Capítulo 2 Siento algo en ti

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¿Alguna vez se sintieron perdidos aún sabiendo el camino que debían tomar? Porque así me sentía, quizá fue porque estaba deshidratada y el sol estaba a su máximo punto, muy probablemente mi pobre cerebro estaba frito.

– Señorita ¿Quiere taxi?- interrogó un chófer de aspecto confiable

– Sí por favor 

– ¿Vas al centro? - preguntó una mujer de rasgos finos, labios rosados y cabello azabache

Ella llevaba puesto los mismos lentes de sol que yo, quizá ella también quería ocultar su tristeza… o simplemente estaba cuidando sus ojos del sol, no debía proyectarme en las personas.

– No, voy antes del centro

– Tendré que esperar otro taxi - se veía un poco impaciente, y de pronto me dio curiosidad de mirar lo que ocultaban sus lentes obscuros

¿Cómo serían sus ojos?... Yo tenía un «pasatiempo» algo inusual , me gustaba mirar a la gente y destacar los atributos que más me gustaban… lo sé, un poco acosador.

– Señorita, su gato se escapó - dijo el chófer señalando a spaghetti

– ¡Spaghetti! - grité corriendo hacía él

Cuando regresé con mi gato la mujer ya no estaba, y el taxi tampoco… 

– Non può essere serio… Que despreciable mujer - dije enojada

Tomé mi maleta, hice lo mismo con spaghetti y caminé hasta encontrar otro taxi, finalmente no tardó en estacionarse otro cerca de mí y lo abordé antes que otra loca quisiera robármelo.

– ¿Dónde la llevo? - preguntó el chófer

«¿Dónde?»

Esa pregunta tan fácil me causó muchos problemas… había olvidado la dirección para llegar a casa. ¿Cómo iba a olvidar algo tan esencial como el camino a casa?.

– ¿Me puede llevar al motel u hostal más cercano?

– Claro, eso queda hasta el centro; la tarifa subirá

"Gracias memoria" iba a pagar más sólo por olvidarte como llegar a casa.

– Sí, está bien.

– Perfecto - encendió el auto y arrancó

Mientras el taxi me llevaba al hostal estaba pendiente del camino para intentar recordar las calles, pero hasta los nombres habían cambiado; parecía otra ciudad.

– Señor ¿Qué pasó con la plaza que estaba en ésta calle?

Recuerdo que el abuelo me llevaba a comer a "La familia Pollo" un restaurante con las mejores alitas de pollo, estaba justo en la calle donde ahora veía un edificio sombrío.

– Lo demolieron hace 3 años, es una verdadera lástima, ahí me casé con mi novia

– ¿En la cabina del amor? - el señor asintió riéndose

– La leyenda es cierta, lástima que la demolieron - contestó con cierta tristeza en su voz

La cabina del amor estaba en la conocida "Estación-game" (un centro de videojuegos) y básicamente esa cabina era un juego popular porque niños y adultos podían casarse (de mentira obviamente). Decían que si te casabas en dicha cabina esa relación sería casi indestructible.

Y en mi latente tristeza me vino a la cabeza que si quizá me hubiera casado ahí con Helena… aún estaríamos juntas.

– Creí que eras extranjera, pero parece que eres de aquí - siguió hablando el señor

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