dejó un testamento?!

—Eres una verdadera molestia, si quieres saber más tendrás que ir al Edén o lo que quede de él.

—Entiendo...

Con esto último Subaru abrió su ataúd y, sin demora, se metió cerrando la tapa desde dentro ignorado los balbuceos de Kino mientas cerraba sus ojos para poder procesar todo lo que ocurrió y obviamente también descansar.

Un largo día se aproxima.

[Continuará]