día nevado

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• corto, soft y doméstico
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—¿Qué pasa, Mika?— habla el ruso acercándose a la ventana, donde se encontraba la felina mirando el exterior.

Dándole un sorbo a su café también hecha un vistazo, notando que afuera está nevando.
El tiempo ya era bastante frío esta mañana, pero el pronóstico no anunció que pasaría algo como esto.

El patio frente al portón junto a las calles se habían cubierto de nieve en pocos instantes.

« Espero que esté bien... » se dice internamente.

Se sentía preocupado, no dejaba de pensar en lo difícil que tuvo que ser para su pareja conducir con este clima.

Y de repente ve como un coche se estaciona frente al portón. Fue como si lo hubiera llamado con la mente, el ruso suelta un suspiro aliviado antes de decir:
—Que suerte, ya llegó.— mira a la gata. —Ven, Mika, vamos a recibirlo.

Minutos después el moreno cruza la puerta, con la nariz roja y dejando entrar un poco de nieve sin querer.

—Me alegra que llegaras bien.

—Vik.— alegre corta la distancia y se saludan con un beso en los labios, como siempre lo hacen. —No sabes el frío que hace afuera.

—Me imagino, ¿tuviste problemas para venir?— pregunta mientras el contrario pone su chaqueta en el perchero.

—Un poco si, pero logré encontrar un atajo hasta casa, ¡nada me detiene!— exclama divertido sin saber que, posterior a ese cosquilleo en la nariz, soltaría un estornudo.

El de cresta mira rápidamente al ruso, quien mostrando una expresión preocupada le dijo:
—¿Estás bien? ¿Te resfriaste, amor?

—Tranquilo, Viktor, solo fue un— su frase se interrumpió luego de estornudar otra vez y al instante continuó. —O... ¿quizás dos?

Rápidamente le tomó la temperatura y, efectivamente, Horacio tenía algo de fiebre. Volkov no se quedaría de brazos cruzados, así que hizo todo a su alcance para cuidarlo.

Le ha dado ropa cómoda y muchas mantas para que pueda taparse, además de prepararle una rica sopa. Sirviéndola en un tazón se la lleva al de cresta, quien se encontraba sentado en el sofá.

—Vik, de verdad, ¿no es un poco exagerado? Solo es fiebre.

—Ya lo sé.— se sienta junto a él. —Pero, como te he dicho en mis votos matrimoniales: "te cuidaré hasta en el más mínimo resfrío"

El de cresta se hecha a reír, no solo por el tono gracioso que su esposo usó, sino también por hacerle recordar ese bonito momento.

—¡Jajaja, eres tan lindo!— dice enternecido y sin poder ocultar la sonrisa.
De verdad adora a ese hombre y lo feliz que le hace sentir.

La pareja pasó las siguientes horas sentados en el sillón junto a su mascota.
Afuera seguía nevando, y Volkov se encargó de cuidarlo el resto de la noche.
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fin*•.

volkacio [ drabbles ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora