La semana había pasado de una forma lenta y agónica, era viernes, antesala del fin de semana. Estela llevaba pocos días viviendo en la casa de los Aguilar, pero los sentía como una eternidad. Estaba acostumbrada al ajetreo laboral, mas no llegar a un hogar y enzarzarse en peleas familiares. Discutir con su suegra era una especie de bucle que se repetía noche tras noche.
Apenas cruzaba el umbral, Pilar dejaba a un lado los reclamos que le hacía al marido para agarrarse contra ella, y echarle en cara que no colaboraba con los quehaceres domésticos. Tanto Afrodisio como Estela se habían convertido en su pera de box verbal.
Estela era consciente de que debía aportar con la limpieza del hogar, dado que ahora vivía ahí, lo que no le gustaba era el tono grosero que su suegra empleaba para pedírselo. Solo fueron necesarios cinco días de convivencia para que la susodicha mostrara su verdadera cara, ese lado oscuro que solo había visto de refilón en las ocasiones que fue de visita a la casa.
Pilar dejó caer la máscara luego del reclamo que le hiciera por apropiarse de una comida que no había hecho. Se victimizó, como era de esperarse, luego le dijo cosas muy feas, usando un vocabulario de lo más vulgar. La etiquetó de interesada, que solo estaba con Fluver por su herencia; que sus sentimientos por él eran fingidos.
Rememoró con pesar la desagradable escena que vivió el lunes al regresar del trabajo:
—¡Un momento, señora, a mí no me viene a tratar así! —había gritado en respuesta a los agravios—. ¡Yo no soy ninguna interesada! ¡Y mucho menos soy de fingir un cariño que no siento!
—Eso dicen todas con tal de no perder el marrano que han atrapado.
—Si lo dice por lo gordo, es su culpa por darle tanto de comer.
—No te hagas la graciosa, sabes de lo que hablo. ¡Eres una trepadora!
—¡Cómo se atreve! Señora, usted puede odiarme, sentir lo que quiera por mí, pero no tiene derecho a agredirme, ¡me escuchó! —La indignación sobrepasó a Estela—. Tengo un título universitario que obtuve a pulso, y tengo un trabajo que me ha ayudado a llevar una vida independiente.
—¿Independiente, dices? Pero si tú y tu hermano aún viven en casa de tus padres. ¿De qué independencia me hablas? —había reído con saña.
—¡No se atreva a cruzar esa línea, no meta a mi familia en esta discusión! —fue la contestación que le dio Estela, con el rostro enrojecido por el enfado—. ¡Mi hermano y yo tenemos razones para vivir con mis padres, razones que usted nunca entendería! Y ya que estamos, Fluver aún vive con ustedes y ahí no dice nada.
—Eso es... distinto. No cambies el tema —replicó ella al quedarse sin argumentos—. Nadie me saca de la cabeza que tu objetivo es la herencia de Fluver, como es hijo único. ¿Si no que otra explicación existe para que hayas aguantado a mi hijo tanto tiempo?
Estela quiso refutar con toda la rabia que la embargaba en ese momento, pero fue oír lo último para que algo dentro de ella se removiera. Se sintió como un barco que fue golpeado por una fuerte marea. La ira fue reemplazada por una desazón que no le permitió arrojar las palabras que pensaba decirle. La miró fijamente unos segundos y luego dio la vuelta hacia su habitación.
—¡El que calla otorga, Estelita! —fue lo que Pilar le gritó a sus espaldas, esbozando una sonrisa triunfal.
Muy por el contrario, el silencio de Estela no se debía a que le hubiera dado la razón, sino que esas palabras le tocaron una fibra sensible.
Y ahí culminó la primera pelea de muchas que tuvo con su suegra en esa semana.
Como medida para reducir los enfrentamientos, que le dejaban intensos dolores de cabeza, la joven había optado por levantarse más temprano, salir sin desayunar y llegar pasada las ocho de la noche, cuando Pilar ya dormía. La situación le estaba saliendo cara económicamente, porque le tocaba comer fuera de casa, pero lo prefería mil veces a cambio de un poco de paz.
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Se busca esposo © (A la venta en Amazon)
RomansaPodemos planear hasta el cansancio, pero las ocurrencias de la vida son únicas. Estela teme, ante todo, quedarse sola. Con dos relaciones fallidas, y con los treinta a la puerta, su más grande esperanza es escapar del sello de solterona. ¿El plan...