Capítulo 2.

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Taehyung suspiró cansino mientras su padre enlistaba todas las cosas que tenían pendientes durante la semana.

Hacía unos meses que se había graduado de la Academia de Confucianismo, la máxima institución de Joseon. Y su padre, tal y como era de esperarse, estaba dispuesto a controlar cada segundo de su existencia.

Todavía no conseguía un puesto dentro del palacio, pues su padre estaba decidido en conseguirle el mejor puesto. Iban de un lado a otro, cenando con ministros, asistiendo a banquetes reales y funcionarios públicos de alto puesto visitando su residencia.

Estaba exhausto.

—¿Has escuchado algo de lo que he dicho? —preguntó el hombre, cruzando sus brazos tras las espaldas y mirándole con reproche.

Taehyung salió de su ensimismamiento y asintió —. He escuchado todo, padre.

—Bien, esperaré que pongas de tu parte entonces —dijo él mientras organizaba el escritorio —. Tú único deber el día de hoy es seguirte preparando para nuestras próximas reuniones.

—De acuerdo.

Prepararse para próximas reuniones significaba repasar todo lo que había aprendido en la Academia y desenvolverse bien frente a los otros yangban. Taehyung debía traer temas interesantes a colación y mostrar su gran intelecto en las seis artes.

Su padre se despidió de él, yendo a su trabajo dentro del palacio como era usual.

Y la rutina de Taehyung comenzaba desde cero. Salió del cuarto de estudio y se encontró con su sirviente, que esperaba por él con una sonrisa. Caminaron hasta llegar a Anchae, donde solía residir su madre y dejó que prepararan su comida.

—¿Por qué esa cara larga? —preguntó Jimin, mientras encendía el fuego para cocinar.

Jimin era su sirviente personal. Un muchacho que su padre encontró en las calles hacía unos cuantos años y al cual le dio la oportunidad de quedarse en la residencia.

Con el paso del tiempo ambos se volvieron amigos muy cercanos. Taehyung, quien odiaba el sistema de sirvientes que los yangban tenían, trataba a Jimin como un simple amigo, por más que Jimin insistía en que no era la forma de dirigirse ante él.

Jimin sentía miedo cuando Taehyung lo trataba de forma casual, pues podría ser castigado por el señor Kim.

Entonces Taehyung tenía que fingir brindarle órdenes para que su padre no se entrometiera en lo que no le incumbía.

—Muchas cosas que hacer —dijo Taehyung, soltando un suspiro cansado, luego se puso de pie y ayudó al muchacho a cocinar.

—Taehyung, no debes de hacer esto, cocinaré para ti.

—Es mejor cuando dos trabajan, ¿no? Déjame ayudarte —le respondió con una ligera sonrisa.

Algo que todos los trabajadores de la residencia habían logrado notar era que Taehyung había cambiado de forma drástica durante esos diez años.

Con la partida de Jin, su mejor amigo, el muchacho se volvió más callado. Se encerraba en su cuarto de estudio y solo salía de vez en cuando. Desde ese momento, su personalidad se volvió más madura. El Taehyung que adoraba gastar bromas en ellos había desaparecido.

Sin embargo, con la llegada de Park Jimin, el nuevo sirviente hacía unos años, Taehyung había encontrado un poco de confort. No pudo evitar congeniar con él de forma espontánea.

—¿Noticias acerca del magistrado? —preguntó Taehyung, arqueando una ceja.

—No he escuchado nada. Tu padre planea, sin embargo, que empieces a trabajar en la Oficina de Decretos Reales dentro de cuatro meses como máximo.

The Longest Time; JintaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora