—No sé si te lo merezcas, Singto —dije acariciando sus pelotas.
—Por favor, Krist, ya no puedo soportarlo más. Haré lo que me pidas de ahora en adelante. —respondió, dejándome saber que había salido victorioso.
Sonreí satisfecho y feliz, quitándome un gran peso de encima.
—Te la chuparé ahora porque veo que necesitas atención, pero debes prometerme que esto no terminará así. Necesito que me folles después.
—¡No! —dijo rotundamente.—¿No? —Solté mi agarre de su polla.
—No, Krist —dijo arrodillándose frente a mí y quedando a mi altura— No quiero ser un polvo, no quiero que tú lo seas. Quiero hacerte el amor, no solo hoy, quiero que seas mío cada día y por mucho tiempo.
—Singto...
—Te lo juro, Krist. Me vuelves loco hace mucho —dijo desesperadamente—. Y no quiero ver que coqueteas con nadie más, quiero ser el único para ti y que tú seas todo para mí.
No sabía que eso era lo que necesitaba escuchar hasta ese momento en que los labios de Singto se abrieron para decirlo. Realmente estaba feliz de escucharlo.
Nos pusimos de pie y me abracé a su cuerpo como si mi vida dependiera de eso.
—Te juro Singto, que ya solo quiero estar contigo. —dije y lentamente me fui arrodillando otra vez.
Singto trató de impedirlo, pero necesitaba sentirlo en ese momento y sabía que él también lo deseaba, así que levanté la pieza y empecé a lamer desde sus huevos hasta la cabeza, sin dejar de mirarlo hacia arriba mientras lo hacía. Una y otra vez, lamí ese pedazo de carne caliente, su duro tronco temblaba cuando mi lengua lo recorría y jugueteaba con el capullo antes de metérmela completamente en la boca.
Comencé a mamársela como nunca había hecho con nadie. Su polla llegaba hasta mi garganta, amaba la sensación de sentirme completamente lleno y no podía esperar a sentirla golpeando mi próstata, mientras nuestros cuerpos permanecían unidos.—¡Joder, Krist, es perfecto!
Seguía enfrascado en esa deliciosa polla, mientras su mano empujaba mi cabeza, haciéndola llegar cada vez más profundo.
—¡Quiero que me folles ahora, Singto!
—dije ansioso, apenas separándome de su deliciosa polla.Singto me miró con fuego en los ojos, ya no se hacía el duro, pero su fuerza de voluntad está intacta.
—No voy a follarte Krist. Voy a hacerte el amor —me dijo y mi corazón latió fuerte en mi pecho.
Me levantó y caminó conmigo en brazos, hasta apoyar mi espalda contra la pared junto al espejo. Me encantaba Singto, sus ojos y su sonrisa, pero más allá del físico, me gustaba su presencia y lo agradable que me resultaba estar junto a él. Había tenido el tiempo suficiente para conocerlo y sabía que Singto era todo lo que siempre había querido, y además era bombero. Ya no necesitaba nada más.
Tan cerca como estábamos, respirando agitados, no pude evitar acercase del todo y unir mi boca a la de Singto. Sus labios eran una tentación, ni muy gruesos ni muy delgados, pero deliciosos y se acoplaban perfectamente a los suyos y en ese momento solo quería probarlos, sumergirme en ellos, mordisquearlos hasta el punto de ponerlos rojos, y quería que Singto hiciera lo mismo con los míos.
Me pasé la lengua por el labio inferior y las pupilas de Singto se agrandaron a causa de la expectativa. Entonces fue Singto quien terminó eliminando la distancia que nos separaba y presionó sus labios contra los míos, haciéndome gemir.La oleada de necesidad que no había experimentado antes creció en mi interior y de pronto mis manos parecieron tener vida propia, recorrieron su espalda y la arañaron, mientras nuestras bocas empezaban a devorarse, Luego sus manos acariciaron todo lo que podían de mi cuerpo. Singto apretujaba mis nalgas y yo seguía dejando mis uñas clavadas en su ancha espalda.
Nos dejamos llevar por la desenfrenada pasión, deslizando nuestra lengua en la del otro, amando la facilidad con que se complementaban y se daban placer.
Estábamos demasiado ocupados para detenernos a pensar en qué lugar nos encontrábamos, perdidos en las miles de sensaciones que se habían despertado en nuestro interior, que pronto el beso no fue suficiente. Singto separó mis nalgas, dispuesto a penetrarme en ese momento, cuando fuera del baño, escuchamos la voz de TopTap. Los besos que se habían tornado más necesitados, tuvieron que detenerse, pero ambos seguíamos pensando en que debíamos llegar a la habitación más próxima y hacer el amor... cuanto antes.Nos separamos respirando con dificultad, Singto me dejó en el suelo y yo me puse de puntitas para besarle la comisura de la boca.
—¿Tu casa o la mía? —pregunté mirándolo.
—Definitivamente la mía —respondió él. Y juntos salimos del baño, cubriendo con nuestras manos las notables erecciones que nos cargábamos, no sin antes volver a besarnos tiernamente.
Necesitaba más de Singto en ese momento. No podía esperar más, pero no podríamos hacer el amor, estando todos nuestros compañeros en la habitación —aunque en el fondo eso resultaba excitante.No podía ver a TopTap, así que me acerqué a mi casillero, me puse un chándal y una camiseta, tomé mi bolso con ropa y salí de la habitación antes que Singto. Gracias a Dios empezaba mi semana de descanso y había coincidido con la de él.
***
Los quince minutos que tardamos en llegar al departamento de Singto, ninguno de los dos habló. En ese momento nos encontrábamos parados frente a la puerta. Mordisqueé el interior de mi mejilla, nervioso y no hacía otra cosa que pensar en que no era el momento de comportarme de manera confusa. ¿Acaso estaba haciendo lo correcto? ¡¿Por qué carajos estaba preguntándome eso?! No había otro lugar en el mundo en el que quisiera estar más que ese.
Singto abrió la puerta y me invitó a entrar, solté un suspiro y di un paso dentro e inmediatamente él entró también y sin encender las luces tiró de mi brazo y me acorraló contra la puerta, agachándose un poco para unir nuestras frentes.¡Era lo que había deseado por el amor de Dios! la sola cercanía del cuerpo de Singto hacía latir desbocado a mi corazón. Quería besarlo y terminar con la corta distancia que separaba nuestras bocas, pero me estaba sintiendo un poco horrorizado, había empezado a temblar de pies a cabeza por la cercanía, y porque sentía la seriedad de las palabras de Singto cuando empezó a hablar.
—¿Lo de antes era verdad?
—Eh... ¿A qué te refieres? —pregunté sintiendo como nuestros alientos se mezclaban.
—A que solo quieres estar conmigo —dijo acariciando mi mejilla, haciéndome cerrar los ojos y restregarme contra ella.
Tragué en seco cerrando los ojos. Mis manos picaban por tocarlo, quería besarlo, sin embargo, decidí responder primero.
—Sí, es verdad —él soltó una risa ahogada—. Joder, Singto, cada minuto que pasa me vuelvo más loco. Nada tiene sentido. Desde que te conocí, me sentí atraído por ti y aunque todo empezó casi como un reto personal. No he podido evitar que algo más intenso se alojara en mi corazón. Y cuando nos besamos por primera vez... maldición... fue mi perdición.
No pude seguir hablando porque los labios de Singto se unieron a los míos, provocando que un gemido ahogado se escapara de mi boca.
Me aferré a su chaqueta, porque sentí que mis rodillas se doblaban.
Realmente ese hombre me tenía muy mal.
ESTÁS LEYENDO
Fuego en el Corazón <<KristSingto<< Adapt.
Fanfiction🔥(+18)🔥 Novato, sexy y muy cachondo, Krist ha conseguido su primer empleo dentro de la compañía de bomberos de su ciudad. Él quiere apagar el fuego que le quema las entrañas, pero no precisamente haciendo uso de las bombas de agua que utilizan par...