07 / Niño travieso.

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Tiré el periódico y me dirigí hacia la puerta para abrirla pero el sonido del teléfono volvió a interrumpirme, rápido contesté pero nadie habló y luego de unos segundos colgaron el teléfono. Empecé a recoger la comida del suelo y la volví a poner en el plato, luego me tumbé para intentar dormir pero no paraba de pensar en el teléfono.

Había algo duro que me molestaba, me senté y empecé a buscar en mis bolsillos encontrándome una sorpresa, era la linterna de Finney, me la había prestado y al parecer se me olvidó devolvérsela. Empecé a iluminar la sala con la linterna.

Un sonido de gotas cayendo al suelo se hicieron presentes e intenté iluminar hacia la dirección en donde venía ese sonido. El cadaver de un niño flotando apareció en la luz dándome un susto de muerte y el sonido de las gotas provenía de la sangre que caía de el, este señaló hacia el teléfono. Me levanté y lo agarré.

—¿Hola?—Dije para ver si alguien respondía. —¿Hola?—Repetí al notar que nadie hablaba. —¿Hola?—

—No te queda mucho tiempo.—Una voz aguda sonó desde el teléfono. —El raptor no ha dormido bien, cree que será el final, cree que se dará cuenta.—

—¿Quién se dará cuenta?—Pregunté tensa.

—Su hermano, que está arriba.—Empezó a reírse.

—Eres Griffin.—Hablé.

—¿Quién?—Cuestionó.

—Griffin Stagg.—

—Tal vez. Todo está confuso pero me imagino que sabes todos nuestros nombres.—Dijo.

—Todos lo saben, no te conocí.—Comenté mientras caminaba de un lado a otro.

—Nadie me conocía, toda mi vida fui invisible y de pronto todo el mundo sabe mi nombre.—Declaró y me quedé sin palabras. —No te queda mucho tiempo.—

—Entonces ¿por qué no me ha matado aún?—Pregunté.

—Porque no has jugado su juego, tienes que jugarlo, si no lo juegas el no podrá ganar.—

—¿Qué juego?—

—Niño travieso, si tu no juegas al niño travieso el raptor no podrá castigarte.—Afirmó. —Y si no te castiga, no pasa al siguiente nivel, y el siguiente nivel, el niño travieso es su parte favorita.—

—¿Cuál es la siguiente parte?—Interrogué pero solo empezó a reírse.

—No te queda mucho tiempo.—Repitió.—

—Ya lo dijiste.—Recordé.

—El raptor no ha dormido bien.—

—También dijiste eso.—Contesté.

—Pero ahora sí, ya se ha dormido en su silla, esperándote a jugar.—Comentó.

—¿Y eso en que me ayuda?—Apunté con la luz hacia la puerta.—Espera, está abierta.—

—Exacto, la puerta está abierta.—

—Y solo... ¿salgo?—

—Hay un candado de combinación, en la puerta que da a la calle, era de mi bici.—Anunció.

—¿Era tu candado?—Pregunté.

—Si, se lo quedó cuando me secuestró.—Respondió.

—¿Y la combinación?—Cada vez me ponía más nerviosa, solo quería salir de esta y volver a reunirme con mis padres y amigos.

—No me recuerdo, pero me daba miedo olvidarla así que la escribí.—Dijo.

—¿Dónde?—Pregunté nerviosa.

—La tallé en la pared como pude.—Contestó.

—¿Qué pared?—

—La que tienes a la derecha, arrodillate y a la altura de tus hombros.—Indicó, tiré el teléfono y empecé a iluminar dónde dijo Griffin encontrando un código.

"23317" ese era el código, lo memoricé como pude y volví a coger el teléfono.

—Dos, tres, tres, uno, siete.—Dije.

—Lo que tu digas.—Respondió.

—Pero... es veintitrés, treinta y uno, siete o veintitrés, tres, diecisiete o dos, treinta y tres, diecisiete.—

—No lo sé.—

—¡No me jodas Griffin!—Exclamé molesta.

—No me acuerdo.—Justificó el pequeño. —Tendrás que intentar con todas, y tendrás que ser muy silenciosa.—

—Bien, gracias.—Agradecí y colgué el teléfono.

Caminé hacia la puerta mientras memorizaba el código, la abrí lentamente y subí las escaleras silenciosamente hasta llegar a la puerta en la que se encontraba el salón. Giré el pomo y la abrí viendo cómo el raptor estaba durmiendo con el cinturón en la mano, caminé silenciosamente hacia la puerta de la que me habló Griffin sin quitar la mirada del hombre.

Al llegar a la puerta empecé a probar con todos los códigos, puse uno y intenté quitar el candado pero era incorrecto, con una presión en el pecho giré la cabeza para ver si seguía durmiendo. Probé con el otro código pero tampoco funcionaba, por último probé con el que faltaba y la puerta por fin se abrió pero hizo un ruido el que despertó al maldito perro que tenía el raptor y este empezó a ladrar.

Solté una mala palabra y abrí la puerta, empecé a correr lo más rápido que pude mientras veía como la furgoneta del hombre estaba pisandome los talones, empecé a gritar por ayuda pero no me dió tiempo a hacer nada porque estacionó el vehículo enfrente mío, me choqué contra la camioneta y caí al suelo.

El raptor salió de esta, me levanté y seguí corriendo mientras gritaba por ayuda pero el desgraciado saltó encima mía cayendo los dos al suelo y me puso un cuchillo en el cuello, mis gritos habían llamado la atención de dos casas en las que las luces se encendieron.

—Dices una palabra y te mataré aquí en medio de la calle.—Amenazó—Y te extrangularé con tus propios intestinos.—Empecé a sollozar y las luces de las dos casas se apagaron. —A dormir niña traviesa.—Dijo y me dió un golpe en la cara dejándome inconsciente.

No hables con desconocidos (Bruce Yamada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora