Capítulo 6

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En el desayuno se nos anuncia que se nos sumarán los últimos dos púrpuras. Ninguno hace comentarios al respecto, cada quien continúa en su conversación luego de eso. Yo soy mayormente una oyente hasta que se interesan por cómo estuvo mi primera noche aquí. Les soy sincera, apenas dormí. Escuchaba ruidos, me sentía intranquila y estaba angustiada porque llegué a la conclusión de que las personas que apreció están muertas o expuestas a los peligros de la radiación. Todo se los digo sin abrirme demasiado, después de todo todavía no los conozco y no me siento cómoda hablando de ese tipo de cosas con un bajo nivel de confianza. Al oírme todos se muestran comprensivos y comienzan a compartir su experiencia. La que más se explaya es Coco, que evidentemente disfruta de hablar de sí misma.
Nuestra charla se ve interrumpida por el permiso para retirarnos. Mientras los demás se dirigen a seguir en la sala de música, siento que alguien me da un pequeño golpecito en el hombro llamándome. Al darme la vuelta me doy cuenta de que se trata del sobrino de Adeline, Christian, vestido de gris. A pesar de que no nos conocemos demasiado, lo abrazo. Es un impulso que no me creo capaz de contener.
-Usted,- se refiere a quien sigo teniendo entre mis brazos- recuerde que hoy está en limpieza. 
-Ve, no te metas en problemas- le digo haciéndome una idea de lo estricta que es la mujer con ellos.- Luego hablamos. 
Él asiente y se va corriendo para alcanzar a su grupo. Yo, ignorando que hay personas viéndome esperando algún comentario que explique lo que acaba de suceder, voy a la sala de música donde vi un piano. Igualmente parece más un adorno que un instrumento, pero eso no significa que no pueda ser afinado y usado. Podría retomar esa actividad estando aquí, creo que es una buena forma de enloquecer. Entre tantos libros en la biblioteca al menos uno tiene que ser de música. Los instrumentos que toco los hago con una mínima teoría musical, lo más básico. 
Al entrar consulto a quienes están sentados conversando si les molestaría que toque y, contrariamente a la reacción que creí que tendrían, se entusiasman. Con ellos de acuerdo, abro el piano para afinarlo. Agradezco que dentro esté la herramienta para hacerlo, me facilitará mucho hacerlo. La mayoría observan lo que hago,en este momento pareciera que verme hacer ajustes en la tensión de unas cuantas cuerdas es lo más interesante del mundo.
-El gris, ¿quién era?- me pregunta André y creo que lo hace en nombre de todos. 
-El sobrino de mi vecina, se llama Christian- les digo sin darle importancia en la conversación mientras intento que un do suene como tal. 
-Muy cercanos por lo que veo- comenta Malcolm sugiriendo que entre nosotros ha pasado algo. La idea me da gracia. Los mensajes que hemos estado intercambiando desde que nos conocimos sugieren que somos las personas más homosexuales del planeta, no metafóricamente teniendo en cuenta  la situación en la que estamos. 
-Ambos somos gays, Malcolm- aclaro para que ya se sepa y evitar suposiciones que podrían meterme en problemas. 
-¡Te lo dije!- escucho que le dice el rubio a su amiga. - ¿Tenías novia antes de esto?- pregunta interesado.
-No- contesto y temo que quieran llevar la conversación por ese terreno. - ¿Y tú? 
-Ningún hombre estaba a mi altura- responde imitando el tono de una diva haciéndome reír. 
Como estamos hablando de parejas, aprovecho para desviar la conversación a Stu y André. Los dos están juntos. El hecho de que puedan pasar por esto juntos los vuelve afortunados. Nos cuentan cómo se conocieron, cuánto tiempo llevan juntos, anécdotas de la primera cita y luego Coco habla de su novio. Él no ha ido a ningún albergue, lo que no parece afectarla mucho. El dolor con el que habla es superficial. 
Ellos continúan conversando de temas asociados al romance cuando empiezo a tocar. Al principio toco notas sueltas acostumbrándome al instrumento, es muy diferente a un teclado. Lentamente comienzo a formar una melodía sin recordar muy bien a qué canción pertenece. Intento agregarle acordes y entonces reconozco que es lo que mi mente está tarareando mientras toco. Dream A Little Dream of Me de The Mamas & The Papa comienza a sonar interpretada por mí con algunos errores. Es una canción hermosa. Cuando me detengo escucho aplausos que se interrumpen por dos jóvenes vestidos de púrpura. 
Les damos la bienvenida y nos presentamos. Ellos son Timothy y Emily que al igual que yo han venido sin compañía. Su historia es que fueron a buscarlos por su ADN y que no les dieron opción. Yo les cuento mi caso, que de momento es el que menos sentido parece tener. Alguien, desde el anonimato, paga mi seguro y al parecer tiene la suficiente autoridad como para pedir ciertos beneficios para mí.  Todos coinciden en que debería aceptarlo y agradecer que estoy viva. Quiero hacerlo, pero no deja de parecerme sumamente extraño. 
De mis cuestionamientos me saca Timothy preguntándome qué otras canciones puedo tocar. Le menciono aquellas que recuerdo bien, él me detiene cuando escucha que digo Eleanor Rigby para pedirme que toque un pedazo. 
La canto mentalmente, siempre ha sido una de mis canciones favoritas. Temo no volver a escucharla. La música es importante, al menos para mí.  Ignoro esos pensamientos porque podría comenzar a llorar delante de todos, en su lugar me concentro en no equivocarme. 
-Ha sido genial- me dice mientras aplaude junto al resto.
-¿Les conté de cuando conocí a Paul Mccartney?- pregunta Evie haciendo que su nieto ponga los ojos en blanco. Dinah le dice que no y comienza la anécdota que no avanza mucho porque Venable está parada en el marco de la puerta observándonos. Ninguno sigue hablando.
-¿Necesita algo, señorita Venable?- le pregunto para que no se vuelva todo más incómodo. 
-La música llamó mi atención- responde, lo que no  esperaba. Creí que se quejaría. 
Después de decir eso se va, creo que se ha sentido rechazada. El silencio que se creó cuando nos dimos cuenta de su presencia y mi pregunta, que podría interpretarse mal, son cosas que la pueden haber hecho sentir que no debía quedarse. Probablemente los demás crean eso, pero yo no. 

Me disculpo con los púrpuras, probablemente no notarían que me he ido pero igualmente lo hago. Quiero bañarme y pasar algo de tiempo sola. Lo que ha pasado ha estado bien, pero me encuentro afectada porque no puedo contárselo a mis amigos. Imagino los peores escenarios para ellos. No se merecían quedar fuera. 
En el agua me engaño como si mi vida normal continuara. Al menos en este baño nada me recuerda la verdadera situación. Entre estas cuatro paredes puedo imaginar que fuera todo va bien. Este es mi rato de fantasía. 
Al salir me encuentro con las prendas púrpuras, la realidad de nuevo. Como no falta tanto para la cena, escojo algo apropiado para eso. Quien sea que haya escogido la ropa para mí, lo ha hecho de maravilla. 

Respira |Fanfic Wilhemina Venable|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora