El reloj se movía al compás de la plática mientras un sirviente dejaba el té sobre una mesilla con esperanza de aligerar el ambiente, claro que dudaba que alguien lo fuese a beber dada la situación. La infusión tenía una fragancia tan deliciosa que resultaba totalmente insoportable, le recordaba los bellos momentos que paso con su antiguo amante sin embargo prefirió no tocar el tema.
No era de su incumbencia. Ya no tenía dieciséis años, no podía destruir cosas e irse sin dar explicación, había madurado en estos diez años, su blanco cabello descendía hasta su cintura atado con una fina cinta, se veía femenina, con un aspecto delicado e intelectual pero seguro, completamente diferente a su antiguo ser rebelde y explosivo, tanto así que sentía una constante mirada sobre sí.
—¿Acaso tengo algo en la cara, Ayato? —habló por primera vez. Su voz era suave y a la vez intensa, desprendía autoridad, definitivamente era como escuchar hablar a otra persona.
Con una leve sonrisa Ayato siguió observándola, cerca de él se escuchó una tenue risa, al parecer no era la única que había cambiado, tanto Ayato como Laito parecían estar mucho más agraciados, eso fue un gran alivio para ella, sinceramente le preocupara que sus hermanos siguieran igual que antes, pero al parecer pudieron madurar –ya sea para bien o para mal– se notaba que ahora tenían veintisiete años.
—Jaja... estos años te han favorecido bastante, aun así, tu esencia sigue estando ahí —sonrió cálidamente como si de un niño pequeño se tratase.
Sin responder mostró una dulce sonrisa llena de serenidad. Fue más una muestra de agradecimiento que otra cosa. Hubiera deseado que el momento perdurara, pero como siempre el destino tenía otros planes.
[Continuará]
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Herencia [D. L.]
Hayran KurguHabía pasado una década desde que abandonó ese maldito lugar, cuando decidió dejar todo atrás y comenzar de nuevo. Y pensar que un misterioso asesinato la obligaría a regresar a aquella mansión, donde vivió su niñez y adolescencia, sólo por tener la...