Varios días transcurrieron desde el primer beso entre Estela y Martín bajo la luz de la luna. La pareja dejó de resistirse a la fuerte atracción y al deseo que ardía entre ellos cada vez que se miraban. Decidieron darse una oportunidad, pero sin definir el tipo de relación que mantendrían: amantes, amigos con derechos, era lo de menos. Vivirían el momento sin pensar en lo que el futuro les tenía reservado.
La actitud enamorada de Martín llamó la atención de su familia, especialmente de su hermana con la que solía hablar seguido, siendo esta la primera en enterarse de la relación amorosa que mantenía con Estela.
Los siguientes que se interesaron en Estela fueron los padres de Martín. Invitaron a la joven a un almuerzo en su casa, querían conocer a la mujer que tenía a Martín en las nubes.
—¿Seguro este vestido me queda bien? —preguntó Estela a su madre. Giró varias veces frente al espejo, insegura de la vestimenta elegida—. Quiero dar una buena impresión a los padres de Martín.
—Te ves hermosa —dijo Leticia con sinceridad—. Hace mucho que no te veía tan emocionada por salir con un hombre. A decir verdad, nunca te vi en ese estado con ninguno de tus ex —sonrió, ver a su hija feliz le llenaba el alma.
—¿Seguro? ¿Y si mejor me pongo el vestido celeste de franjas blancas? —La inseguridad la sobrepasaba—. ¿O mejor un pantalón y una blusa?
—El vestido te queda perfecto, no me hagas repetirlo de nuevo —refunfuño la anciana—. Ven, siéntate. Te voy a hacer un bonito peinado.
Estela tomó asiento frente a la peinadora. Su madre le cepilló el cabello, lo trenzó y le dejó dos mechones sueltos que le dieron una apariencia elegante. Las inseguridades desaparecieron, se veía y se sentía linda.
—Gracias, mami. —Abrazó a su progenitora con cariño.
—Quedaste preciosa, más de lo que ya eres —respondió la madre mirándola con ternura—. Verdad, Lucas?
—¡Cuack, cuack! —Lucas agitó las alas, ufano.
—¿Ves? Lucas está de acuerdo conmigo.
—Gracias, Lucas, por el piropo. —Estela lo abrazó con amor.
—No te demores más, no querrás llegar tarde al almuerzo con tus suegros. —Leticia soltó una risita.
—No te adelantes, mamá. Te recuerdo que el matrimonio ya no está dentro de mis planes. Acepté tener algo con Martín como una última oportunidad de amar, pero solo el tiempo dirá lo que nos aguarda a los dos.
—Y hasta que el destino diga lo contrario, seguiré refiriéndome a ellos como tus suegros —susurró divertida.
Estela negó con la cabeza. Su madre sabía cómo salirse con la suya.
—Estela, tu cita llegó. —Andrés entró a la habitación—. Pero qué linda estás —soltó un silbido de aprecio—. Martín va a quedar noqueado cuando te vea.
—Gracias, hermano. —Andrés no solía tener muestras de cariño con ella y sus palabras la emocionaron demasiado—. ¿Quieres hacerme la corte de honor al bajar las escaleras? —alzó una ceja burlona.
—No abuses —esbozó una mueca jocosa—. Baja, que mi papá ya va en la tercera anécdota que le está contando a Martín.
En efecto, en la sala estaba Humberto charlando alegremente con Martín. Desde aquella vez que lo invitó a cenar, su familia lo había aceptado sin poner reparos, eso incluía a Andrés y a Lucas. Martín se los había ganado con su sencillez y la nobleza de su corazón.
—Buenas noches. —Estela carraspeó para hacer notar su presencia.
—Estela... qué bella estás. —Martín se levantó del asiento, embelesado por la imagen que le mostraron sus ojos. El cabello trenzado le recordó a un campo de trigo bañado por el sol; y el vestido blanco de flores rosas la hacían ver como un ser etéreo—. Siempre estás bella, pero hoy mucho más.
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Se busca esposo © (A la venta en Amazon)
RomancePodemos planear hasta el cansancio, pero las ocurrencias de la vida son únicas. Estela teme, ante todo, quedarse sola. Con dos relaciones fallidas, y con los treinta a la puerta, su más grande esperanza es escapar del sello de solterona. ¿El plan...