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Supongo que, como en todas las historias, deben ser comenzadas por un principio, ¿Cierto? Pues bien, esta no es una de esas típicas historias donde comienzo diciendo mi nombre, edad y grupo sanguineo, o... ¿Tal vez si? En todo caso, mi nombre es Donghae, aunque siempre me han llamado Hae y tengo 21 años. Mejor ahorrarnos lo del grupo sanguineo. Podría deciros donde nací, como era mi familia y mis años como adolescente, pero eso convertiría esta historia en la típica historia con un típico principio, y un final, aun mas típico, si puede ser. Así que, por que no contar esta historia desde un punto intermedio.


Puedo decir que son las cinco y cuarto de la mañana, que entre mis manos tengo una gran taza de café rancio enfriándose y que me encuentro en un típico bar de carretera, rodeado de camioneros semi-borrachos, y pensareis, ¿Que hago aquí metido? ¿Como un chico de procedencia asiática acaba en el estado de Texas, en un bar de carretera y mas aun con solo 21 años? El por que tiene nombre, y su nombre es Eunhyuk, o al menos así lo conocí a través de esa nota.


Yo era un tío normal, os lo juro, tenia novia, amigos y una familia, aunque todo eso cambio un día al llegar a casa. Tire la mochila en la silla del recibidor, como cada día, me dirigí a la cocina para saludar a mi familia, como cada día, pero al cruzar la puerta, ese maldito día, ese 21 de Septiembre, mi vida dio un giro completamente inesperado.


Mi padre estaba a mis pies, con el torso completamente abierto y sus entrañas sobresalían por un lado. Estaba completamente destripado. Mi madre, caía cabeza atrás sobre la silla, semidegollada, al igual que mis dos hermanos, uno al lado del lavaplatos, y el otro tendido en medio de la habitación. Pero a pesar de todo ello, mis ojos no pudieron desviarse de la espesa neblina que cubría el techo de la cocina y que me hablaba en un dialecto desconocido. Tal vez ingles, o español, o polaco, nunca se me dieron realmente bien los idomas, así que no supe con claridad que era lo que me decía esa sombra que, con videncia, supuse que había aniquilado a toda mi familia. La cocina cada vez se llenaba mas de ese humo, de esa oscuridad que poco a poco oprimía mis pulmones. Entonces, como de una ilusión se tratase, de ese humo surgió un brazo, tan blanquecino como el papel, y con largas y despuntadas uñas. Esas manos se dirigían hacia mi y... Eso es todo lo que os puedo contar, al menos, es lo que recuerdo, despues de levantarme en Shangai, en la cama de un desconocido.


PandæmoniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora