Capítulo 3.

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Las reuniones que más odiaba Taehyung eran las que se hacían en la tienda de licores.

¿Por qué? Por muchas razones. Las risas estridentes de los ministros, el bullicio que se hacía por los funcionarios de gobierno intentando hacer que las gisaeng tocaran música para ellos y el insistente olor a alcohol en todo el lugar.

Taehyung se mantenía sentado, con su espalda recta y su cabeza despejada. Cada vez que un hombre del magistrado terminaba de beber de su copa, su padre le haría una señal para que les sirviera y demostrara el respeto que les tenía.

Jimin, quien estaba a un lado de él esperando órdenes, se inclinó para decirle algo al oído.

—¿Vas a escapar de aquí? —preguntó.

—Planeo hacerlo —murmuró Taehyung, mirándolo de soslayo —. ¿Vas a ayudarme?

—Siempre lo hago.

Sonrió, sintiéndose satisfecho ante esa respuesta. Era cierto que Jimin siempre lo apoyaba y que estaba dispuesto a cubrir su espalda para que Taehyung pudiera despejar su mente.

Solo debían esperar.

—Kim Taehyung ha demostrado un gran desempeño en el manejo de las seis artes —dijo uno de los ministros.

Taehyung volteó a verlo y reconoció que se trataba del recién llegado ministro de guerra.

—Nos gustaría invitarlo a asistir a la ceremonia de tiro con arco ecuestre —continuó diciendo, tomando un sorbo del tazón con alcohol.

Todos los ministros que lo acompañaban y los yangban recién graduados de la Academia de Confucianismo lo miraron con sonrisas en sus rostros. Taehyung fingió una también.

—¿Una celebración organizada por Sunkyungkwan? —preguntó Taehyung con amabilidad.

El ministro de guerra asintió —. Nos sería grato tener su presencia ahí.

Taehyung volteó a ver a su padre, quien le hizo una señal para que aceptara aquella oferta.

Había tenido que aprender sobre ese deporte en la Academia y Taehyung había demostrado un desempeño muy alto, siendo el mejor arquero de su generación. Odiaba las reuniones, los banquetes y las juntas en su residencia, pero Taehyung sentía que podía respirar un poco de aire fresco al practicar la arquería.

—Será un placer acompañarlos —mencionó entonces, haciendo que los hombres rieran y se contentaran debido a su respuesta.

Pronto el bullicio volvió a hacerse presente y la atención dejó de estar centrada en Taehyung.

Estando en el balcón del negocio, Taehyung podía ver con total claridad la calle llena de negociantes ambulantes, las personas que caminaban contentas y charlaban en su propio mundo. El invierno estaba llegando a Hanyang, así que Taehyung sabía que sería una época difícil para los de clase baja.

Una época larga y difícil.

Uno de los sirvientes se acercó hasta la mesa y dejó más licor para los hombres, haciendo que estos tomaran sin detenerse.

El ambiente se volvió un poco más caótico. Algunos ministros reían en voz alta, captando la atención de otras mesas mientras que otros parecían haber perdido la conciencia y se quedaban sentados, mirando al vacío.

—¿Ahora? —preguntó Jimin, acercándose para hablar en su oído.

Taehyung asintió, haciéndole una señal para que se adelantara.

Mientras su padre y los ministros estaban distraídos con otro de los recién graduados de la Academia, Taehyung se puso de pie, intentando no llamar mucho la atención.

The Longest Time; JintaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora