Capítulo ocho

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Por primera vez en lo que llevaba del mes se sentía cómoda y quería guardar aquella sensación dentro de un frasco.

Edward la acompañaba en todo momento, en ocasiones se mantenía a raya y otras despotricaba; todas aquellas veces en las que creía tener la razón. Pero Clarke ya estaba acostumbrada a su presencia, secretismo y ayuda.

Si bien no conocía mucho de Edward, de quien aprendió bastante fue de Jefferson.

Llegaron a su vida prácticamente al mismo tiempo, aunque podía decir con seguridad que Jefferson era a quien conocía mejor. Conocía su nombre, sobre su familia, sus gustos y uno que otro dato que para el momento no parecía ser de importancia, pero que seguro tenía una función en el futuro. Por ejemplo, el hecho de que llevaba el olor a pino pegado a la ropa, como si se restregara contra cualquier conífera aromática que se encontrara en el camino. De Edward solo sabía el nombre y su timbre de voz, el resto era un vacío que esperaba llenar.

Jefferson agitaba la mano desde su lugar en el moderado laboratorio de biología. Clarke se acercó con una sonrisa plantada en los labios percatándose del esquema de rana diseccionada que él guardaba en su libreta.

—Esto te va a encantar —murmuró ella, acomodando su falda para sentarse.

Jefferson echó su asiento hacia atrás y se giró a mirarla—. ¿No te gusta estudiar anatomía?

—Tal vez no, pero al menos usar los modelos en línea impide que algún tonto se ponga a jugar con el cadáver de algún pobre animal y, aparte, los cadáveres de rana huelen pésimo.

—Algunos animales juguetean con sus presas antes de comerlas —pensó él en voz alta, llevándose el bolígrafo entre los dientes.

—No creo que nadie aquí vaya a meterse una rana a la boca porque sí —dijo en broma, aunque existía la posibilidad de que alguno de la clase fuera capaz.

Revisó su bandeja de mensajes contestando a los buenos días que Hudson le envió horas atrás y aprovechó de escribir un recordatorio en sus notas.

—Clarke —la llamó desde el costado, más cerca de lo que ella esperaba. Lo miró con el teléfono entre los dedos esperando a que continuara—. ¿Hacemos el reporte en mi casa?

No era precisamente lo que él quería preguntar, pero le bastaba con ello. Al menos eso creía.

—Seguro, no hay problema.

Desde que Jefferson puso un pie en Dreyton todo le parecía fuera de lugar, partiendo por el hecho de que su vida puesta de cabeza. Disfrutaba de la seguridad de haber nacido en una buena familia, tenía un buen apellido y unos padres que parecían amarlo más de la cuenta, pero también tenía unos cuantos secretos.

Secretos que creía suyos hasta su décimo octavo cumpleaños, unas semanas atrás.

Pero más allá de los secretos había algo que le preocupaba aún más que no ser el que todos esperaban. Y eso era el novio de Clarke Halsey, poco lo había visto en lo que llevaba en la ciudad y poco le bastó para entender que era un cazador.

Sospechas que resultaron ser verdad, cuando su hermana menor aseguró haberlo visto merodeando por el bosque junto a uno de los cazadores más viejos.

No obstante, y por más que la observara, Clarke no parecía ser una cazadora como su novio. No tenía la estatura ni el físico como para competir con uno de los de su clase y tampoco creía que con un arma pudiera salir viva de un enfrentamiento. Además, estaba claro que ella no tenía idea de lo que sucedía, de lo contrario, sabría que Eleonora había sido el lobo en las duchas en un intento por tomarle el pelo.

Blood Moon [BM #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora