Capítulo 6

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—¡Tía Hange!

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—¡Tía Hange!

—¡Titancita! —exclamó para alzar a la pequeña en sus brazos y dar un par de vueltas con ella.

—¿Viniste a jugal conmigo? —preguntó la niña teniendo un brillo en sus ojitos grisáceos.

—Claro que sí, pero antes hablaré un poco con Nana.

—Ve a la resbaladilla Nicky, Hange te alcanzará después.

Chi mami —obedeció la pequeña para regresar al parque a jugar con los demás niños.

—Es una copia exacta de ti y de Mike.

—Es lo que pasa cuando los padres tienen el mismo color de cabello y de ojos —respondió la rubia para invitar a su amiga a tomar asiento a su lado—. ¿Puedes creer que los chicos tuvieron una fiesta sana con Erwin?

—Me cuesta asimilarlo —respondió Hange, sacándole una pequeña risa a su amiga—. ¿Harás más preguntas de cortesía?

—Por supuesto que no, detesto darle vueltas a las cosas. —Cruzó su pierna derecha sobre la izquierda e inclinó la espalda hacia adelante, acomodando los brazos sobre la rodilla al tiempo que mantenía la vista fija sobre su hija—. Primero te desahogaste con Levi y ahora por fin pudiste contarle tus miedos a Moblit, eso debía dejarte más relajada, no ocasionarte un ataque de ansiedad.

—Lo sé.

—¿Qué te preocupa? ¿Que él igual tenga miedo?

—No, sabía que igual estaba aterrado por el parto, aunque tampoco esperaba que se abriera conmigo y me dijera.

—Esa fiesta se volvió una terapia grupal —comentó haciendo reír a la morena—. ¿Qué te tiene mal?

—“Me da miedo no poder ser un buen padre”, realmente cree que su hijo puede llegar a odiarlo por no dar lo mejor de sí cuando lo ha estado haciendo desde el momento que supimos de su llegada. No me gusta que piense de esa manera porque yo también lo hago sobre mí.

Nanaba apartó la vista de su hija por un momento para voltear a ver a su amiga en un intento de comprobar si lo que escuchó fue real, pero la expresión melancólica de Hange fue suficiente para darse cuenta de que fue verdad.

—¿Qué te hace pensar que serás una mala mamá?

—Me desvivo por mi trabajo, mi cuerpo no fue capaz de concebirlo, ni siquiera me baño diario; mi vida es un completo desastre y estoy aquí en un intento fallido de jugar a la familia feliz.

Nanaba se levantó de la banca dónde ambas estaban, sin decir nada se colocó de pie frente a Hange y cuando esta abrió la boca para preguntar qué pasaba, la rubia se adelantó dándole una bofetada.

—¡¿Y eso por qué fue?! —preguntó desconcertada, llevando una de sus manos a la mejilla golpeada.

—Necesitaba comprobar que eras tú y no una persona haciéndose pasar por ti —respondió tomando asiento nuevamente a su lado—. ¿Desde cuándo te menosprecias así? Eres ridícula.

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