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|05| ¿Dónde estoy?

Brooke.

Tenía aún los ojos cerrados cuando comencé a escuchar voces , llevé mi mano a mi frente debido al fuerte dolor de cabeza que estaba sintiendo en ese momento e instintivamente bajé las manos, notando que estaba en una cama, pero no recordaba haber llegado a casa o algún lugar dónde dormir, por lo que abrí los ojos y me incorporé por el susto. Estaba asustada, realmente asustada, del día de ayer solo recordaba hasta el momento en el que toqué el portal. A partir de ahí todo estaba negro.

Cerré mis ojos de nuevo y froté mi sien de manera desesperada tratando de que algún recuerdo llegase a mí mente, pero para mi desgracia, no hubo suerte. Cuando por fin me decidí a abrirlos, estaba en un lugar que no reconocía. La colcha de la cama era de un color rojo oscuro que combinaba perfectamente con las sábanas negras, dando un toque tétrico a la habitación. En las paredes había colgados varios pósteres de grupos de rock de los que no había oído hablar nunca. Había uno en particular que me llamó mucho la atención, en el que había cuatro hombres tocando guitarras eléctricas con cabelleras largas y rizadas de diferentes tonos de castaño y justo debajo de ellos se encontraban las letras HTH, qué significaban highway to hell. Cuidadosamente, me levanté de la cama para observar una estantería llena de vinilos, pero en el camino tiré una libreta al suelo y en menos de un minuto, la puerta de la habitación se abrió de golpe haciéndome retroceder por el susto.
Un chico y una chica, de más o menos mi edad, aparecieron asustados. La chica mediría, más o menos, un metro sesenta. Tenía una cabellera que le llegaba a la altura de los hombros, de un color azul igual que el de sus ojos, que te hacían quedarte hipnotizado. Ella me miraba con una expresión dulce pero a la vez confusa, a diferencia del chico, que él me miraba con cara de pocos amigos. Él medía aproximadamente un metro ochenta. Su pelo era de un color negro, tan oscuro como la noche y sus ojos de color avellana, tan profundos como un agujero de los que no sabes si una vez que entres podrás volver a salir.

Me quedé atrapada en su mirada y no había escuchado que la chica me estaba hablando.

—¡Oye! ¿Chica, me estás escuchando? — preguntó mientras pasaba sus manos por delante de mi cara.

—Oh... si perdona, ¿Qué decías? — le dije mientras frotaba levemente mis ojos y trataba de ocultar un pequeño sonrojo que se había colocado en mis mejillas.

—Te estaba preguntando qué quién eres y qué haces aquí, porque no es necesario ser Einstein para deducir que no eres de por aquí ¿O me equivoco? — comentó mientras se apoyaba en un mueble cercano a ella.

Vaya, qué chica más directa.

—Bueno, yo... eh... Es cierto que no soy de aquí, pero no creo que sea de vuestra incumbencia de dónde vengo — repliqué un poco a la defensiva.

—Teniendo en cuenta que estabas tirada en mitad de la calle y te trajo mi amiga aquí para evitar que te pasara nada, creo que es de nuestra total incumbencia esa información, de lo contrario te invito a que cojas la puerta y te marches. Así qué tú decides bonita....o hablas, o te largas. — dijo él en un tono cortante.

Me sentí un poco acorralada. Tenía a dos personas, que no tengo ni la mínima idea de quién narices son, justo enfrente de mí amenazándome con hablar y detrás de donde estoy ahora mismo, hay una ventana... ¿Saldré muy mal parada si me tiro por ella a una distancia de más o menos dos plantas?

—Linda, no queremos hacerte daño. Solo  queremos saber qué haces aquí. Te vi tirada en la calle y no te dejé allí porque, a saber qué barbaridad te hubieran hecho... así que por favor déjanos ayudarte, pero para eso tienes que hablar... ¿Te parece? — comentó ella en un tono mucho más dulce — Por cierto, soy Francesca, pero dime Frankie y el cascarrabias de ahí detrás es Luca.

Lo pensé por unos segundos. Es decir, si lo que ella me dice es cierto... ¿Debería de contarles todo?

—Soy Brooke Sallow y vengo del cielo. — dije con la voz un poco cortada.

Un silencio se instaló en la habitación. Segundos después comenzaron a reír.

— ¿Del cielo? ¿Y se puede saber cómo acabó un ángel aquí abajo en el infierno? — preguntó Luca riendo.

—Bueno, es algo difícil de explicar, pero fue por una confusión de un médico. Veréis, allí arriba no tenemos acceso a mucha información, sólo a la que nos permiten. Nosotros no tenemos conocimientos sobre vosotros o por lo menos no tenemos tanto cómo creo que tenéis vosotros sobre nosotros. Se podría decir que lo único que sabemos es lo que nuestros "superiores" quieren que sepamos.
El caso es, que tenemos una ceremonia que realizamos al cumplir la mayoría de edad. Pues en mi caso salió mal y acabé en el hospital. El médico me hizo un interrogatorio y por error, me comentó algo sobre un enlace entre ambos mundos. Mi amiga y yo tardamos tiempo en encontrar el lugar, pero finalmente lo hicimos y es por eso por lo que estoy aquí —hice una pequeña pausa para ver sus rostros—. Más que nada fue por curiosidad, quería saber si el mundo en el que sólo hablan en los cuentos de terror infantil, realmente existía y quería saber cómo es en realidad. Pero al cruzar el portal, se me cerraron los ojos y al volver a abrirlos ya estaba aquí. No sé dónde, ni cómo, ni cuándo aparecí tirada en el suelo, pero lo que sí sé es que el portal realmente conecta ambos mundos. Curioso, ¿no es así?

Ambos chicos se encontraban con la boca abierta.

Otro silencio incómodo inundó la habitación. Yo solo me senté en la cama esperando a que alguno rompiera ese silencio, ya que se veían tan impresionados que no sabían qué decir. Unos minutos después Luca se atrevió a hablar.

—A ver si lo he entendido. Has venido aquí solo por... ¿curiosidad? ¿Seguro que no eres una asesina en serie? —Frankie inmediatamente le pegó un puñetazo en el hombro. Gesto que me hizo reír y a él gruñir.

—Ignóralo, lleva desde que llegó preguntando si eras peligrosa o una asesina —rio—. Pues sí es cierto lo que nos dices... ¿Quieres venir con nosotros a conocer el infierno? —me preguntó tendiéndome su mano.

—¡Francesca, te has vuelto loca! ¿Qué dirán los demás? ¿Cómo se lo explicaremos? Yo creo que lo mejor es que vuelva por dónde ha venido.

—Cállate Luca, me vas a dar dolor de cabeza —le dijo con mala cara—. Ignóralo, esto es entre tú y yo. ¿Quieres venir sí o no?

Lo que los mortales llaman cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora