Capítulo 16

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Hay que decirlo, Christian y yo somos genios. Claramente por eso somos amigos, nuestra genialidad nos vuelve compatibles. A nadie se le había ocurrido hasta ahora usar juegos de mesa de papel. Es algo que tenemos en el albergue además de tinta. Hemos creado un ajedrez, un uno y un dominó. Estamos pensando en hacer un juego de damas, pero no consideramos que sea un juego tan entretenido. De los que tenemos, el que más nos divierte es el uno. El ajedrez tiene el segundo lugar, pero ninguno de los dos es un gran jugador como para aprovechar las partidas al máximo. 
Ahora Chris está encargándose de mi ropa, yo se la he dejado separada para ahorrarle tiempo. Mientras espero a que termine, estoy en la sala de música practicado el piano y participando de alguna que otra conversación. Ninguna muy interesante, como ya es costumbre se habla de los mismos temas una y otra vez.
-T/N, te buscan- me avisa Malcolm al ver a mi gris en la puerta sin entrar temiendo interrumpir. - Pasa, no mordemos- lo invita haciendo ruborizar un poco a mi amigo.
-¿Terminaste con la ropa?- quiero saber y empleo el tono que usan los púrpuras normalmente con su grupo. No lo hago de mala manera, el sabe que es satíricamente porque últimamente hemos decidido empeñarnos en fortalecer la imagen de que soy una privilegiada porque nos da gracia.
-Si, señorita T/A.
- Entonces, sigue mi suite- declaro parándome para ir con él.-Iré a explicarle como quiero todo, disculpen- le hablo a quienes están en mi rango social como si les importara mi ausencia. Lo único que extrañarán de mí es que soy la única capaz de tapar esa melodía que no deja de sonar en bucle.
Juntos vamos por las escaleras, avanzamos por el pasillo y llegamos a mi cuarto donde evidentemente no le daré ninguna tarea más que divertirse conmigo. Ya me he encargado yo de la limpieza ayer y no considero que la requiera todos los días. Por eso le digo que elija lo que él quiera. Lo veo tomar el ajedrez y regresar a mí.

Al entrar en la biblioteca la encuentro a ella, leyendo tranquila. Levanta su mirada para sonreírme y luego continúa mientras yo voy a buscar la novela que he comenzado. Probablemente hoy la termine, me faltan muy pocas páginas. Para mi lectura voy a su mesa y me siento a su lado.
-Me impresiona lo rápido que lee algunos libros- comenta al ver lo poco que me falta para acabar este.
-No es lo único que sé hacer rápido, señorita Venable- le respondo sin mirarla y deslizando mi pie para engancharlo detrás del suyo y comenzar a subirlo y bajarlo despacio. -Podría sorprenderla- agrego y giro mi cabeza para encontrarla viendo fijamente una hoja que estoy segura no está leyendo. -Hoy podría venir a mi habitación- ofrezco ya que hasta ahora siempre hemos estado en la suya.
Asiente y ambas nos ponemos a leer. De vez en cuando nos comentamos algo de algún párrafo o diálogo que nos llama la atención hasta que terminamos conversando sobre cualquier otra cosa. Un pequeño grupo de grises entra en medio de nuestra charla para limpiar el lugar. Nosotras continuamos hablando, pero con cierta distancia y mayor formalidad. Nada de doble sentidos ni alusiones a lo nuestro.

Para la cena me veo excelente. Antes de bajar hago poses delante del espejo disfrutando de verme. Creo que los cumplidos de Venable han hecho efecto en mi autoestima. Feliz con la combinación de mi ropa y peinado, acompañados por un poco de maquillaje en mi rostro que la líder me ha dado, voy con el resto.
-No es asunto nuestro Coco- escucho que Gallant le dice a Coco ni bien entro. Al parecer todos los que están presentes estaban comentando algún chisme porque mi entrada los pone en alerta. Viendo que se trata de mí y no de otra persona, sienten alivio.
-T/N, ¿has visto a Timothy y Emily?- quiere saber Coco, probablemente ignorando lo que le dijo su amigo.
-No- contesto yendo a sentarme sabiendo que tenemos varios minutos hasta que se nos deje pasar al comedor.
- Si están juntos es muy bueno para ellos, ambos son jóvenes encantadores- habla Evie con el típico tono de señora mayor en estos asuntos.
Los rumores de una posible relación entre ellos dos son comentados hasta que hacen su entrada. Los protagonistas de las teorías que se presentaban notan el silencio que crean con su llegada. Nos preguntan qué sucede y automáticamente todos, intentando disimular de la peor forma posible, se ponen a hablar en pequeños grupos de cualquier otra cosa.
Siendo yo la que no es involucrada en ninguna conversación, ambos se acercan a mí pidiendo que les diga que ha pasado. Les digo que nada, pero obviamente no me creen. Insisten varias veces hasta que les comento que la mayoría creemos que tienen una relación. Sus reacciones son sonrojarse y agarrarse de la mano confirmando la teoria.
-Por favor no se lo digas a Venable, no hemos roto ninguna regla- piden desesperados.- No se lo hemos dicho a nadie por miedo a que sospechen eso.
-No diré nada- les prometo.
Pasa un rato en que estoy con ellos y se termina con la llegada de Wilhemina. Su aparición en la puerta es la alerta que hace que se suelten. Todos le prestamos atención como acostumbramos y, al igual que siempre, nos avisa que la mesa ya está lista. Por eso todos cambiamos de habitación.

La cena avanza con normalidad hasta que Wilhemina nos deja a cargo de Mead diciendo que le duele mucho la cabeza. La veo alejarse decepcionada de que probablemente no pasará conmigo la noche. Igualmente puedo ir yo a visitarla. Seguramente está estresada intentando gestionar todo el albergue. Constantemente tiene que enviar información, llenar planillas con datos, hacer inventarios y aunque tiene a Mead no parece suficiente porque incluso en su tiempo libre está pensando en lo siguiente. Es cierto que ella es una persona más que capaz de hacer todo lo que su responsabilidad como líder conlleva, pero también es alguien cuya cabeza no suele dejar de pensar fácilmente.
-Pueden retirarse- escucho el permiso y salgo para ir a cambiarme y luego darle una visita.
Ella está en mi suite, es lo primero que veo al abrir la puerta. Me apresuro en cerrarla por más que nadie circule a estas horas por aquí.
-No puedo quitarme el vestido- me explica porque está delante de mi espejo.
-¿Cómo estás?¿Te sientes bien?- quiero saber mientras me acerco para luego prepararle algún pañuelo mojado para su frente.
-Lo del dolor de cabeza fue una excusa para poder venir sin ser vista- me explica mientras lleva sus manos a la cremallera de su espalda para intentar terminar de deslizar el cierre.
-Dejame ayudarte- le digo estando cerca y ganándome un empujón que no me hace daño, pero que es un rechazo, junto a un grito en que me pide que no la toque. La miro sorprendida por su reacción, muchas veces me ha quitado pero jamás así. De sus ojos comienzan a salir lágrimas.
-Perdón es que...- baja su cabeza para mirar al suelo como si fuera una niña avergonzada- es horrible.- No le digo nada, ni siquiera me muevo. -Perdón T/N, no debí reaccionar así. Disculpa- habla desesperada.
-Iré a cambiarme- es lo único que le digo antes de ir a mi armario, tomar un pijama e ir al baño.
¿Cómo puedo hacer para que se sienta segura? Esa pregunta se repite en bucle mientras paso de mi ropa de cena a la de dormir. No sé qué le ha pasado, no sé qué le han hecho pero quiero que vea que yo no soy quien o quienes le hicieron daño. No haría eso, no podría. Imaginar que alguien lo hizo me enoja porque no entiendo cómo alguien puede atreverse a hacerle daño a alguien como ella. Sé la imagen que da al exterior, pero esa no es más que la costra de una herida. La mujer que he llegado a conocer es adorable por más que lo niegue y es atenta.
Al salir la veo sentada en la cama apretando su bastón con una mano. Levanta su mirada llorando con arrepentimiento en su rostro. Yo voy a ella y me arrodillo delante de sus pies. Su mano libre reposa sobre una de sus piernas, yo la tomo con cuidado de no ocasionarle la misma reacción. Le doy un beso en ella antes de empezar a hablar.
- No sé quién o quiénes te dañaron tanto, pero yo no soy ellos. Yo no quiero destruirte, quiero ayudarte. Estoy de tu lado, estoy para apoyarte.
Sus ojos vidriosos me miran, su labio tiembla.Su primera contratación es asentir.
-T/N, ayúdame- pide quitando su mano de la mía, poniéndose de pie y moviendo su cabello a un lado para que pueda ver el problema con su vestimenta.
Me paro e intento deslizar el cierre que evidentemente está trabado. Hago algunos intentos de hacerlo retroceder y cuando lo consigo lo hago avanzar. La tela se abre revelando su piel mientras noto que ella tiembla levemente. Frente a mis ojos queda a la vista su columna con una desviación muy evidente. Esta es su mayor inseguridad, la razón por la que no me deja abrazarla desde detrás, porque no me deja hacerle masajes, porque usa esos bastones.
- ¿Sabes qué eres literalmente la mujer más hermosa del mundo?- le pregunto yendo delante de ella para no incomodarla.- Lo digo en serio-afirmo viéndola a los ojos. Su mano libre acaricia una de mis mejillas y sus labios van a la otra.
Cuando voy a la cama, ella va al baño a cambiarse llevando lo que trajo para ponerse para dormir. Antes de venir conmigo apaga varias velas para conseguir una mayor oscuridad que nos permita dormir mejor. Esta mujer está conmigo, es el pensamiento que se cruza por mi mente mientras la admiro acostándose.
-¿Puedo tomar tu mano?
Sus ojos están enrojecidos, su cara un poco hinchada y sigue viéndose hermosa. No sé como lo hace. Mi mano va a la suya que está sobre el colchón y la otra la usa para acariciar mi mejilla con su pulgar.

Respira |Fanfic Wilhemina Venable|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora