Puro Cuento

19 2 0
                                    

El lunes siguiente volví al colegio con el propósito de encontrar a Mark antes de que entrara a su salón. Quería disculparme por se haber sido tan borde con él en la fiesta del fin semana en mi casa y además tenía que contarle que si funcionó el truco del detergente para quitar la mancha de mi vestido.
Llegué minutos antes de que sonara la campana; el chófer me dejó justo en la puerta y esperó a que entrara a la al colegio para seguir su rumbo. Me quedé esperando allí para ver si veía llegar a Mark pero terminó encontrándome primero porque estaba aquí desde antes que yo llegara.
Nos saludamos y pude disculparme. Le hice saber que me parece un muchacho encantador y me pidió que quedemos más seguido a lo cual tome de forma invasiva por todo el trajín que han realizado mis padres en planificar mi futuro y mi vida; Y más sabiendo que han montado una fiesta de negocios para que nos conozcamos.
No cabe duda que estoy muy molesta con ellos y también conmigo por nunca decir una palabra sobre cómo me siento aunque eso implicara tener que levantar mi voz y llevar a cabo una discusión más con mi padre.

En el colegio oigo muchas historias sobre cómo algunas chicas desearían tener lo que yo, padres pudientes y poderosos con muchas influencias capaces de cumplir cualquiera de mis caprichos materiales, una casa grande de muchas habitaciones ubicada en las afueras de la urbanización dónde la tranquilidad abunda, pero no tan lejos como para perder tiempo en viajes, con un dichoso jardín y con al menos tres piscinas exteriores, dinero ilimitado y saldo disponible en mis propias tarjetas para salir de compras siempre que quiera y satisfacer mis antojos. ¿De que podría quejarse Helena Del Pino Mars?Justamente de eso, ser una Del Pino Mars incluye en el paquete una vida sin afecto y responsabilidades empresariales, cosas aburridas para una adolescente con otras aspiraciones.

La literatura siempre ha sido mi forma de desenvolverme en la inmensidad y soledad de esta casa desde pequeña; escribía siempre para evadirme y manifestar mis enojos, mis alegrías, mi vida en un papel; eso tenía más sentido para mí que intentar hablar con mis padres como personas civilizadas ¡Que irónico! ¿No?
Solía pedirle a Nana que me leyera libros de cuentos cada noche antes de dormir y todo esto de los cuentos se fusionaban para enriquecer mis locas ganas de una día ser la escritora de alguno de esos cuentos, nunca imaginé que terminaría contando mi propia historia.

Desde pequeña soy risueña, sueño con el amor verdadero como el de las princesas en los cuentos, sueño con enamorarme un día de un príncipe azul que me rescatara del castillo y llenara mi vida de detalles; soñaba con que ese príncipe fuera un hombre guapo, alto, que pudiera hacerme sentir pequeña y a la vez invencible ¿De dónde habré adquirido esta personalidad tan romántica? ¿De mi padre? ¿De mi madre? A raíz de estas preguntas pude notar que yo tampoco sé mucho de la vida de mis padres que no sea el trabajo, siempre reclamo que ellos no se preocupan por mi como deberían pero también siento que yo tampoco hago nada por buscar de ellos.


                                    ***


La mayoría de historias de mis antepasados son cosas que me ha contado Nana que lleva sirviendo a nuestra familia por más de 40 años. Me contó por ejemplo que mi papá, el señor Hugo del Pino tuvo sus años de buen mozo en dónde solo jugaba con las chicas, hasta que una día se enamoró de verdad de una joven llamada Patricia Rodríguez, una chica muy sencilla y honrada, de familia de clase media/baja a la que terminaron mandando lejos para evitar que distrajera a mi padre de los planes que mis abuelos ya tenían previstos para él: terminar la carrera y hacerle frente a la dichosa Compañía; y por supuesto, casarse con María Helena Mars, una mujer bonita y de familia tan poderosa como los Del Pino.
Papá jamás volvió a saber nada de aquella chica de la que se enamoró y prosiguió los pasos que marcaron sus padres, se casó con mi madre he intentaron en muchísimas ocasiones enamorarse pero jamás se dió.

Yo creo que el amor no se fuerza ni se elige, solamente pasa cuando menos lo esperas y de la forma más insólita que puedas imaginar. También se que el amor no es indestructible ya que no siempre las historias culminan en felicidad; eso solo es puro cuento de las historias para niños; a veces amar es dejar ir a quien amamos o simplemente aceptar que quizás no somos amados.

Lo Que El Dinero No CompraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora