—Palabra con Z... —Andrés analizaba qué palabra se podía leer de izquierda a derecha o de arriba a abajo—. ¡Zar! Sí, diez puntos más. Llevamos la delantera, Elian —rio, abrazando a su hijo.
—No cantes victoria. —Estela, sacó tres fichas—. A ver, qué palabra saldrá. —Colocó las letras abajo de la palabra construida por su hermano—. Zarina. Gracias por la ayuda, nañito* —soltó una carcajada.
—Jugar Scrabble ya no me parece divertido —dijo Raia ceñuda, al ver que sus tíos aumentaron sus puntajes.
—Ningún juego te gusta cuando vas perdiendo, hermanita —la pulló Eduardo—. Tienes más puntos que yo, no te quejes, mira lo que tengo a diferencia de ti. —Le enseñó sus fichas, sin mostrar atisbo de frustración por la mala racha.
—Raia, cuando finalice esta ronda, podemos empezar otra, ¿te parece? —propuso Estela.
—Gracias, tía, pero no. Termina el juego y me voy a mi cuarto, prefiero ver una película o cualquier otra cosa —respondió la joven—. Espero que ganes la partida. —Alzó los pulgares deseándole suerte.
—Apoyas a la persona equivocada, sobrina —argumentó Andrés.
—Yo le voy a mi tío —respaldó Eduardo, luego añadió—: Lo siento tía, pero así estamos a la par.
—Continuemos, a ver quién logra un mayor puntaje. —Andrés confiaba en ganar la partida.
En ese instante, Elian dejó los brazos de Andrés. Se acostó en el sofá, cerca de Lucas, que dormía en el puesto de en medio, con la cabeza metida entre las alas. Minutos después, el pequeño se quedó dormido junto al ave.
Andrés miró la escena, enternecido. Pidió una pausa en el juego y llevó al niño a dormir a las habitaciones del segundo piso. Bajó con un semblante alegre.
—Se nota que estás contento de tener a tu hijo —sonrió Leticia—. Y pensar que por los caprichos de Mónica casi no lo tenemos con nosotros.
—De todas formas encontró como restarme días con él. —La cara del joven padre reflejó desazón—. Pero bueno, tres días es mejor que nada.
—¿Será cierto que a Elian le cambiaron la cita con la psicóloga? —Concha elevó la ceja, dudosa.
—Es lo que dice ella, pero a saber si es verdad. —Estela desconfiaba de su ex cuñada. La mujer era una experta en el arte de engañar—. Es una mentirosa, no hay que creer nada de lo que diga. Mónica necesita que la pongan en su sitio. No me mires así —regañó a Andrés por la expresión censuradora que le dedicó—. Está llegando al límite y lo sabes.
—Tío, así como te ayudamos a quemar sus fotos, tú solo da la orden y Eduardo y yo quemaremos a tu ex en las redes —intervino Raia, sonriendo con malicia—. No lo verá venir.
—¿Quemar? Mónica es una bruja, pero no es para tanto —dijo Leticia, escandalizada.
Los jóvenes rieron y procedieron a explicarle a su abuela lo que consistía "quemar a la gente en redes".
—Aaaah, con que eso es quemar, pues no es mala idea. —La abuela aprobó el plan de sus nietos.
—Nadie va a hacer nada —determinó Andrés. La expresión severa indicó que no habría lugar a réplica—. Mónica es la madre de mi hijo, y cualquier cosa que le pase a ella puede perjudicar a Elian de un modo u otro. Las discusiones que teníamos cuando estábamos casados lo afectaron. Él está mejor ahora, no quiero que sufra un retroceso.
Las mujeres asintieron. Andrés tenía razón. Aunque las ganas de darle una lección a Mónica fueran grandes, el niño estaba de por medio y podría sufrir las consecuencias de la inestabilidad de su madre.
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Se busca esposo © (A la venta en Amazon)
RomansaPodemos planear hasta el cansancio, pero las ocurrencias de la vida son únicas. Estela teme, ante todo, quedarse sola. Con dos relaciones fallidas, y con los treinta a la puerta, su más grande esperanza es escapar del sello de solterona. ¿El plan...