Capítulo 1

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Tiró el empaque a la basura con tal fuerza que lo que había en su interior se terminó quebrando

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Tiró el empaque a la basura con tal fuerza que lo que había en su interior se terminó quebrando. Negativo, ese fue el resultado que Hange obtuvo de la prueba casera que decidió hacerse, confiada de que esta vez todo sería diferente. Sus ojos marrones se llenaron de lágrimas al ver que pasaba el tiempo y la prueba solamente tenía una marca, estaba más que segura de estar embarazada, pero todas sus esperanzas fueron destrozadas en el momento de la verdad.

Se acercó al espejo del baño y recargó las manos sobre el lavabo para inclinar la cabeza y dejar que las lágrimas se apoderaran de ella, maldiciendo con todas sus fuerzas el haberse ilusionado de esa manera. La puerta del baño se abrió y sin decir palabra alguna Moblit entró y abrazó a su esposa por la espalda tratando de consolarla, sabía que la prueba salió negativa porque la mujer no corrió hacia él gritando de alegría, tan solo permaneció en el baño llorando como todas las veces que habían intentado lograr un embarazo.

—Lo siento —dijo la morena, casi en un susurro.

—¿Por qué te disculpas?

—No puedo darte ningún hijo. Fallé cómo esposa.

Moblit deshizo el abrazo y con mucho cuidado tomó a Hange del mentón para levantarle la cara en su dirección.

—Tú eres la mejor esposa que puede existir en el mundo —afirmó para llevar un mechón de cabello suelto detrás de la oreja de su dueña—. Que no puedas embarazarte no significa que hayas fallado, esto es algo por lo que muchos matrimonios pasan.

—Pero tú y yo íbamos a formar una familia.

—Somos una familia: tú, yo, nuestros gatos.

—Sabes que no me refiero a ello. —Se alejó de Moblit para salir del baño, dirigiéndose a su habitación siendo seguida de su esposo—. Tú y yo queremos un bebé, pero mi cuerpo no es capaz de engendrar uno y tampoco quiero seguir intentándolo —dijo esto último con la voz quebradiza, tomando asiento en el borde de la cama—. Llevamos más de un año tratando de embarazarme, hemos ido a varios doctores, iniciado tratamientos y mi cuerpo simplemente se niega a cooperar. Ya estoy cansada de perseguir un sueño que está lejos de hacerse realidad.

Un silencio se hizo presente que era interrumpido en intervalos por la respiración entrecortada de Hange.

—Nos queda una opción —dijo Moblit después de varios minutos.

—Lo sé —respondió quitándose las gafas para limpiarlas—, debimos ir a una casa hogar en mi primer lugar.

—La adopción es algo viable, pero no hablaba de ello. —Se acercó a la mujer, poniéndose en cuclillas para estar a su altura al tiempo que Hange se volvía a colocar las gafas ya limpias—. Aún podemos tener un hijo propio.

La expresión de Hange cambió justo al momento en el que comprendió lo que su esposo trataba de decirle.

—Esa no es una opción.

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