Hicieron en helicóptero la última parte del viaje.
—¡Ahí está la villa! –gritó Mew por encima del ruido de las hélices.
Gulf contempló un asombroso desfiladero cubierto de árboles y vio la villa con el tejado de terracota coronando una colina. Hasta él llegaba una tortuosa carrera que viraba y viraba y viraba entre los árboles, pero no había coches. Era una carretera privada.
Bajó del helicóptero con Venus en brazos y fue a inspeccionar la villa. Oculta por una muralla vegetal de gigantesco cipreses y hayas, la piedra pulida por el clima que relucía como el oro a la luz del atardecer... Pero por dentro era aún mejor. Suelos de mármol, muebles elegantes y cómodos, lámparas y jarrones ornamentales, hermosos dormitorios y cuartos de baño, y dos cunas equipadas con sábanas de bordado inglés para los mellizos.
— ¿Cómo has conseguido este sitio avisando con tan poca antelación? –se oyó preguntar, a pesar de que había estado ignorándolo todo el tiempo.
— Pertenece a la familia desde hace un tiempo.
Debería haberlo sabido. Privada, exclusiva, equipada con todo tipo de lujos.
—¿Eso que hay ahí es un jacuzzi?
— Oui...
— No voy a meterme ahí.
Gulf lo oyó exhalar de forma audible, pero se fue a ocuparse de sus hijos, a los que les había puesto el pijama en el jet.
— No tendrás que cocinar ni nada...
— Oh, lo sé. No querrás morir envenenado, ¿Verdad?
Ignorando el comentario, Mew mencionó que una asistenta iría dos veces al día, y que se quedaría si querían salir a cenar.
— Si me das la oportunidad, quiero disculparme –dijo Mew con tono plano.
— Olvídalo... perderás el tiempo. Estoy más que harto de que siempre me estés criticando...
— Gulf... de verdad que quiero que éste sea un viaje especial. Acepto que lo he estropeado, pero no es propio de ti guardar rencor.
— No, es una pena –replicó él, con los ojos brillantes—. No vacilaste a la hora de censurar mis acciones, ¿Por qué debería hacerlo yo? ¡Y eso que me contuve!
— Si tienes algo que decirme, dilo...
— ¿Tienes bolígrafo? Frunciendo las oscuras cejas, sacó una pluma de oro del bolsillo interior de la chaqueta.
Gulf entró en su sofá a escribir.
— ¿Qué haces?
— Eres muy listo a la hora de discutir. Quiero asegurarme de que no se me olvida nada.
—Creo que iré a dar un paseo por la playa, y tal vez cuando vuelva...
— ¿Me habré calmado? –Terminó él con una risotada-. Ni lo sueñes, Mew. Bien, ¿Estás listo?
—¿De verdad es necesario todo esto?
—Si quieres que sigamos casados es muy necesario –afirmó con voz tensa-. Punto número uno: no me gusta que me trates como a un niño. Soy un adulto y padre. No dejaré que seas condescendiente.
— D ́accord... — murmuró Mew con la diversión en los ojos.
Pero Gulf estaba decidido a arrancarle esa sonrisa ufana de su bonito rostro.
— Dos: durante aquel invierno en el que me enamoré de ti, tú me animaste todo el tiempo al no rechazarme. Creo que te gustaba que te amara.
— Vraiment...
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Una noche con su esposo - Mew Gulf
RomanceEl matrimonio de Mew y Gulf había sido breve, pero intensamente apasionado. Se habían separado casi inmediatamente después de casarse y Gulf había desaparecido, pero Mew nunca había llegado a pedir el divorcio. Dieciocho meses después, consiguió lo...