Rodrigo sabía que estaba siendo observado, siempre había alguien observándolo cuando estaba en público.
Le encantaban los clubes. Los amaba porque hacía difícil pensar en cualquier cosa horrible o de mierda con toda la música a todo volumen, el bajo siempre tan fuerte que su corazón latía al ritmo de la canción.
Estaba borracho, las venas zumbando con la sensación del alcohol y la pura adrenalina.
Oh, él sabía que estaba siendo observado, pero estos ojos eran conocidos, y eran depredadores, y mucho más hambrientos que los de los demás. Le gustaba ese sentimiento, ahora mismo, eso era emocionante.
No era demasiado difícil de distinguir entre la multitud, su pequeño acosador ansioso, mechones de cabello negro, ojos cafes que brillaban peligrosamente mientras lo miraban de arriba abajo y hacían contacto visual con Rodrigo, prácticamente instándolo a que se acercara.
Rodrigo decidió que le gustaba su apariencia de inmediato.
No era algo nuevo para él, ignorar a las chicas que se aferraban a sus brazos e irse a la mierda con otra persona, desaparecer por el resto de la noche con un nuevo chico o chica, sentir el placer que tanto ansiaba y merecia.
Sin embargo, lo que era nuevo para él era ser el jodido. Se había relacionado con chicos antes, pero siempre estaba en la cima. Algo en este tipo, aunque era diferente, era bien formado, mayor, más alto que él, como la mayoría de la gente en este lugar, y algo en él lo hizo querer probar algo nuevo para variar.
Después de todo, ¿de qué otra forma sabría si le gustaba?
El hombre sonrió un poco cuando notó que Rodrigo se acercaba a él, Rodrigo sabía que lo estaba mirando, ¿quién no? Mierda, él era el Rodrigo Carrera, todos tenían ojos para él. Y no todos esos ojos llamaban su atención.
"Bonita fiesta, ¿verdad?" El hombre lo saludó con voz áspera. Rodrigo se preguntó si era por la obvia lujuria con la que lo estaba examinando o si era una cosa de todo el tiempo. Esperaba que fuera esto último.
"Lo es si yo estoy aquí".
"Engreído."
"Siempre termino divirtiéndome, así que..." Rodrigo sonrió, deslizándose más en el espacio personal del hombre, con la mano arrastrándose por su pecho, inocentemente, si se le puede llamar así, "¿Bailas?"
El hombre se inclinó un poco hacia su toque, "Claro que sí, lindo". Una mano aterrizó en su cadera, arrastrandolas para que estuvieran al ras con las del hombre, se movía rápido, directo al grano, a Rodrigo le gustó eso, "¿Crees que puedas seguirme el ritmo?"
Sí, definitivamente le gustaba este chico. Podría decir sorprendentemente que no había escuchado eso antes, Dios mío, los bonaerenses y su falta de modales. Poniendo el listón muy bajo.