Omar Retsuden

Capitulo 2

AL día siguiente, la patrulla le dio a Omar su primer castigo durante su
estancia en la prisión. La única razón que le dieron es que durante la ronda de revisión, él apartara la mirada, menospreciando a los guardias. Los oficiales alzaron sus barras de hierro sobre sus cabezas, y casi felizmente molieron a palos el cuerpo de Omar, cayendo sobre sus hombros, rompiéndole huesos... Se turnaban para seguir la tortura.

Por supuesto, normalmente no habría manera de que unos civiles ordinarios golpearan de esta manera a Omar. Omar se esforzó en solo asumir el castigo, pero era demasiado complicado no enfadarse. Que se contuviera la lengua se consideraba un acto de insubordinación y desafío, y la amargura lo seguía consumiendo.

Nadie asociado con Omar estaba a salvo del abuso de los guardias tampoco.

Gigi, sin notarlo en medio de su labor, también recibió algún que otro garrotazo en el estómago. Además de esto, Omar fue golpeado al menos unas tres veces en el día por cualquier razón incomprensible, como cuando le murmuraba algo a Gigi.

El alcaide diera instrucciones claras a los guardias: su objetivo era Omar.

Como nunca fue técnicamente detenido o arrojado a una celda de mayor seguridad, no había manera de que nadie en la Aldea de la Hoja descubriera su tapadera si era maltratado, mucho menos tratarían de intervenir. Por ello, Omar prefería mezclarse con los demás prisioneros día tras día para trabajar: ir en solitario no sería productivo.

Algunos de los presos fueron engañados por otros por saber lo sucedido la otra noche con Menou, así que Omar trató de que unos errores insignificantes sobre algo tan importante como su pelea con la bestia lo molestaran. Siempre que fuera a ser tratado así, no mostraría rastro de dolor o remordimiento en sus ojos. La impresión del alcaide sobre Omar sería al menos la de que él no era alguien débil.

Durante ese día, Omar fue regañado y fue golpeado otra vez repetidamente hasta por ocho guardias diferentes, lo que hizo que se ralentizara en su trabajo.

Incluso si alguien lo llamaba, él no respondía. La mirada en sus ojos no era nada más que desafiante y hostil.

A todas las razones que ellos le daban, sin importar cuantas veces mallaran en él, él no mostraría ninguna herida destacable, haciendo que los guardias se enfadaran aún más.

[·+·]

Al final de la jornada, los guardias que comprobaban su celda antes de la hora de dormir lo regañarían como a un estudiante que violase las reglas de la escuela. Una vez incluso lo golpearon porque "su pelo era algo largo".

—¡Omar, hoy fue un desastre!

—¿Por qué todos te la tienen jurada?

Tanto Penjira como Ganno le preguntaron, sintiendo lástima por Omar.

Siempre había sido común que los guardias golpearan a los presos por las razones más absurdas. Sin embargo, siempre eran los más tímidos los que temblaban de temor, y los más creídos eran los más rebeldes. Omar no caía en ninguno de esos criterios.

—No tiene nada que ver con ustedes.

Aunque a ellos no les gustaba que Omar dijera cosas así, podían oír claramente la frustración en su voz.

Gigi empezó a entrometerse por su cuenta:

—Oí que el alcaide, Zansuru, tiene algo que ver con todo esto.