Cuando era niña solían decirme que el tiempo lo curaba todo… Aún así, el tiempo se empeñaba en lastimarme más de lo que me permitía sanar. Así que no, no sentía que el tiempo me estuviera curando.
Mamá y yo solíamos jugar a imaginarnos 12 años en el futuro, se preguntarán «¿Por qué doce?» Bueno… era el orden contrario de la edad en la que ella me tuvo. Sin embargo, estando ahora a esos doce años en el futuro puedo decir que no es nada a como lo imaginábamos…
«Me faltaba ella»
“El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”, fue lo último que me dijo; lamentablemente cuando la perdí no supe convertir ese sufrimiento en opción, tardé mucho en superar su muerte. A decir verdad, aún la extrañaba; pero ya no dolía tanto como antes.
– Señorita, su pase para abordar - me pidió el encargado para poder subir al avión
– Aquí tiene- le extendí mi boleto con la mano un poco temblorosa
– ¿Se encuentra bien?
– Sí - al menos eso intentaba pensar desde que compré mi boleto de avión
Muchos lidiaban con sus emociones de diferentes maneras: alcohol, sexo, drogas, arte…
¿Yo? Bueno, yo compré un boleto de avión. ¿Por qué? Porque tenía miedo de afrontar la realidad, de regresar a lado de quién me acababa de destrozar en todos los aspectos posibles, supongo que era otra cosa más que sumarle a la lista de lo que el tiempo debía curar.– Su mascota debe permanecer en la jaula - advirtió el encargado - que tenga un buen viaje
– Gracias- miré hacia atrás
Era triste darme cuenta que ella no vendría a detenerme
– Señorita ¿Abordará? - mi corazón estaba acelerado, apreté con fuerza el mango de la jaula de spaghetti (mi gato)
Sentía que no iba a ser capaz de abandonar a la persona que amaba aunque me hubiese herido
– Lo lamento, sí abordaré - continué mi camino
Había situaciones por las que era mejor no mirar hacia atrás.
« Las compuertas se cerraron, adiós Italia, adiós Helena »
Después de la muerte de mamá cuando yo tenía recién cumplidos los catorce años, fue su padre el que me cuidó, el abuelo Santiago; un hombre culto y cálido.El abuelo Santi cuidó de mí hasta que cumplí 19 años, como ya era mayor de edad en mi país, decidí recorrer Europa para al menos ya no sentirme tan triste, porque desde que murió mamá sentía un inmenso vacío. Ahora tengo 25 años y estoy apunto de aterrizar a casa, casi en las mismas condiciones en las que me fuí.
– ¿Qué diría el abuelo de nosotros, Spaghetti?- sequé mis lágrimas mientras acariciaba a mí gatito
– Señorita, su mascota debe permanecer en su jaula - me llamó la atención una amable azafata
– Lo lamento - volví a meter a spaghetti en su jaula y la azafata me extendió una servilleta
– Está bien - ella sonrió con compasión y tomé la servilleta que me ofrecía- un corazón destrozado no es algo fácil de lidiar, pero nada que el tiempo no cure - odiaba ese dicho
– Gracias - le contesté con la misma amabilidad con la que me trató, no debía descargar mis frustraciones con las personas; ella asintió y se retiró
Miré el cielo nocturno que se dibujaba en mi ventana… pronto dejaría de estar en Italia y estaría del otro lado del mapamundi, adiós Europa, hola América.
~ 7 años atrás ~
– Lucía, estás en edad de estudiar la universidad, no de irte a turistear - habló la voz grave de mi abuelo
– Lo sé, pero ya tomé mi decisión. Me iré a Europa- el abuelo bajó la mirada pensativo- me irá bien abuelo… me has cuidado bien, pero ya no seré una carga
– ¿Carga? Nunca lo has sido, eres y siempre serás un pedacito de mí vida- sequé las lágrimas que se deslizaban en mis mejillas por aquellas palabras - Ven aquí - me abrazó
– Necesito irme papá Santi - él me estrechó aún más, no parecía querer soltarme
– Yo también la extraño… se suponía que yo debía morir antes que mis hijos. Se suponía que así debería ser la vida
– No hay que culparnos abuelo, mamá no hubiese querido eso - recargue mi cabeza en su hombro
– Eres lo único que me queda de ella… ¿En serio quieres irte?- me separé de él y lo miré a los ojos con determinación
– Lo necesito abuelo, además, tienes al tío Francisco
– A ese mequetrefe no me lo recuerdes. Se va a casar con la mujer equivocada, pero no me hace caso, terminará divorciado, ya verás.
– Sino te llega la invitación a la boda no te sorprendas- me burlé
– Lucía Madrigal - entonó mi nombre con severidad asustándome - quédate, por favor… - habló con una voz más suave relajando su semblante - Irte no cambiará nada, créeme.
– Quizá no, quizá sí, pero te prometo que algún día regresaré, y estaré curada de toda esta tristeza que he cargado - él suspiró profundamente - sabes que me encanta viajar
– Ya que no puedo detenerte … toma - me dió una placa que usaban los pilotos para identificarse
– Abuelo… no puedo aceptarlo, es tuyo
Siempre que el abuelo me contaba sus historias de cuando era piloto, me enseñaba su placa, me decía que era su objeto favorito.
– Es tradición de la familia regalar algo cuando alguien está a punto de emprender algo difícil.
– ¿Qué le regalaste a mamá?- pregunté curiosa
– Algo que tú abuela Dalila me regaló y que a tu madre le encantaba quitarme - me miró con una leve sonrisa
– ¿Qué era?
– Un reloj de bolsillo - expresó melancólico
– Así que tú se lo diste… ella solía decirme que su tic tac la relajaba - el abuelo se acercó a mí sonriente
– Y ahora a ti te doy mi placa, porque me recordaste a mí cuando le dije a mi padre que sería piloto y no médico
– Entonces… ¿Me darás permiso?
– No, pero espero que tengas un buen viaje y cures esa tristeza que yo no he podido calmar - nos abrazamos
~ Actualidad ~
Altavoces: Les recordamos a los pasajeros que deben tener a la mano su pasaporte para revisión.
«Al fin había llegado a mi destino»
Me arrepentía de haberme pasado llorando todo el vuelo, mis ojos estaban hinchados para cuando aterricé.
Pasé a la revisión, cuando terminó me metí a una tienda en donde me compré los lentes de sol más obscuros que encontré y así seguí mi camino a la ciudad donde me crió el abuelo….
– Spaghetti, al fin dejamos Europa. Iremos con el abuelo - lo saqué de su jaula - pero antes de ir con él debemos ponernos de acuerdo de lo que le diremos
« Miau »
– Sí, sí, y también ponernos decentes
« Miau »
– Vale… y también comer, no me presiones - le rezongue al gato haciendo que algunas personas que pasaban junto a mi me miraran.
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Pensar en ti
Teen FictionPara Lucia que ha sufrido dolorosas pérdidas, los viajes siempre han representado una nueva oportunidad, después de irse de casa siendo tan joven, finalmente, decidió regresar a lo que recordaba como hogar. Pero como todo en la vida... Nada vuelve a...