Hypnotized

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Cerró los ojos mientras escuchaba el sonido de las olas y sentía la brisa fresca de la playa en su rostro, formando una pequeña sonrisa. Agradeció internamente la insistencia de su familia y amigos para tomarse unas vacaciones, pues gracias a todo lo que estaba experimentando en aquel lugar se percató de lo mucho que necesitaba descansar su mente de estar trabajando casi todo el día, encerrado en su estudio.

Abrió los ojos lentamente, enfocando su vista en el océano, sintiendo unas pequeñas ganas de meterse ahí. Sonrió, sacándose las sandalias y dejándolas junto a su sombrilla, mientras corría hasta que el agua tocó sus pies. Saltó un poco por lo fría que estaba, pero ni bien fue acostumbrándose, continuó yendo algo más profundo. Empezó a salpicar a todas partes, también metiéndose bajo el agua y observando algunas caracolas y ostras que se iba encontrando en la arena, agarrándolas y guardándolas en sus bolsillos para llevarlas a casa como recuerdo.

Luego de unos minutos más, salió y caminó lentamente hasta donde estaban sus cosas, en busca de una toalla con la que secarse. Al encontrarla, empezó a secar su pelo, mientras volteaba a ver el precioso atardecer, sacándole otra sonrisa de nuevo. Con cuidado agarró su celular y abrió la cámara, listo para sacar una foto, y lo hizo.

Se emocionó al verla, fijándose en cada detalle posible. En la foto se veía claramente los colores anaranjados del cielo, junto a unas preciosas nubes que tapaban un poco el sol, todo eso mientras se veía reflejado en el océano. Sin duda alguna, una imagen preciosa y digna de recordar.

Fue entonces cuando lo notó. Hizo algo de zoom para observar lo que sobresalía del agua, y se dio cuenta que se trataba de la cabeza de una persona. Frunció el ceño, levantando la mirada para buscar a quien sea que siguiera ahí, por si acaso se encontraba en peligro. Con los ojos entrecerrados iba de un lado al otro, hasta que conectaron con los de alguien que se encontraba más cerca de la orilla.

Dejó sus cosas nuevamente junto a su sombrilla y empezó a correr hacia esa dirección, sintiéndose algo inquieto y preocupado. Intentó revisar si es que había algún salvavidas cerca por si resultaba ser una persona necesitada de ayuda, pero la playa estaba casi vacía para ese momento y el clima ya estaba empezando a tornarse más frío, pues ya estaba anocheciendo. Quien sea que estaba nadando todavía debía salir lo más pronto de allí, o quizás se terminaría enfermando.

— ¡Oye! ¿Te encuentras bien?

Gritó lo más alto que pudo, mientras se acercaba a la orilla. Se detuvo abruptamente al observar a quien tenía en frente, sin recordar exactamente qué era lo que estaba intentando decir o hacer.

Empezó a tomar nota de la persona que estaba allí. Empezando con que era un chico, probablemente de su edad, con el cabello castaño y lacio, y unos ojos oscuros y atrayentes. No tenía puesta una camisa, y en sus hombros se podían notar ciertas manchas de un color rojizo brillante, junto a algunas estrellas, caracolas y ostras pequeñas pegadas a su piel. Su expresión era serena y calmada, observándolo con una media sonrisa de lado.

Intentó preguntarle su nombre, pero le fue imposible, pues sentía que no podía hablar por alguna extraña razón. Tampoco podía sacarle la mirada de encima, empezando a sentirse algo mareado. Pestañeó un par de veces, tratando de enfocar sus pensamientos, acercándose nuevamente a paso lento hacia donde estaba el chico, quien retrocedió un poco. Eso lo hizo detenerse, algo confundido por la reacción.

— Eh ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Cómo te llamas?

El chico se quedó callado unos segundos, simplemente mirándolo a los ojos, apoyando su cabeza en su mano, como si estuviera admirándolo. Se sonrojó notablemente, pues no podía negar la deslumbrante belleza que este poseía y lo atraído que se sentía por su mirada. Y justo cuando iba a volver a hacer su pregunta, lo observó sonreír otra vez, dejándolo sin habla.

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