Al día siguiente me sentía mucho mejor para ir al instituto. Me levanté temprano para prepararme. En medio de mi lucha por terminar la trenza resonó el móvil sobre la mesita de noche. Arrugué los labios antes de ir a por él, yo no era nada sociable como para recibir mensajes de texto, pero esa mañana alguien parecía acordarse de mi existencia.
Buenos días hija, suerte en lo que hagas.
Te quiere, tu padre.
Suspiré ante el texto mientras pensaba en una posible respuesta.
Buen día padre.
Espero lo mismo.
Esa era la relación que habíamos tenido desde lo sucedido, desde ese terrible accidente que nos arrebató a mi madre.
Me enfurecía que no hiciese nada por cambiar la situación entre nosotros, quizá venir a casa, pasar tiempo juntos, decirme un te quiero en persona.
Lancé el móvil a la cama y continúe con mi respectiva preparación.
Al de salir de casa iba más preparada que días anteriores, llevando conmigo un paraguas para protegerme de la leve llovizna que descendía del cielo, me sentía mejor pero mi afonía había empeorado notablemente, exponerme demasiado sería buscar mi muerte.
Mientras avanzaba por la calle en pasos lentos me tomé el atrevimiento de alzar la mirada a la venta de su habitación, él me miraba mientras ajustaba su camisa, lucía molesto. Me pregunté si era alérgico al chocolate, recordar lo que había hecho la tarde anterior me hizo sonreír. Antes de retornar mi avance me acaricié la venda que rodeaba la palma de mi mano, recordándome a mí misma lo que debía hacer.
***
El instituto estaba atascado por un montón de jóvenes, el hecho de ser el único instituto en todo el pequeño Estado hacía que el centro de la ciudad luciera exageradamente atascado.
Eso no era todo, la escuela primaria y la Universidad estaban justo al lado, y tenían un periodo de clases tan exacto como el nuestro. Es decir que durante todo el periodo de clases la población joven se encontraba en el mismo sitio. Desde los seis a los veinticuatro años.
Monterbik era un lugar extraño.
A pesar de lo estresante que tendría que resultar todo ese ambiente, las personas parecían disfrutarlo, estar en su zona de confort.
Pero yo no lo estaba.
Recordé las palabras de la secretaria y visualicé mi futuro en Monterbik, la idea de continuar ahí por el resto de mis estudios de universidad, o inclusive mi vida entera, me dio escalofríos. Quería algo más, quería un cambio.
Jamás pensé que ese anhelo se cumpliría.
Mis ojos observaron a la distancia a Ashley, esta se encontraba junto a sus amigas. Las tres con sus ojos en los pequeños espejos que sostenían en sus manos, maquillando cada centímetro de su rostro. La rubia de rizos al sentir mi mirada se volvió a mí, me entrecerró los ojos antes de levantarse de su sitio e ir al interior del instituto, escoltada por sus dos fieles devotas. Me percaté entonces de su anormal actitud, hasta entonces no había sido consciente del poco interés que mostraba ante mi presencia, era casi como si me ignorase. Claro, eso era bueno, no tenía que estar pasando por sus despectivos comentarios.
Aun así era extraño.
Pero eso solo era el inicio entre las cosas extrañas que estaban por suceder. Esa misma mañana, mientras iba camino al salón de clases sentí a mis espaldas unos pasos. Volteé mi vista hacia atrás y mis ojos se encontraron con los de Toni, el cual se detuvo al ver que lo observaba.
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Amor de Lobos.
Kurt AdamValeria es una adolescente con baja autoestima, todos los insultos que ha recibido la han hecho dudar de sus cualidades. Ha pasado por momentos difíciles toda su vida, sin embargo eso solo la ha hecho más fuerte. Ella desea que su vida cambié, por c...