|09| Guau
Luca.
La campanilla de la puerta sonó, indicándome que alguien había entrado al local.
—Lo lamento, el bar está cerrado hasta dentro de una hora y media, por lo que no podemos atenderlo ahora mismo. Vuelva más tarde. —le dije a la persona sin siquiera mirarla.
—Así que ¿no estás disponible ni para tu propio padre, hijo mío?
Se me cortó el cuerpo al instante. Mi padre era una persona súper importante para mí. Él había sido quien me dejó a cargo de este lugar y cada vez que venía tenía el miedo de que viera que no doy la talla o que no soy lo suficientemente responsable como para manejarlo y acabara vendiéndolo o algo parecido. Siempre que viene a "echarle un ojo al local" siento la necesidad de que todo esté perfecto, de que no haya ningún fallo que pueda darle el beneficio de la duda y hoy, por primera vez, puedo decir que estaba todo perfecto.
Frente a mi padre siempre he procurado ser un chico ejemplar. Siempre he intentado destacar en algo para que él pudiera tener motivos para estar orgulloso de mí, ya que si no lo hacía me sentiría despreciado. Desde que soy niño he tenido que lidiar con la presión de tener que ser el mejor en todo para poder tener un mínimo de atención y valoración por parte de mi padre.Él trabajaba tanto que apenas tenía tiempo para mí y sólo quería saber de mí si era para noticias buenas, sino no quería saber nada del tema. Él era uno de los empresarios más importantes que hay aquí en el infierno y siempre ha soñado con que yo siguiese su legado, pero lo que yo quiero es algo totalmente diferente a lo que él quiere para mí.
Él quiere que me case con la hija de su fiel socio y que juntos unamos nuestros negocios siguiendo, ambos, el legado de nuestros padres. Pero lo que yo ansío no puede quedar más lejos de eso. Yo deseo llegar a ser algún día un músico reconocido en todo el mundo, que junto a mi grupo, llenemos estadios enteros con nuestra música, pero claro, es solo un sueño, ya que papá jamás me dejaría dedicarme a "algo tan estúpido cómo la música".
Mi padre dio varias vueltas al local, logrando ponernos a Aaron y a mí más nerviosos de lo que estábamos ya desde que puso un pie en el local. Todo estaba perfecto, de eso no me cabía duda, pero... ¿y si para él no lo estaba?
—Hijo, Aaron, debo de admitir que estoy impresionado —un gran suspiro salió de mi boca, liberando toda la tensión que tenía retenida—. Sin duda he dejado mi local en las mejores manos posibles. Yo me voy ahora, espero que todo os vaya muy bien.
Dicho eso se fue. Dejando el local mucho menos tenso y más relajado. Aaron y yo respiramos profundamente varias veces, ya que para ambos este bar se había convertido en nuestro lugar seguro. Dónde veníamos cuando necesitábamos estar solo en la compañía del otro.
Cogí una escoba y terminé de limpiar el último rincón del local cuando la campanilla volvió a sonar, haciendo que mi cuerpo volviese a tensarse, pero me relajé cuando vi que era Frankie quien estaba en la puerta. Pero no era la Frankie de siempre quien estaba ahí, sino una con cara de muy pocos amigos se acercaba hasta mi posición.
—¿Luca dónde mierda tienes el teléfono? ¡Te he llamado unas doscientas millones de veces y no has respondido a ninguna! ¡Hemos tenido que venir andando desde la otra punta hasta aquí y suerte que no nos ha pasado nada! —dramatizó mientras se ponía una mano en la frente—. ¡Oh! Hola Aaron, no te había visto —sonrió rascando su nuca nerviosamente.
—Mi padre ha estado aquí y llevamos toda la mañana preparando cosas. Además no puedo ser siempre tú taxi privado, también tienes piernas, aprende a usarlas guapita, que creo que te vendría bastante bien el aprender a utilizarlas. Quizás así llegues a los sitios sin tener que depender de nadie. ¿No sería fantástico? —ironicé.
Ella gruñó en respuesta, acto que me hizo saber que, por primera vez había ganado la batalla. Sonreí internamente mientras que ella volvía a la puerta.
—Bien Luca... ¿Estás preparado para ver el cambio de Brooke? —me dijo mirándome directamente a los ojos.
—Eh... ¿Supongo? Es decir, me da igual. Ni que fuese a entrar una réplica de Beyoncé o Shakira por ahí —le dije desanimado. No me apetecía ser cómplice de sus tonterías en ese momento, pero creo que no tenía más opción.
—Eso es lo que dices ahora, bonito —dicho eso se giró en dirección a la puerta y dijo—: Brooke, cierrale la boca a este engreído.
Después de decir eso Frankie se apartó, dejándome ver a una Brooke diferente detrás de ella. Me quedé congelado. Su cabello anteriormente negro, tenía unas leves mechas rojas que lo hacían mucho más atractivo. Llevaba una sombra de ojos oscura, pero lo suficientemente clara como para poder seguir observando sus hermosos ojos color azul. Leves pecas adornaban su rostro y se había puesto un labial rojo claro que combinaba perfectamente con su pelo.
Su ropa, muy diferente a la que llevaba hacía unas horas, le quedaba como anillo al dedo. Llevaba una camiseta negra ajustada, dejando ver la parte baja de su abdomen y llevaba también unos pantalones de tiro bajo de camuflaje que la hacían ver absolutamente bien. Unas pulseras negras y alguna que otra con pinchos adornaban su muñeca, dándole un toque punk a su look.
La miré a los ojos por unos segundos y una especie de corriente eléctrica recorrió mi columna vertebral. Algo había en ella que hacía que no pudiese apartar mis ojos de los suyos, al igual que ella parecía no querer apartarlo de los míos. Nos quedamos así no mucho más tiempo hasta que Frankie se metió entre nosotros, cortando la conexión que habíamos sentido .
—Y bueno... ¿Qué te parece la nueva Brooke? Pivonazo ¿me equivoco? —me miró con una sonrisa pícara.
—Bueno... está ¿cómo decirlo? Está radiante —le respondí asombrado.
No podía apartar mis ojos de ella. Su nuevo look le hacía parecer un poco más mayor. No me disgustaba lo que habían hecho. Y a mi parecer, o por lo menos por la enorme sonrisa que tenía en la cara, ella había quedado completamente satisfecha.
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Lo que los mortales llaman cielo
RomanceImagina que todo lo que te han ido enseñando desde que eres un ángel bebé se cae a pedazos cuando, en tu mayoría de edad, descubres que todo aquello de lo que sólo se hablaba en libros resulta ser cierto. El infierno es real y no sólo eso, sino que...