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No sabía que decir. Mi madre me acababa de ver de la mano con mi psicóloga. En el instituto no dan charlas sobre que hacer en estas situaciones.

"Marina, ¿me puedes explicar que haces en la cafetería del señor Urie?" Ya entendía su enfado, ni siquiera había notado quien estaba conmigo. Solo le molestaba que estuviese ahí. Brendon Urie, una de las competencias de mi madre. Cuando era joven abrió esta cafetería.

"No sabía que era este sitio suyo, perdón mamá." Dije sin más, no tenía ganas de que se me estropease el día.

"Vete de aquí inmediatamente, no pienso darle ni un centavo a este sitio." Y se fue, sin siquiera despedirse. Tampoco estaba para quejarme por eso. Había tenido suerte de que no hubiese visto a Elizabeth.

Volví adentro, pero no entendía que pasaba. No encontraba a Elizabeth por ningún sitio. Me volví a sentar a esperarla suponiendo que estaba en el baño.
Pasó media hora, y no aparecía nadie. Decidí llamar a Ashley para ver si podía venir a recogerme.
Fui afuera a esperarla, y sinceramente, no podía parar de pensar en qué era lo que había pasado para que se fuese así. La verdad, me había dolido que después de hoy, ni siquiera me dijese adiós. Empecé a pensar y quizás para ella no habría sido nada. A lo mejor yo le di demasiada importancia, y para ella hoy no ha significado nada.

Justo cuando estaba enterrada en mis pensamientos escuché el claxon de un coche. Ya había llegado Ashley. Fui hacía su coche y entré al asiento del copiloto.
"¿Qué ha ocurrido?" Me dijo inmediatamente. La verdad, no me extrañó, mi cara no expresaba otra cosa más que decepción.
Le conté todo mientras ibamos hacía su casa.
"Entonces,...¿Te has besado con ella?" Me dijo incrédula.
"Sí, la verdad ni siquiera yo me lo creo."

Ashley tuvo una idea, tenía la casa sola e iba a hacer una fiesta. Yo accedí a quedarme y ayudarla a prepararlo todo.
Cuando empezó a venir la gente ya me sentía más animada. Con la música, el ambiene y el alcohol, se me olvidó Elizabeth por completo.
Se me acercó un chico, me sonaba bastante, pero yo no estaba bien como para reconocerlo. Empezó a coquetear conmigo y me preguntó de ir al cuarto de invitados, y accedí.

En cuanto llegamos, empezó a besarme y yo le correspondí. Pero algo no se sentía bien. Cuando él hizo el primer movimiento, bajó la mano por mi pierna, supe que no podía hacerlo. Me fui de ahí y me encerré en el baño. No sabía que hacer. No me atrevía a desnudarme delante de él, y lo que había pasado con Elizabeth había provocado que mis inseguridades hoy estuvieran a flor de piel. No podía salir, me daba vergüenza que me viesen así, y encontrarme al chico aún más.
Llamé a Ashley, pero no respondió.
La volví a llamar y por fin me hizo caso.

"¿Hola?" Escuché al otro lado del teléfono.
"Ash, porfavor ayudame. Estoy en el baño y no estoy bien." Dije como pude. No podía parar de llorar.
"Marina, mandame la ubicación. Voy a recogerte." No me lo podía creer. Me había equivocado de contacto. Había llamado a Elizabeth.
"Realmente no ocurre nada, ya estoy mejor no te preocupes. He bebido de más. Gracias y adiós." Y le colgué. Me limpié la cara y salí a fumarme un cigarrillo.
Me encontré a Ashley allí y le conté lo que había ocurrido. Mientras no dejaba de vibrar el móvil, Elizabeth me estaba enviando mensajes.

"Marina, creo que deberías mandarle la ubicación. Al menos así podríais aclarar las cosas." Y no sé si es buena o mala idea, pero he bebido mucho y solo quiero soltar lo que tengo dentro.
Cogí el móvil y se la envié. Me dejó el mensaje en visto y no contesto nada.
Ahora solo tocaba esperar a que llegase e imaginarme mil veces como podría ser lo que sucederá cuando llegue. Hacía mucho frío y no podía dejar de pensar. Y sinceramente, no sabía que prefería; que llegase ya, o que no lo hiciese.

«Problems» {larina}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora