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— ¿Qué demonios fue eso, TaeHyung? — Acusó Jungkook, dandóle un pequeño empujón a su compañero para que reaccione. 

— ¿Qué? ¿Acaso ahora te gusta? — Rió sarcástico Kim.

— ¿Estás loco? Sabes que tengo novia — Recordó el menor, notoriamente enojado — Ahora iré por Mina y luego buscaremos a Sana, hablaremos mañana, espero que para entonces dejes de ser un idiota — Sentenció.

Tae vio como su amigo se alejó entre la multitud, y luego miró su vaso de plástico. Dios, al carajo todo.
Tiró el objeto al suelo, ignorando las quejas de las personas a las que había mojado, y comenzó a correr para alcanzar a la japonesa.

En el camino a la salida, se iba maldiciendo a él mismo, ya que se había dicho que no iba a hablarle, no iba a buscarla, dejaría que su orgullo lo domine y no cedería por más que quisiera. Pero a la mierda, ahí iba él, bajando por las escaleras para poder ir detrás de la chica que rompió su corazón en mil pedazos sin piedad alguna.

Cuando logró alcanzarla, la tomó del brazo, e hizo que lo vea a los ojos.
En su rostro vio rastros de miedo, y eso le hizo fruncir el seño. ¿Estaba asustada de él?

— ¿Por qué me miras así? ¿Acaso me temes? — Preguntó, haciendo algo de fuerza en su agarre para evitar que se vaya.

— ¿Por qué debería hacerlo? Ya suéltame y vete, tus amigos te esperan en la fiesta — Mencionó ella, intentando zafarse. 

TaeHyung sonrió ladino. Minatozaki aún no sabía disimular sus emociones, sobretodo cuando estaba celosa. Terminaron de bajar el piso, y entraron en la primer oficia que el coreano encontró.
Ya adentro, recién ahí la soltó.
La japonesa bufó por lo bajo, e intentó irse, pero el contrario fue más rápido, y le puso seguro a la puerta.

— Tenerme en un lugar en contra de mi voluntad puede considerarse como secuestro, déjame ir ahora — Exigió la menor.

— Bueno, podría hacerlo, pero... — Se acercó peligrosamente a la castaña — No quiero.

Sin previo aviso, la cargó en su hombro y la llevó hacia una mesa.

— ¡Dejame ir, psicópata! — Exclamaba la extranjera, golpeando la espalda del chico.

— ¿Ahora soy un psicópata? — Inquirió Kim en un tono divertido, sentando a la chica en el borde de la mesa.

— Si, déjame ir — Insistió, iniciando a enojarse.

— ¿Por qué debería? — Cuestionó, colocando ambos brazos a los costados de la femenina para evitar su huída.

— Porque yo te lo digo.

— ¿Y yo qué gano a cambio? — Jugueteó un rato, acercándose más a la joven.

— Ganas que no te denuncie.

— Soy millonario, hagas lo que hagas no me afectará — Comentó, paseando una de sus manos por los muslos al descubierto de la contraria.

— Lo sé, pero puedo arruinarte a ti y a tu carrera — Contestó, inmune ante el tacto.

— ¿Arruinarme a mi? ¿Más de lo que ya has hecho? — Escupió, mirándola fijo.

El silencio reinó en la sala, y Sana no supo qué decir, de repente todas las palabras que conocía se le olvidaron.

— Sigues viéndote igual de hermosa que cuando me dejaste — Dijo casi en un susurro, acomodando un mechón de cabello de la chica — Vamos Sana, siempre supiste que tienes el poder de controlarme, solo dime que pare si es lo que realmente quieres que haga.

Se vieron por unos instantes más, y cuando Tae notó que en los ojos de Minatozaki se fue el miedo y llegó ese brillo que él tanto amaba, entonces allí recién acortó esos malditos centímetros que lo separaban del amor de su vida.

Nimin_36

Just a Friend To You - TaeSana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora