III→El partido es sagrado

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Tras varias horas de viaje sin hacer ni un solo descanso, pararon para comer y para que él viese el partido.

— ¿Pagas tú, colega? No tengo dinero.

— ¿No tienes...?

— He dicho que no. ¿Quieres que te ponga la pistola en tu preciosa cara de nuevo?

— ¡No! N... No... Pago yo.

Tonny sonrió, orgulloso de él mismo al conseguir que pagase su cliente.

— Así me gusta, chavalote. Venga, vamos, ¡me muero de hambre y el partido va a empezar dentro de media hora!

— S... Sí, a las cuatro, me muero de hambre...

— No exageres. Vamos.

Ambos entraron. Luke pensaba que iba a ser un sitio más agradable, pero no fue el caso: era un restaurante con la misma gente que su acompañante de viaje.

— Bebida.

— Ni de coña, yo quiero comer chaval.

— A ver listillo, ¿quién te crees que eres para hablar así?

— Tonny, ¡colega!

Al darse cuenta de quién era, la mujer le dio un fuerte abrazo.

— ¡Tonny! ¡Qué mayor estás!

— Es lo que tiene cumplir años —dijo entre risas—. Pon dos hamburguesas gigantes para mi amigo y para mí —dijo “amigo” con total confianza. Luke estaba flipando.

— La mía no tan grande, si puede ser...

— Venga ya, hombre, ¡si no has comido nada desde las siete de la mañana! Dos gigantes, ni caso a mi colega.

— Marchando dos gigantes para mi amigo y para su colega —sonrió y entró a la cocina.

— Ay, madre... —suspiró Luke, que estaba muy incómodo en ese ambiente. Eran como bestias salvajes que todo les importaba una mierda, algo que a él no le gustó nada— ¿Nos sentamos en la mesa?...

— ¿Qué mesa? En la barra, ¡chaval! Ven, sube aquí —lo agarró de la cintura y lo subió a la silla. A Brandon no le gustó eso, pero sonrió al darse cuenta de que no era tan malo.

— Oh, gracias...

— ¡Aquí están las dos hamburguesas gigantes para mis dos clientes!

— ¡Y dos cervezas!

— ¡Marchando!

La hamburguesa gigante, era todo menos pequeña. Su nombre le venía como anillo al dedo. Luke casi se desmayó al ver semejante monstruosidad, mientras Tonny la miraba con asombro y con ganas de hincarle el diente.

— ¡Que aproveche, colega! —empezó a comer.

— Aquí están las dos cervezas.

— Gracias,

En cuanto dijo eso, todo el restaurante se quedó callado, mirándole. Luke rezó por su vida por segunda vez. Tragó saliva antes de hablar.

— ¿He dicho algo malo?...

— Nosotros no decimos gracias, Luke. No os preocupéis, ¡está aprendiendo! —exclamó entre risas su “querido” acompañante.

Al saber eso, todos siguieron comiendo tras exclamar “¡ah!”. Tonny sonrió a Luke, y él a Tonny.

Al acabar la hamburguesa, no podía con su vida. Se pasaba el rato en el baño mientras él veía el partido.

— Tonny, te juro que me encuentro fatal...

— Si te has comido media, me he tenido que comer yo tu otra mitad más mi hamburguesa, ¡flipado! Venga hombre, deja de quejarte —En el momento que miró la pantalla y al ver que un jugador de su equipo se acercaba a la portería con el balón, gritó con alegría mientras se levantaba ilusionado— Gol, gol, gol, ¡gol! ¡Gol!

Todos empezaron a celebrarlo, mientras Luke volvió al baño. Una vez acabar el partido, volvieron al coche.

— Qué buen rato, qué gente más agradable.

— Sí, lo que tú digas...

— Te has perdido todo el partido, cómo se nota que eres estadounidense y no ves fútbol.

Luke le miró con seriedad en su rostro. Había estado en el baño más de seis veces por su culpa.

— En fin, sois raros. ¡Volvemos a la carretera!

Dos idiotas de casualidad - Tonny×LukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora