Capítulo 1.

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—¿Cuánto más vas a estudiar? —preguntó Taehyung, mirando con fastidio al muchacho frente a él.

Ese muchacho era Kim Seok Jin, el noble de la casa vecina. Hacía pocos años que una nueva familia se había mudado a la residencia en venta a un lado de la suya.

Y, en cuanto observó a un joven callado con un aura que irradiaba inocencia, Taehyung no pudo evitar sentirse contento.

La vida como yangban era aburrida. Aun con su corta edad, Taehyung debía ir de aquí a allá, siguiendo a su padre a todo tipo de reuniones que los nobles organizaban para festejar distintas ocasiones. De vez en cuando, su padre lo llevaba al palacio, guiándolo por el que sería algún día su lugar de trabajo.

Y Taehyung, quien muy apenas comprendía las responsabilidades que alguien de su rango tenía, estaba hastiado.

En cuanto el noble vecino llegó, Taehyung no dudó en acercarse a él, poco a poco. A veces se topaba de encontronazo con él y aprovechaba la situación para poder charlar con Jin. Este era de pocas palabras, pero su amabilidad era grande.

Cada vez que Taehyung hablaba con ánimo, el contrario le escuchaba y soltaba ligeras risas ante sus ocurrencias.

—Probablemente lo que resta del día si no guardas silencio —dijo Jin, divirtiéndose al ver como la expresión de Taehyung se ensombrecía y luego suspiraba con cansancio.

—Todo lo que haces es estudiar y estudiar, ¿dónde está la diversión en eso?

Jin dejó el pincel a un lado y miró a Taehyung —. No la hay, pero es una responsabilidad que debemos cumplir.

El noble Seok Jin era sumamente responsable y Taehyung había aprendido a vivir con ello. Mientras pasaban los años y ambos crecían, Jin dejó de jugar con él y los únicos momentos que podían pasar juntos, hablando de cosas al azar era en sus sesiones de estudio.

Jin y Taehyung se sentaban en el pórtico del sarangchae, el cuarto de estudios, por las mañanas. Mientras Jin copiaba los libros clásicos y practicaba caligrafía, Taehyung le contaba las cosas interesantes que sucedían en su vida, las obras que veía de artistas ambulantes en el mercado y las cosas que sucedían día a día en su casa.

—Mi padre quiere que me convierta en un funcionario —empezó a decir Taehyung, haciendo una mueca —. Pronto cumpliré la edad necesaria para prepararme para el examen de funcionariado.

—¿Y qué hay de malo en ello? —preguntó Jin, intentando levantar sus ánimos —. Me has visto prepararme para el examen por varios meses ya.

—No quiero ser un funcionario —recalcó Taehyung, tomando el pincel entre sus manos y haciendo garabatos en un pergamino que el otro le había brindado para distraerse.

Jin arqueó las cejas y miró al muchacho frente a él —. ¿Eso por qué?

—Los trabajadores de la corte son aburridos y amargados.

—¿Te parezco de esa forma? —preguntó Jin, fingiendo estar molesto por su comentario.

Taehyung de inmediato levantó sus manos y las sacudió —. ¡No! Eres la excepción.

—Ya, claro.

—Kim Seok Jin —le llamó con severidad, haciendo un mohín con los labios y cruzándose de brazos. El muchacho soltó una carcajada al ver la preocupación del otro —. No es divertido.

—¿Qué tal si hacemos una promesa?

Taehyung alzó las cejas con interés. Era la primera vez en los tres años que se conocían que Jin se ponía serio. Según el muchacho, odiaba hacer promesas, pues era poco posible que pudieran cumplirse. ¿Estaba seguro entonces de que el destino estaba de su lado? ¿Por qué decía algo como eso de la nada?

The Longest Time; JintaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora