Epílogo

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Nueve meses después...



—Empuja, Empuja... Tú puedes. —Martín tenía la frente empapada de sudor a causa del nerviosismo—. Falta poco, empuja...

—No presiones, Martín, el baby ya va a nacer —recriminó Estela—. En lugar de motivar estás generando estrés.

—Lo siento mi amor, pero estoy muy preocupado. Está demorando mucho en salir.

—Quédate tranquilo, ya saldrá, solo se está tomando su tiempo —resopló a causa del calor.

—¡Cuack! —terció Lucas,  más preocupado que los demás.

—Lo sé, Lucas. Mantén la calma, todo irá bien. —Estela le acarició la cabeza—. Fíjate en mí y en Jazmín, las dos estamos de lo más sosegadas.

—¡Cuack, cuack! —dijo Jazmín en tono cómico.

—Tienes razón, Jazmín, los padres son así de aprensivos cuando van a nacer sus retoños. —Se carcajeó.

—No sé cómo puedes reírte en una situación así, amor. —Martín no cabía de la angustia.

—¡Aaaah, ya viene! ¡Está asomando la cabeza! —exclamó, Estela—. ¡Ya salió!

Entonces, el bebé dio el último empujón y el cascarón se rompió. El patito asomó la cabeza, haciendo que todos saltaran de dicha. Los primeros sonidos que emitió se asemejaron al de un pollito.

—¡¡Cuack, cuack!! —parparon al unísono Lucas y Jazmín, emocionados de tener a su último hijo con ellos.

—Pero qué cosa tan linda —dijo Martín enternecido, acariciando con delicadeza la cabeza del pequeño pato.

—¿Verdad que sí? —A Estela se le aguaron los ojos—. Ya soy abuela.

—Somos abuelos —matizó Martín, sonriendo de lado.

—Tienes razón, somos abuelos —rio ella—. Lucas, Jazmín, ¡felicitaciones! Son papás de ocho lindos patitos.

—Felicitaciones a ambos, qué linda familia han formado —pronunció Martín.

—¡¡Cuack!! —agradecieron jubilosos los nuevos padres.

—¡Ay, qué bonitos son todos! —Raia compuso un puchero afectuoso—. Lucas, Jazmín, pido ser la madrina de los patitos. Yo fui quien hizo de celestina para que ustedes fueran novios, ¿recuerdan?

—Son unas cositas tan tiernas. —Eduardo los miró embelesado—. También quiero ser padrino.

—¡Cuack! —respondieron los padres, estaban de acuerdo en que los jóvenes apadrinaran a sus pequeñines.

—¡Felicidades a los dos! Lucas, ya eres papá de ocho bendiciones. —Andrés ingresó al cobertizo con una tina de agua para que los patitos tuvieran donde nadar—. Te toca trabajar duro para mantenerlos.

—Cuack, cuack —respondió el flamante padre. Todos los días recolectaría lombrices para sus hijitos.

—Voy a revisarlo. —Martín agarró con cuidado al patito. Lo auscultó y verificó que estaba bien—. Está en perfectas condiciones, igual que los demás. Ocho patitos saludables.

—Bueno, ya que todo ha ido bien, procedamos a dejarles las cosas, porque imagino que los papis querrán estar a solas con sus hijos. Andrés, pon la tina de agua allá. —Señaló Estela a un extremo del pesebre—. La comida hay que ponerla cerca de Jazmín y de los patos bebés. Y una manta para que estén calientitos. —Colocó la frazada bajo la mamá pata—. Lucas, cualquier cosa avisas a Andrés. Martín y yo volvemos en unas horas.

Se busca esposo © (A la venta en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora