01 / Desapariciones

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Otro día, una desaparición más, mi madre entró disparada como si de una bala se tratara a mi habitación con un periódico en las manos y se sentó en los pies de mi cama dónde yo estaba leyendo un libro, dirigí la mirada hacia mi madre que estaba mirabando el periódico con una mirada preocupada.

—¿Qué pasa?—Pregunte al ver a mi madre, cerré el libro y lo dejé en la cama

—A desaparecido otro niño más.—Respondio ella y me entregó el periódico para que lo vea con mis propios ojos, el que había desaparecido era Vance Hopper, la verdad no me agradaba ese chico, siempre se metía en problemas, un día hasta grafiteo mi taquilla. —Por eso, debes de tener cuidado cuando estés por la calle, aléjate de las personas que no conozcas y no hables con ningún desconocido.—

—Si, ya lo sé, no hace falta que me lo repitas cada un segundo, lo tengo grabado en la memoria de tantas veces que me lo has dicho.—Rode los ojos, le devolví el periódico a mi madre y volví a coger el libro, no me iba a pasar nada, o eso creía. Mi madre se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta.

—Y vete a dormir que es tarde.—Dijo antes de cerrar la puerta e ir al salón para conversar con mi padre, dejé el libro en la mesita de noche, apagué la luz y me tapé con la manta para luego dormirme.

Al día siguiente me levanté malhumorada, solamente quería seguir leyendo el dichoso libro ya que se estaba poniendo interesante, mañana iba a ir a la casa de Finney para que me ayude a estudiar ya que nunca me entero de lo que dicen en clase. Mi padre se había ido a trabajar y mi madre se fue a la casa de una de sus amigas a hacer no se que cosa. Al ver que se me hacía tarde cogí mi mochila y salí de mi casa, al llegar al colegio tenía los cordones desatados y me agaché para atarlos.

—¡Gabriela!—Escuche como exclamaban mi nombre, levante la cabeza para ver quién me estaba llamando y vi a Finney acompañado de su hermana pequeña Gwen

—Hola Finney, hola Gwen.—Dije y me levanté después de atarme bien los cordones.

—Hoy tengo un partido de béisbol, ¿quieres venir?—Pregunto el muchacho a lo que yo acepté encantada. Todo el día pasó rápido hasta que llegó el partido, estaba sentada al lado de Gwen comiendo unas chucherías.

—¿Quieres un refresco? Me traje dos y no sé con quién compartir—Dijo la niña mientras sacaba todo tipo de golosinas de su mochila.

—Si porfavor, tengo una sed de muerto—Gwen me entregó una botella de refresco y me la bebí de golpe, los equipos empezaron a salir, el juego empezó y yo estaba más nerviosa que Finney. Al acabar la bolsa de chucherías empecé a comerme las uñas porque seguía con hambre.

—Oye, soy yo o Bruce te está mirando mucho—Murmuro la pequeña y era verdad, el nombrado miraba a Finney y luego dirigía la mirada hacia mí. Bruce Yamada era uno de los populares del colegio, nos conocíamos desde los 3 años y eramos mejores amigos pero nos distanciamos porque se volvió el “popular”, su padre es el compañero de trabajo del mío, siempre lo pillaba con la mirada en mí y la verdad no sé si me gusta o solo es un malentendido. El partido acabó y lastimosamente ganó el equipo del asiático, me despedí de Gwen porque me tenía que ir a mi casa o sino mis padres me cortarían la cabeza.

Por el camino de vuelta vi a Bruce en su bicicleta con una sonrisa grabada en su rostro, eso sí, era jodidamente guapo, esos ojos rasgados eran muy tiernos. Saludaba a todo el mundo que se le cruzaba, quité la mirada de él y la dirigí al suelo porque no quería parecer una fanática, al pasar al lado de Bruce este frenó en seco y lo miré extrañada.

—Hola Gabri—Ese es el apodo que solo me decían mis padres, no pensaba que otra persona me iba a llamar así, por alguna razón sentía que mi estómago se revolvía.

—Hola—Salude con una sonrisa para nada fingida. —Estuviste muy bien en el partido—Dije ya que Bruce se me quedó mirando con esos ojos rasgados analizando mi rostro entero y una sonrisa apareció en su rostro.

—Gracias—Agradeció el chico. —¿Puedo acompañarte a casa? Ya sabes, con todas las desapariciones—Pregunto e hizo un gesto.

—Como si pudieras defenderme de un secuestrador—Respondí y solté una carcajada, un cohete salió disparado de la pista de béisbol a lo que suponía que era Finney. Bruce volvió a dirigir la mirada hacia mí.

—¿Eso era un sí o un no?—Fruncio el ceño e inclinó un poco su cabeza en forma de pregunta y se bajó de su bicicleta.

—Bueno, algo de compañía me vendría bien—Dije y el asiático se puso al lado mía con la cara algo rojiza, el camino era algo silencioso e incómodo, le miré de reojo y seguía rojo como si fuera un tomate. ¿Bruce Yamada acababa de sonrojarse?

—¿Por qué...?—Preguntó e hizo una pausa. —¿Por qué nos distanciamos tanto de la nada?—Su gran sonrisa se borró y ahora estaba completamente serio.

—No lo sé, supongo que has encontrado amigos mejores—Dije y le miré, la peor decisión ya que el ya me estaba mirando, sus ojos brillaban y estaban completamente abiertos, dirigió la mirada hacia mis labios y luego a mis ojos.

—Que va, te distanciaste de mí porque conseguí muchos amigos y pensaste que ya no quería tu amistad, pero eso es mentira, quise acercarme a tí pero no era capaz.—Despues de eso se rascó la nuca y miró el suelo, me quedé sin palabras, no sabía que decir.

—Lo siento—Fueron las únicas palabras que salieron de mi boca pero en el fondo tenía razón, me distancie de él porque conseguio muchos amigos y yo estaba completamente sola, pero ahora Finney, Gwen y Robin son unos de mis mejores amigos.

—No, no es tu culpa, lo siento yo por dejarte de lado—Dijo el asiático y yo me quedé con la boca abierta pensando en qué decir pero no se me ocurrió nada, bien que ya veía mi casa y podía librarme de esta incómoda conversacion.

—Mi casa está cerca, puedo caminar desde aquí yo sola—La señalé y force una sonrisa para no quedar mal.

—¿Estás segura de que no quieres que te acompañe?—

—Si, sí, no me va a secuestrar nadie—Respondi y le di dos palmadas en el hombro al muchacho.

—Bien, cuídate, nos vemos mañana—Se subió a su bicicleta y antes de irse me dirigió una sonrisa. En la puerta de mi casa vi como Bruce se iba alejando, me miré al espejo y mierda, estaba toda roja, ¿porqué me sonrojo cuando Bruce está cerca? 

No hables con desconocidos (Bruce Yamada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora