Parte 10 - Paralelismos Universales, ¡Una Isla Llena De Peligros!

31 2 9
                                    

5 minutos más tarde...

–Esto ya se fue a la mier... agh.– Samuel suspira perezosamente. –Sinceramente ya ni siquiera me dan ganas de soltar tonterías al aire, no tengo energías para eso.– Samuel, recostado en el suelo con la radio en la mano, le lanzó con desgano y sin fuerzas el aparato a Alfredo.

–Ya han pasado como siete u ocho minutos desde que logramos salir del agua... ¿Cómo es que seguimos tan cansados?– Alfredo seguía recostado en la arena, la marea había bajado mucho, terreno que no habían visto se veía al descubierto. Al ver la radio a un lado suyo, la guardo para evitar perderla.

–Bueno, casi nos ahogamos y para salir del agua literalmente tuvimos que usar nuestro mayor esfuerzo, es bastante difícil mantenerse en pie después de esto.– Respondió Samuel sin ánimos, desganado por el cansancio.

Alfredo trato de acomodarse, de sentarse en la arena para al menos ver si se podría poner de pie pronto. Al sentarse sus ojos se centraron en el horizonte, estaba exhausto pero aún así, en sus condiciones deplorables, era capaz de levantarse de pura suerte. Samuel, con la radio aún en mano, solo se le quedó viendo a aquel aparato.

–No puedo creer que... haya muerto.– Alfredo solo se dedico a observar el límite del mar a la vista, ya no sentía la presión de no poder decir nada frente a las chicas, tenía que soltarlo todo. –Nosotros... nosotros no pertenecemos aquí.–

–Claro que no, venimos de otra dimensión, que esperabas.– Dijo Samuel  mientras recobraba el aliento bajando la vista a la arena.

–No, me refiero a que no podemos ni debemos de estar aquí. Primero lo de Alola, ahora esto... La gente de esa región esta asustada de posibles ataques de Ultraentes y un anciano acaba de morir.– Alfredo volteo a ver a su amigo, acusado en la arena sin poder levantarse. –¿Cuántos más, Samuel? ¿Cuántos más deben sufrir para que podamos volver a casa?–

Samuel se quedó callado, sus labios se quedaron sellados por un instante hasta que su voz tenue y atragantada soltó palabras difíciles de escuchar. –No lo se... Créeme que no lo se.– Samuel trataba de levantarse, para al final lograr ponerse de rodillas. –Jamás pedimos venir aquí, pero tampoco tenemos la culpa de todo esto. Sólo tratamos de sobrevivir Alfredo. Por desgracia no puedo darte respuesta a tus dudas, pero créeme que lo intentó, créeme que intento buscar la manera de seguir adelante, pero no entiendo como es que todo esto sucede.–

Alfredo, callado, observando la arena se estaba secando con el paso del tiempo. –Debemos irnos de aquí, ahora.– Dijo mientras se ponía de pie a duras penas.

–No podemos.–

–¿Qué?–

Samuel simplemente se levantó como si solo estuviera cargando con poco peso el cansancio prevaleció pero al menos ya podía moverse mejor. –Esta isla funciona distinto a lo usual, ¿Recuerdas? La única forma de salir es que el tiempo del mundo exterior y que el tiempo de la isla coincidan, así podremos escapar de aquí.– Claro y conciso, Samuel dejó en claro que este mundo era diferente, que no podrían salir si por que si, pero que podrían intentarlo después.

–Amo y odio este mundo a la vez...– Dijo Alfredo mientras jadeaba al levantarse con cansancio.

–Estamos en la misma sintonía, wey.– Respondió Samuel levantándose con algo de cansancio del suelo arenoso, dejando la marca de su cuerpo cuando estuvo recostado.

Alfredo admiro el horizonte, seguía muy atarantado por todo el desastre que sucedió. Ya podía acomodarse bien, estaba de pie por completo y aunque le pesaba todo, ya podía caminar como si nada. Por su parte Samuel tenía graves dolores de espalda, poco a poco se dio cuenta de que algo estaba mal, se tocó el costado y su parche ya no estaba. Agitado busco algún parche que la haya quedado por ahí, pero no parecía tener alguno a la mano, no tenía la forma de conseguir alguno tan pronto como le fuera posible.

Pocket Monsters: Masters of DisastersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora