Al amanecer tuve uno de los sueños más extraños. Aunque no veía nada —cómo en los sueños normales— supe que era uno por la voz masculina y altamente amable que me susurraba:
Despierta Valeria.
Con esa melodía en mi cabeza era imposible querer despertar.
Se hará tarde.
Repitió. ¿No era eso demasiado extraño? Podría ser uno de mis sueños más absurdos en aquel entonces. Aún adormilada me quedé a la espera de volver a escuchar algo pero ese algo no llegó.
Abrí los ojos a regañadientes, a mí despertar me saludó el despertador sobre la mesita de noche, mostrando una hora alarmante.
Me senté con el corazón a punto de salírseme.
8:45
Lo que vino luego de eso fue eufórico. Yo desvistiéndome apresurada. Mis manos colocándome las medias blancas, la falda a
cuadros y metiendo las mangas en de la blusa entre mis brazos. Mis
manos tomando con velocidad mis pertenencias necesarias, mis pies escalera abajo de forma precipitada y luego, mi ser entero saliendo de casa aún con la blusa y la sudadera sin abrochar.
El exterior me recibió con una ráfaga de viento frío y el pelo se elevó con ímpetu a mis espaldas. No era común en mí usar el cabello suelto, era demasiado largo y resultaba incómodo tenerlo de esa forma, pero esa mañana el trenzarme no era una de mis mejores opciones.
Sin saber el porqué mi vista se dirigió hacia la casa del frente, en dónde mi desolado vecino desde la ventana se acomodaba la corbata. A pesar de estar yéndose tarde al instituto él no parecía para nada preocupado.
Terminé de abrochar el último botón y me dispuse a correr a mi destino. Mientras lo hacía, pensé por un momento —un momento de debilidad— en la posibilidad de aceptar la propuesta de padre, si hacía eso no tendría por que correr al instituto, no me ensuciaría las zapatillas ni tampoco sufriría semejantes cansancios. Además, meses más tarde llegaría el invierno, y la lluvia sería sustituida por la nieve.
«Pero sería demasiado holgazana» me recriminé.
En el momento en el que salí a la calle principal, un taxi frenó en seco. Me giré para ver el porqué semejante ruido y, a diferencia de lo que esperaba, el vehículo estaba a pocos centímetros de mi cuerpo.
Tanto el chófer como yo nos encontrábamos estupefactos.
—¡Oye niña! ¡¿Has perdido la cabeza?! —me reclamó el hombre al recuperarse del susto. Dejé salir el aire que estaba conteniendo y con un leve temblor, que no supe si era causa al frío o al susto; me encaminé a la puerta del vehículo y me metí al interior.
Me miró ceñudo, pero yo no tenía tiempo para estarlo perdiendo en explicaciones.
—Al instituto por favor.
No era necesario que diera dirección, preguntara por lo que preguntara sabría con exactitud en dónde se encontraba, cómo todos en Monterbik. El coche dio avance por la calle en dirección al viejo Instituto Evergreen, a las afueras del mismo yacían varios vehículos estacionados, al verlos recordé que necesitaba pagar el transporte.
Me tensé.
Me eché la mochila sobre las piernas y comencé a buscar entre los bolsillos. El primero no tenía más que crayones. El segundo lapiceros y envolturas de golosina. El tercero… vacío. Buscar en el resto sería completamente inútil.
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Amor de Lobos.
WerewolfValeria es una adolescente con baja autoestima, todos los insultos que ha recibido la han hecho dudar de sus cualidades. Ha pasado por momentos difíciles toda su vida, sin embargo eso solo la ha hecho más fuerte. Ella desea que su vida cambié, por c...