Capitulo 8

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OMAR iba a enfrentarse a los dragones y las bestias, que venían volando hacia ellos a pares. Podía hacerse cargo de todos ellos en un instante usando el Super Saiyajin o el Kaio-ken, pero cuando vio que Menou estaba en medio, de pie protegiéndolo, cambió de idea.

—Menou, atraeré a los más pequeños hacia nosotros. Tú irás contra el más grande.

Lleno de confianza, Menou responde alzando la cola.

Omar tomó a Menou por la zona del tronco con sus propios brazos y lo arrojó hacia el enorme Titán.

Mientras veían pasar a Menou por el aire, las bestias semejantes a Pterosaurios fueron cortados por varios discos amarillos que iban al cielo. Empezaron a caerse del cielo uno tras otro. Algunas bestias fueron aún capaces de esquivar los discos, pero quedaron cegados por una brillante luz que se hizo presente, colisionando con las bestias a su alrededor. Sus picos son extremadamente afilados, clavándoselos bien profundos cuando chocaban entre sí, agitando sus patas en un ansia de pelea. Ni amigos ni enemigos se libran de las violentas zarpas.

Menou había aterrizado de mandíbulas al final de la cola del Titán. Continuó por esta hacia Zansuru, como si fuera por una cuerda floja.

—Hey, no dejes que Menou se acerque. —Zansuru gritó al Titán, pero Menou estaba en el punto ciego de la bestia. Estructuralmente, su cuello no podía alcanzar el punto donde él estaba en su cola—. ¡Pterosaurios! ¡Dense prisa y ayúdenme!

Los Pterosaurios volaron corriendo hacia Zansuru mientras recibían sus órdenes. En el último momento, Zansuru escapó al cielo desde la nuca del Titán.

Las garras de Menou descendieron del cielo, rasgando la columna del Titán. La bestia rugió, retorciendo su cuerpo mientras trataba de sacarse de encima a Menou. Ante tal desafío, Menou saltó al suelo y corrió hacia donde Omar lo arrojara un momento antes.

Mientras, Zansuru volvió a colocarse las gafas mientras recuperaba el aire.

—Menou, como si no pudieras ser más problemático…

No pudo evitar molestarse de que ya no tenía el control de ese ser que ahora tenía sus colmillos descubiertos hacia él. ¿Quizás fue por orden del nuevo dueño de Menou?

El prisionero número 487, Omar, estaba sobre el suelo, destrozando las valiosas fuerzas de guerra de Zansuru.

—Tsk. —Soltó Zansuru, y luego se abalanzó desde el ala de la bestia que cabalgaba, gritando con voz estruendosa—: ¡¡¿A qué esperán?!! ¡Se los ordenó! ¡¡Maten a Omar!!

Mientras decía eso, todo en la visión periférica de Omar estaba en un absoluto caos de guerra.

Omar atrae a los dragones hacia él, habilidosamente evadiendo a las bestias mientras estas se inflingen daño entre sí, sin él recibir ni un solo rasguño. Los Pterosaurios sabían que sus grandes números daban a Omar una ventaja, pero preferían no ir en contra de las órdenes de Zansuru. Los discos golpearon a la bestia sobre la que estaba Zansuru, haciéndolo caer antes de que pudiera llegar siquiera hasta Omar.

—No debería usar demasiado las fauces de esas bestias: no saldrá nada bueno de ello. —Zansuru dijo para provocar a Omar mientras este usaba su Elemento Viento para atrapar a la bestia que caía.

—Gigi es el que invocó el Jutsu Curativo de Reanimación y Regeneración, no tú.

—Qué tontería…

Rayas azules empezaron a crecer en la frente de Zansuru.

Mientras, Menou había estado atrayendo al Titán hacia Omar. Bajó con destreza de roca en roca Omar cruzaba el acantilado biselado. El Titán no era la clase de bestia que podía adaptarse con facilidad a los cambios de dirección en mitad de una persecución. Cada paso pulverizaba las rocas bajo sus pies, haciéndolo tambalearse mientras perseguía a Menou.

Omar Retsuden Donde viven las historias. Descúbrelo ahora